La vida en las bibliotecas públicas
La vida en las bibliotecas públicas conlleva un aroma de tranquilidad. El tiempo en ellas es un fruto que nace, crece y madura a la vera de los pasos de los visitantes. Una sociedad con bibliotecas a su alcance tiene un tesoro que la vuelve distinta. Quien no las tiene, muere en el silencio y la ignorancia plena.
Los detractores ven en las bibliotecas espacios donde los trabajadores pierden el tiempo. Es cierto que algunos se han ganado esta imagen por su inactividad y pereza, pero no todos, no la mayoría. El hacer una imagen de este tipo también tiene sus bemoles, pero sin duda se tiene una visión última de la biblioteca pública. Veamos un poco de esto.
El concepto de biblioteca como una instancia democrática es una aportación de los pensadores norteamericanos, que consideran al conocimiento como la totalidad del mismo contenido en libros. Si se ponen los libros al alcance de todas las personas (supuesto), entonces esta institución que contiene libros cumple su función de ser portadora del conocimiento.
Es por eso que la conservación, operación y difusión de los servicios bibliotecarios es tan importante en toda sociedad moderna.
A partir del inicio del siglo XX la biblioteca pública ha sido muy discutida. En principio, la mayor diatriba se centraba en cómo esas bibliotecas, que más parecían depósitos de libros, podrían colaborar al desarrollo de la sociedad industrial y postindustrial. Este esfuerzo se concentró en conservar la colección en una fortificación del saber, se resguardaron los libros por ser trasmisores y, quien atentara contra ellos, sería enjuiciado como un bárbaro y mezquino mortal lleno de rencor social e ignorancia. Los libros le estorban al poder pues ellos abren mentes, puertas y ventanas hacia la libertad y la justicia, de ahí que la biblioteca fuera entendida como el templo del conocimiento y de la verdad. Los libros nos hacen sabios, empáticos y dueños de un nombre capaz de trascender.
Con el advenimiento de la sociedad de la información surgieron nuevos desafíos, como la transformación de lo impreso a lo digital, la formación del público lector y la necesidad de tener nuevas competencias en información para superar esos desafíos. En la actualidad los intereses políticos, económicos e ideológicos fomentan la crisis de la post verdad, de la desinformación, de la manipulación de la información y de las fake news. En este contexto, la identificación y desarrollo de competencias en información se vuelve esencial y corresponde a la biblioteca pública crear las condiciones necesarias para atender las nuevas demandas de la sociedad.
Por ello, los servicios bibliotecarios tradicionales van a la baja y la imposición de nuevas prácticas resulta un imperativo mayor. Las bibliotecas no pueden seguir solamente prestando libros, tenemos que salir a otear qué está pasando, reconocer que un horario adecuado para captar mayor cantidad de usuarios es fundamental, que los materiales bibliográficos deben estar no sólo en la estantería, sino en sus casas a través de libros electrónicos con solvencia en el tiempo para su lectura, con la parsimonia suficiente para quitar lo superfluo y dejar la esencia del conocimiento puro y real. Los libros así darán páginas resplandecientes, seductoras, así de veloz como queramos o de lentos como si aguantáramos que el mundo cambia en cada párrafo leído. Justo como quien encuentra un tesoro en el desierto.
La comunidad bibliotecaria concibe actitudes frente al conocimiento, qué bueno que estas fueran una experiencia llena de gozo.
Y no me quiero despedir de usted, estimado lector, sin comentarle que en la Coordinación General de Bibliotecas, Publicaciones y Librerías de Coahuila ya se ha incursionado en la difusión de los contenidos bibliotecarios y de cultura en general. Desde el año pasado ha dedicado esfuerzos para publicar una Revista Digital llamada BIBLERÍA 070 -en el nombre lleva la marca de ocupar biblioteca y librería- y el 070 se debe a la clasificación Dewey que abarca el área de Periodismo, de ahí que la Revista sea periodismo desde la biblioteca, con contenido sobre lo que acontece en estos espacios de formación, con lenguaje claro y ameno.
La misión la desarrollan dos personas: Maru Valencia en la redacción y Francisco Chaires en el diseño. De esta publicación se han producido 14 números, con una periodicidad promedio de veinte días.
La idea nuestra es que usted, estimado lector, nos acompañe en esta aventura, pero sobre todo nos permita ser una lectura de los acontecimientos de las bibliotecas públicas de Coahuila.
“Al andar se hace camino, se hace camino al andar”
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