JUAN JOSÉ CASAS GARCÍA
San Esteban de la Nueva Tlaxcala
Los mexicanos somos hijos de tres culturas: la indígena, la negra y la española. En todas las ciudades y pueblos de nuestro país se mezclaron biológica y culturalmente estas culturas, en ocasiones de forma violenta, que dieron origen a lo que es México. La ciudad de Saltillo no es la excepción, al contrario, las tres culturas convivieron y coexistieron. La fuente de la plaza de la Nueva Tlaxcala sería un buen ejemplo, aunque no tiene ninguna figura de alguna persona negra, como debería. Precisamente en esa zona de la ciudad, de lo que hoy es la calle de Allende hacia el poniente, existió un pueblo habitado por indios tlaxcaltecas: San Esteban de la Nueva Tlaxcala, el cual colindaba con la Villa de Santiago del Saltillo, habitada principalmente por españoles asentados hacia el oriente de esa misma calle, por la cual corría una acequia de agua que dividía a ambos asentamientos.
Los tlaxcaltecas eran un pueblo nahua del centro de México, siempre al margen de los mexicas, estos últimos habían creado una red de estados tributarios, es decir, controlaban todo el territorio de Mesoamérica. Se habían rodeado tanto de aliados como de enemigos, los tlaxcaltecas fueron su más acérrimo rival. Se unieron a Cortés para derrocar a los mexicas, motivo por el cual la historiografía del siglo XIX y XX los llamara, junto con la Malinche, traidores, cosa que no fueron ya que México no existía en esa época, se trataba de un grupo que quería librarse del yugo mexica y para lograrlo se unieron a otro grupo más fuerte. Cuestión de lógica.
Fueron muy inteligentes al unirse a los españoles, ya que en la época colonial gozarían de ciertos privilegios por haber ayudado a la conquista del territorio. Fueron también los primeros en abrazar el cristianismo, que era la fuerza religiosa de la época y un signo de distinción entre los conquistadores. Al mismo tiempo han sido llamados los más viejos aliados de España.
Supieron utilizar bien la ayuda de los españoles y usar su fuerza a su propia conveniencia. A finales del siglo XVI tomarían demasiada importancia en la historia del norte de México. Francisco de Urdiñola, uno de los fundadores de Saltillo, tuvo la idea de enviar indios tlaxcaltecas a la región ya que ésta era muy precaria. La villa de Santiago del Saltillo, por ejemplo, estaba a punto de desaparecer, apenas unas pocas familias vivían en ella, no era próspera y la zona era azotada por ataques de diversos indios nómadas. Es así que varias negociaciones entre Urdiñola, el virrey Luis de Velasco y los tlaxcaltecas se realizaron. Era evidente que el poder colonial veía en los tlaxcaltecas la fuerza para estabilizar la región. En 1591 los tlaxcaltecas aceptaron enviar 400 familias para poblar Saltillo, San Luis y Colotlán (Jalisco). El objetivo de la Corona fue que los nahuas viajaran a estas regiones para pacificar a los indios nómadas rebeldes y para ayudar a crecer la población, deberían enseñar la doctrina cristiana y más importante aún, establecer la sedentarización. Debían constituir un ejemplo para los demás indios.
Salieron de la Gran Tlaxcala de los 4 altepetl o señoríos. Debe recordarse que Tlaxcala era gobernado por 4 señores pertenecientes a estas 4 cabeceras. Más de 900 personas viajaron hacia el norte de la Nueva España, según un censo realizado en San Juan del Río cerca de la ciudad de Querétaro. A la villa del Saltillo llegarían en 1591, la mayor parte del altepetl de Tizatlán. Fundarían de esta manera el pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala. Existía de igual forma un vínculo que unía la hagiografía de Tizatlán con los nombres de los barrios del pueblo de San Esteban, como lo fueron san Buenaventura, santa Ana o la Concepción, entre otros.
Al llegar a Saltillo, la tierra sería entregada a 71 casados y 16 solteros, alrededor de 86 solares y 36 caballerías de tierra, además de una buena parte de agua y el apoyo del virrey en cuanto a cabezas de ganado mayor y menor, herramientas de agricultura y maíz durante 4 años. Los tlaxcaltecas llegaron a Saltillo como agricultores y ganaderos, pero también participaron en la minería, el comercio y con el tiempo llegaron a ser artesanos y militares.
No obstante, se tiene que puntualizar que los tlaxcaltecas no dejarían la Gran Tlaxcala y viajarían tantos kilómetros gratuitamente, eran también políticos y supieron jugar bien sus cartas en pro de sus intereses a lo largo de 2 siglos. En primer lugar el virrey quería que los jesuitas viajaran con los tlaxcaltecas hacia el norte para que fueran su apoyo en la cristianización del noreste, cosa que el mismo virrey le extendió al rey Felipe II. Sin embargo, los tlaxcaltecas tomaron la decisión de ser apoyados por los franciscanos, pues ya habían trabajado con ellos durante mucho tiempo y sentían que eran ellos quienes podrían reflejar mejor sus intereses. ¿Se imagina eso? ¡No es cualquier cosa! Los tlaxcaltecas echaron abajo una decisión del virrey de la Nueva España, algo que marca claramente su importancia. En segundo lugar, los tlaxcaltecas negociaron una serie de privilegios que les serían extendidos por el hecho de poblar el norte de la Nueva España, que consistían, entre otras cosas, en ser llamados con el título de “Don” al anteponérsele a su nombre, de portar armas, de montar a caballo, de vivir separados a los españoles, serían libres de pagar tributo, se le impediría a los españoles a usurpar sus tierras y sus mercados estarían libres de impuestos durante 30 años. Y tercero, algo que debe asombrarnos es que los tlaxcaltecas no verían estos privilegios como uso exclusivo del pueblo de San Esteban, sino que serían lo suficientemente inteligentes para extender estas prerrogativas a lo ancho del septentrión de la Nueva España y a lo largo del tiempo, en otras palabras, cada pueblo que fuese fundado por los tlaxcaltecas tendría estos privilegios y no serían pocos. Fundaron, entre otras ciudades, Monterrey, Monclova, Parras, Bustamante, en fin, todo el noreste de lo que hoy es México, Texas incluido.
Trajeron consigo no sólo una estabilidad a la ciudad, sino también su cultura, su lengua y su diferenciación entre las clases sociales. Incluso, muchos de los documentos que se encuentran actualmente en el Archivo Municipal de Saltillo están escritos en lengua náhuatl, se trata normalmente de testamentos, pero también existen algunos otros, en español, de los diferentes pleitos legales que se vivieron con los vecinos españoles de la villa de Saltillo. Los tlaxcaltecas tenían su propio cabildo, es decir, su propio gobierno separado del de Saltillo. Al ser protegidos por el virrey no estuvieron controlados por el alcalde de Saltillo, lo que les dio autonomía y poder legal para defenderse de los españoles que querían cometer alguna vejación contra ellos.
En suma, durante más de 200 años, antes de que el pueblo de San Esteban fuese unificado a la ciudad de Saltillo en el siglo XIX, los tlaxcaltecas supieron desarrollar su cultura nahua del centro de la Nueva España en el noreste, es decir, realizaron lo que los mexicas no lograron en su imperio, la conquista del norte de Mesoamérica. Los tlaxcaltecas son indios conquistadores que supieron escribir su historia, una historia de los vencedores indígenas. En pocas palabras, los tlaxcaltecas salvaron a la ciudad de Saltillo de su desaparición y se convirtieron en la fuerza colonizadora más importante del noreste de la Nueva España, más importante aún que los propios españoles.
JUSTO DÓNDE Ahora se ubica el templo de San Estaban, es el lugar dónde estuvo asentado el poblado de San Esteban de la Nueva Tlaxcala
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