CÁPSULAS SARAPERAS

Don Rodolfo Garza

En esta ocasión te platico de un Saltillense por adopción, de esos que parecieran de mucho tiempo atrás, como si fuera “literalmente” sacado de una película western. Hombre de una sola pieza, de esos que sabían el valor de la palabra, descendiente de revolucionarios. Y me refiero a Rodolfo Garza Cepeda, dentista de profesión, manzanero por pasión y Saltillense de corazón.

El Dr. Rodolfo Garza Cepeda nació en 1909 descendiente, también, de españoles, quiene eran de la región de La Cepeda, ahí cerquita de la famosa ciudad de Toledo. Rodolfo siguió los pasos de su padre, Enrique Garza Carvajal, quien por cierto fue el primer doctor en Arteaga, pero Rodolfo se dedicó a la salud bucal, egresado nada más y nada menos que de la UNAM, cursando una especialidad de cirugía dental en la Universidad de Baylor, Texas.

Además de dentista fue empresario, agricultor, padre, esposo y abuelo, hombre libre y de buenas costumbres. Muy social, amiguero, un hombre que vivía siempre apurado, pero no se asusten no de preocupación, sino por que siempre llevaba un puro con él, por supuesto encendido.

Su gran amor, Lyli Gutiérrez, de quien se enamoró cuando realizaba sus prácticas profesionales, siendo su paciente, allá en el antes llamado Distrito Federal, casandose con ella en 1936. Ese mismo año ya en esta hermosa ciudad de Saltillo, instaló su hogar, precisamente casi en la esquina de la calle de Victoria, y Padre Flores. Junto a su querida esposa, procreo, educó y formó cuatro hijos Lydia Maria, Enrique, Rodolfo y Laura.

Por azares del destino, de niño en más de una ocasión tuve la oportunidad de saludarlo en su casa, y siempre me impresionaba una fotografía que tenía bajo el vidrio de su escritorio en la cual estaba saludando al mismisimo Presidente Lazaro Cárdenas del Río.

Por incréible que parezca, en el año de 1947 llegó, más bien encontró su segundo gran amor: adquirió un rancho en Arteaga y lo puso a trabajar en la manzana, llegando a ser considerado uno de los mejores productores de ese fruto, no sólo por la cantidad sino por la calidad y sabor de su producción.

Fue diputado Local, presidente el Club de Leones, del Casino de Saltillo y del club de tiro.

Personalmente recuerdo que todos los días a las siete de la mañana ya manejando su camioneta, por cierto una Chevrolet dorada, con el puro ya encendio, portando su texana, partía rumbo a su rancho o bien hacia algún almuerzo. En algunas ocasiones nos veía, a mis hermanos Abraham, Jorge y a mí, y nos daba un aventón a la escuela en la que estudiábamos. Y cuando saludaba vaya que apretaba la mano.

Hombre leal, de buen corazón no sólo con su familia, también con quien conocía, hombre de mucha sabiduría, como lo era cuando le preguntaban que si era necesario llevar chamarra, su respuesta era, “si hace calor lleva una, si hace frío, pues tú sabes”. Sólo los que vivimos en el Saltillo de pocos o muchos ayeres sabemos que en esta hemosa ciudad siempre hacia frio por las tardes así fuera verano.

Falleció en 1999 casi a los 90 años de edad, pero nunca se ha ido, sigue en lo corazones de sus hijos, de sus  14 nietos y 38 bisnietos, aunque no sólo ahí, sino en el de todos quienes lo conocimos.

El Dr. Rodolfo Garza Cepeda, un Saltillense de esos como muchos que tenemos y que vale la pena presumir.