Analizan investigadores mexicanos el proceso de envejecimiento en roedor longevo

 

El ratopín o rata topo lampiña no sufre ciertos padecimientos relacionados con el envejecimiento, como el cáncer  

Ciudad de México.- El ratopín, también conocido como rata topo lampiña o desnuda, es el roedor más longevo y no desarrolla muchos de los síntomas característicos del envejecimiento en mamíferos, como enfermedades neurodegenerativas, cáncer y caída en la taza reproductiva.

Para analizar su comportamiento y conocer qué procesos celulares y moleculares hacen de este roedor un organismo único, la UNAM inició la primera Unidad Reproductora de Ratopines de Latinoamérica, informó Susana Castro Obregón, investigadora del Instituto de Fisiología Celular (IFC).

De nombre científico Heterocephalus glaber, nativo del noreste de África, tiene características conductuales similares a las de una colmena, vive en colonia y tiene una estructura social con una reina, única hembra reproductiva. Puede parir hasta tres camadas numerosas al año, de entre 12 a 20 crías, mientras las demás hembras contribuyen junto con los machos al mantenimiento de la colonia.

Su longevidad es 10 veces mayor a la de un ratón o una rata, sin sufrir padecimientos característicos del envejecimiento. Su sistema inmune es diferente al conocido para otros mamíferos, por lo que es considerado un modelo de estudio interesante en la biomedicina, comentó.

Aún no se entiende por completo el fenómeno biológico del envejecimiento, pero se sabe que existen procesos celulares que impactan directamente, como la senescencia celular (estado en que las células liberan sustancias que alteran el tejido donde se encuentran) y la falla en la autofagia (comerse a sí mismo), mecanismo por el que las células renuevan sus propios componentes; cuando ésta falla, aumenta la probabilidad de desarrollar ciertas enfermedades y, en consecuencia, disminuye la calidad de vida y aumenta la probabilidad de morir.

“En laboratorios dedicados al estudio de estos ejemplares, si alguno muere no se sabe con exactitud la causa del fallecimiento, pues sus órganos se conservan sanos. Pensamos que se debe a que en estos animales la autofagia no falla con el paso del tiempo, lo que ayuda a que su organismo continúe funcionando, sin importar que tengan uno o 30 años”, subrayó Castro Obregón.

La autofagia, posible clave contra el envejecimiento 

De acuerdo con la universitaria, la autofagia comienza cuando las células de cualquier ser vivo eucariote encierran algunos de sus propios componentes en unas vesículas con doble membrana, luego los trasladan a una especie de sacos de reciclaje llamados lisosomas, que contienen enzimas donde los desechos y bacterias son digeridos y destruidos. De esta manera, la célula recicla su contenido y se regenera.

La autofagia es un proceso catabólico (proceso metabólico de degradación de sustancias para obtener otras más simples) que impacta en diversos procesos fisiológicos que ocurren desde el desarrollo embrionario hasta el envejecimiento. Sin embargo, cuando este mecanismo es deficiente, como sucede en el envejecimiento, las células no funcionan bien y se vuelven senescentes, se acumulan en el cuerpo y eso parece causar enfermedades crónicas, detalló.

“La maquinaria de la autofagia se podría comparar con una aspiradora: la bolsa llena son las vesículas con doble membrana que atrapan el material de la célula que se va a degradar, y que vaciamos a una trituradora, que es el lisosoma que contiene las enzimas digestivas donde los desechos y bacterias son destruidos. Luego de este proceso estamos listos para volver a ‘aspirar’”.

Este mecanismo es eficiente en jóvenes, pero en adultos mayores deja de funcionar porque las células atrapan el material, pero ya no lo pueden degradar. “Es como si las células se indigestaran y eso provoca que no funcionen bien”, puntualizó.

El grupo de investigación de Susana Castro compara modelos celulares de rata, ratón, humano y ratopín, para estudiar el papel de la autofagia en la estabilidad del genoma y la senescencia, y entender por qué en los primeros tres deja de funcionar la autofagia, y en el cuarto no. Busca entender las bases moleculares de la regulación de la autofagia y su influencia en el desarrollo y envejecimiento del sistema nervioso.

“Creemos que los ratopines son longevos y no desarrollan padecimientos como nosotros porque tienen un sistema de reparación muy eficiente. A nivel mundial se pretende disminuir la incidencia de enfermedades simultáneamente, por lo que en laboratorios de Japón, Estados Unidos, Gran Bretaña, y ahora nosotros en la UNAM, trabajamos con esta especie. Somos los primeros en Latinoamérica en tener a este roedor”, remarcó.

Unidad reproductora 

Un grupo de ratopines (la hembra reproductora, siete hembras y machos de su colonia) fueron donados por el Pacific Science Center, en Seattle (un museo de ciencia de Estados Unidos), al IFC, para establecer la Unidad Reproductora de Ratopines. Cuando se hayan multiplicado, serán puestos a disposición de científicos del país interesados en este nuevo modelo de estudio. 

Beatriz Aguilar, técnica académica del IFC y quien atiende la colonia, detalló que los ratopines llegan a medir 13 centímetros y a pesar 65 gramos. Habitan en túneles y tienen una conducta innata de rascar para aumentar la longitud de los túneles en su hábitat y el crecimiento de la colonia. Comen frutas y verduras frescas y no toman agua. Tienen la peculiaridad de defecar en una zona restringida, alejada de donde comen y duermen. (UNAM)

 

 

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Agencias