Este lunes, durante el funeral del reconocido y apreciado empresario saltillense, Ingeniero Luís Horacio Salinas Aguilera, su nieto, el alcalde de Saltillo Manolo Jiménez Salinas, pronunció un mensaje a los asistentes, el cual, por la importancia que para nuestra ciudad representó la figura del Ingeniero Salinas Aguilera, compartimos con nuestros lectores:
“A nombre de mi abuela Lupitina y de toda nuestra familia les damos las gracias por acompañarnos en esta despedida a quien fuera un gran abuelo, un gran padre, esposo, bisabuelo, hermano, jefe y amigo.
Un hombre que fue muy valiente, que Diosito nos permitió conservarlo hace 17 años después de su secuestro, donde pensamos que hasta ahí, hasta ese día lo estaríamos viendo, incluso cuando platicábamos con la familia, ahí en la mesa, cuando ya gracias a Dios estuvo con nosotros cuando regresó, pues muchos le apostaban ahí a que ya se iba a tranquilizar, a que ya se iba retirar y se iba a disfrutar el bosque y la playa, que eran dos de los lugares favoritos que él tenía, pero para sorpresa de todos, regresó corregido y aumentado.
Regresó con un tercer aire que lo hizo imparable hasta el día de ayer. Ese era nuestro abuelo, un hombre que quería, que amaba a su familia, un hombre de familia, un hombre amoroso que vivía para nosotros.
Ahí nos tenía todos los jueves con mi abuela Lupitina, en su casa para comer de manera religiosa y él no hablaba mucho. Se sentaba, observaba y disfrutaba al máximo vernos convivir en armonía, ese fue sin duda, su mayor anhelo. Nada más ahí nos iba llamando uno por uno para entregar el domingo por adelantado, a mí ya no me tocaba, pero le tocaba a mis hijos, sus tres bisnietos, entonces ahí se repartía la piña entre tres. Y bueno, ese fue el abuelo que vivimos en familia.
Y, ahorita que tuve la oportunidad de saludar a muchos de sus amigos, coincidimos en que después de su familia, estaba el trabajo, era un hombre sumamente trabajador, yo no he conocido en mi vida un hombre tan trabajador como él, y pues tuvo una vida de mucho esfuerzo porque llegó a los 14 años aquí a Saltillo, se bajó del tren o del camión que venía de México, traía solamente una beca de la Narro para estudiar y terminó su vida profesional creando miles de empleos y ayudando a mucha gente.
A sus 82 años era impresionante. Yo estuve con él el jueves, la última vez. Se levantaba a las 5 y media de la mañana y para las 9 de la noche seguía dictando las notas del periódico para que saliera lo que él quería; es más, cuando vivía todavía en casa de mis papás, que vivimos todos en una privada, era el primero que salía de la casa de todos nosotros. Sin duda, fue un hombre visionario que nos dejó un gran legado trabajando con mucho amor por Saltillo y por Coahuila.
También me di cuenta, ahorita, al saludar a mucha gente amigos y amigos de las colonias y los barrios, de los ejidos, porque él fue un hombre generoso, fue un hombre entregado que en el servicio público. Sabía que la clave como Alcalde, como Diputado, como Presidente del PRI, como Secretario de Desarrollo Rural, sabía que la clave era la cercanía con la gente.
Y con esa cercanía apoyarlos y estar ahí siempre al lado de ellos. Él me decía: la gente de las colonias y los ejidos, es con la gente que hay que estar, porque además es la gente que no se olvida; es la gente que tiene memoria y finalmente quiero destacar su mayor virtud. Fue un amigo leal, él decía: en esta vida no existen los medios amigos, o eres o no eres.
Independientemente de los costos y consecuencias, él siempre demostró ser un hombre leal y de firmes convicciones, por ello, el día de hoy, si bien estamos consternados por la partida de nuestro abuelo, nos sentimos plenos por su legado, que queda entre nosotros y que lo continuaremos y honraremos siempre.
Ahorita me preguntaban que qué había faltado o con qué nos quedamos ganas, dije: hay tranquilidad, hay mucha paz, porque hicimos muchas cosas muchas veces, o sea, dimos feria de más y además, que vivió a plenitud, Dios le dio la oportunidad de pasar su último día de su vida en el lugar que más amaba en todo el mundo. Y era un problema eso, porque cuando nos invitaba de viaje, que nos íbamos toda la familia o que conocíamos otros lados, yo le decía: Oye pues qué parece este lugar está muy bonito, ¿verdad? Sí, si está bien pero está más bonito Monterreal (respondía).
Entonces así fue y bueno, hoy está aquí con nosotros para despedirse de sus amigos, de su familia, a nuestro abuelo, el papá de mis tíos, al esposo de mi abuela Lupitina. Siempre lo vamos a recordar como un hombre de familia, trabajador, valiente, generoso y leal.
¡Te amamos abuelo!. Gracias por tanto, descansa en paz
En nombre de mi abuela Lupitina y de toda nuestra familia, muchas gracias por estar a nombre de todos nosotros. (EL HERALDO)
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