SERGIO RESÉNDIZ BONE
El 20 de enero de 1951, hace 69 años, a las 10:00 de la mañana, cerca de 5 mil huelguistas, algunos acompañados de sus familias, salieron del mineral de Nueva Rosita, Coahuila a la Ciudad de México, para solicitar la intervención del presidente Miguel Alemán Valdés, en la solución del conflicto laboral con la empresa norteamericana ASARCO (American Smelting and Refining Company).
Esta marcha de aproximadamente mil 500 kilómetros que realizaron trabajadores de la Sección 14 de Nueva Rosita y su Fracción I de Cloete del Sindicato Minero (STMMSRM), fue una caravana de la dignidad obrera en defensa del derecho a la huelga y a la autonomía sindical, mal llamada¨caravana del hambre¨, nombre que rechazaron siempre los trabajadores.
La caminata se realizó después de una prolongada huelga de más de 3 meses.
En 1950 en la Región Carbonífera de Coahuila, tras el fracaso en las negociaciones para revisar los contratos colectivos de trabajo y mejorar las deplorables condiciones laborales, estallaron las huelgas en las minas de Palaú,Nueva Rosita y Cloete.
El 25 de septiembre, mil 300 trabajadores de la Sección 28, abandonaron la mina de la Compañía Minera de Palaú, S.A.
El 16 de octubre, los obreros de la Sección 14 de Nueva Rosita y su Fracción I de Cloete suspendieron sus labores y se concentraron para celebrar un mitin en las puertas de la empresa,en la Mina 6 una de las más grandes y productivas del mundo.
A los trabajadores que continuaron laborando se les consideró esquiroles y se les llamó ¨panzas blancas¨; a los huelguistas ¨panzas rojas¨. Las familias de los huelguistas sufrieron hambre y enfermedades, pues les cerraron la cooperativa de consumo, el servicio médico y hasta la escuela de sus hijos.
La Sección 28 de Palaú acordó en asamblea regresar a su trabajo. Los mineros de la Sección 14 de Nueva Rosita y su Fracción I de Cloete decidieron salir a la caravana para solicitar la intervención del Presidente Alemán para solucionar el conflicto.
Al pasar la caravana por Saltillo y Monterrey, pese a la buena disposición de los gobernadores de Coahuila y Nuevo León, Gral. Raúl López Sánchez e Ignacio Morones Prieto, para resolver el problema y terminar la caravana en sus Estados, pesó más en el ánimo del presidente la opinión de su secretario de Trabajo, el licenciad Ramírez Vázquez, El Chato, brazo represor de la clase obrera del alemanismo y rechazó la solución política y justa de los gobernadores.
La caravana minera despertó la solidaridad y apoyo de las poblaciones por las que pasó así como de organizaciones obreras nacionales y extranjeras.
El 10 de marzo los caravaneros hicieron su entrada a la ciudad de México,emocionados por el júbilo con los que los recibieron los capitalinos. Celebraron un mitin en el Zócalo y de ahí se trasladaron al parque 18 de Marzo, donde permanecieron los 42 días que estuvieron en la ciudad de México.Durante su estancia en la capital se publicó diariamente el Diario del Campamento,una hoja para mantenerlos informados de su lucha.
El presidente Alemán nunca los recibió. El 16 de abrilla Suprema Corte de Justicia de la Nación negó el amparo. Tras el fracaso de su movimiento, el 21 de abril salieron en ferrocarril de la ciudad de México a la estación de Sabinas a donde llegaron el 24 de abril de 1951, después de rechazar ser trasladados en tren con jaulas para ganado, el cual sufrió un descarrilamiento que algunos consideraron que fue intencional.
Siguió el penar de los caravaneros. Pese a los acuerdos muy pocos se volvieron a emplear, desconociendo incluso sus derechos y antigüedad. Muchos se fueron a trabajar a otras minas, al campo y un gran número de indocumentados a los E.U.A.
Los mineros, al igual que otros sindicatos como los ferrocarrileros, los petroleros, fueron víctimas del régimen alemanista en su afán de su modernización e industrialización del país, a costa de la clase trabajadora.
Entre los líderes de la huelga y la caravana destacaron Francisco Solís, Ciro Falconi, Abdenago Fraustro, Félix Cruz, Manuel J. Santos, Julián Guajardo y Cornelio Salas. Los descendientes de los caravaneros nos sentimos orgullosos de su honestidad y valentía para defender sus convicciones y su ejemplo debe ser recordado en la historia del movimiento obrero de México.
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