En el perfil de Armando Guerra vi una frase de Eduardo Galeano, escritor y periodista uruguayo, cada palabra es real y cierta en todo lo que hemos vivido después de saber lo sucedido en Torreón: “Estamos en plena cultura del envase. El contrato de matrimonio importa más que el amo, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo y la misa más que Dios. La cultura del envase desprecia los contenidos” El desprecio se ha vuelto una moda, las más insípida de este país, incluso el dividir familias también si eres chairo o fifí no debe importa, pero el mismo desprecio del gobierno federal ha ayudado a minar las relaciones familiares con temas tan sencillos como el gusto o placer de seguir a tal o cual partido político. José Ángel, un niño de 11 años llegó a la escuela con dos armas guardadas en su mochila, llegó a su Colegio, el Cervantes en Torreón uno de gran demanda por sus logros académicos. El perfil psicológico del pequeño José era de un alumno destacado, lo demás ya lo vio por muchos medios publicado. Pero mi pregunta es, ¿cómo un menor de edad sabe manipular una de las armas policiacas más popular del vecino país del norte?, la Glock calibre 22. La fiscalía del estado ya analiza y le interesa saber cómo puede manipular un niño una de las armas más letales que tiene la policía. Y verá en muchos enunciados la palabra “niño” porque alguien de esa edad debe estar jugando o disfrutando su infancia, haciendo travesuras, volando papalotes, paseando en bicicleta, quizá un rato de videojuegos por qué no. Yo lo sigo haciendo en mis ratos libres. Por más que busquemos culpables no nos cerremos a lo que hacemos todos los días como padres de familia que por una u otra razón descuidamos a nuestros hijos. Los regalos costosos, los viajes, los permisos para salir no sustituyen al tiempo que uno pase con ellos. Recuerdo a mi papá de oficio albañil, que jugaba conmigo y mis hermanos juegos de mesa, turista, damas chinas, etc. En la casa no había para videojuegos. Pero el manazo a tiempo, el cintarazo o la vista llena de furia cuando nos miraban, bastaba para hacer caso. Portarse bien y esperar el regaño en la casa, cosas que ahora por según la ley no se pueden hacer y la verdad es una mamada. Lo sucedió en Coahuila no tiene comparación, no se había presentado nada así, pero en el vecino estado de Nuevo León se van a cumplir 3 años de la matanza en el Colegio Americano de Monterrey, donde un chico perteneciente a la Legión Holk disparó contra su maestra, compañeros y luego se suicidó. Yo buscaría más que una mochila trasparente, más que un operativo mochila, con perros, detectores de metales como ha sucedido en Saltillo donde se ha encontrado de todo, hasta drogas en escuelas de gran alcurnia y de mucha demanda. Debemos estar más en casa, sé que es difícil por los horarios, las distancias y los trabajos, que como dijera el poeta José Alfredo Jiménez: “las ciudades destruyen las costumbres”. No todo es culpa del gobierno, no todo es culpa de la tele, no todo es culpa del internet que como dijera el maestro Cedillo pudre y ahí están las consecuencias. La culpa de lo rápido que vivimos, nos han hecho olvidar los detalles, los amigos, los abrazos, tomarnos de las manos. Lo sé, me escucho cursi pero es totalmente cierto. Le confieso, al enterarme de lo sucedido corrí abrazar a Gael, lo que más amo en este mundo y en sus ojos pude ver esa inocencia que todos los niños tienen y nos salva de esta dislocada realidad.
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