Los retablos de Libres, Puebla, hermoso legado cultural
En el país, existen rincones bellos, que están ocultos ante la lejanía de las grandes ciudades. La provincia mexicana, está llena de tradiciones y bellos lugares, que son dignos de visitar y recordar por siempre, uno de estos espacios es la ciudad de Libres, Puebla. A poco más de 210 kilómetros de distancia de la CDMX y a 45 de Huamantla, Tlaxcala, muy al norte de la capital poblana se encuentra está apacible ciudad.
Coronada por una enorme parroquia dedicada a San Juan Bautista de los Llanos, cuyo amarillo rompope rompe con el multicolorido serio de todo su entorno, habitacional de su zona centro, refuerza su belleza con un jardín principal que tiene incrustado en su kiosco la historia gráfica de la antigua comunidad de San Juan de los Llanos, nombre que recibía antaño.
Como decía, el templo destaca por su peculiar color pajizo intenso, que llama inconscientemente al visitante a mirarlo. Ya que atrajo su atención, el visitante se deleita con una obra de la arquitectura barroca, la cual fue realizada en yeso moldeado. Lo primero que me sorprende al acercarme es un retablo -cabe mencionar que en toda la ciudad tiene estos recursos para narrar sus detalles destacados-, que enuncia Teología y Naturaleza.
Luego de echar un vistazo a lo primero que pudimos ver de la ciudad, caminamos un poco, pues el viaje ha sido un poco cansado y luego de 3 horas de traslado, los pies de ambos necesitan hacer contacto con el piso y los músculos estirarse para retomar el ritmo cotidiano.
El clima es delicioso, hace un poco de frío, pero se compensa con la caminata que hemos emprendido por el bello jardín, que se encuentra justo al cruzar la calle de la parroquia. El verdor es también atractivo y decidimos rodear el espacio para ver los detalles más de cerca. A simple vista, es una ciudad como muchas otras, como toda la provincia mexicana, pero cada lugar de la provincia tiene sus detalles, sus aspectos y a Libres los caracterizan sus retablos y la voz de su naturaleza.
La vuelta por el jardín nos obliga a regresar al auto por nuestra cámara para captar unos retablos que nos llamaron la atención por sobre manera. El kiosco está rodeado de ellos, que forman parte del basamento de este centro de atención del hermoso parque.
Se trata de retablos color café, en un tono cobrizo avejentado, en los que se encuentran talladas imágenes que evocan los valores de la ciudad y la historia de su fundación, así como el desarrollo que ha alcanzado hasta nuestros días. Es justo decir, que a ambos (Karina y yo), nos ha sorprendido este recurso, pues además de embellecer la piedra donde están incrustados, permiten al visitante entender un poco la idiosincrasia de la región que, por cierto, es la cabecera municipal.
La tarde nos permite capturarlos en nuestras cámaras, pero ya hay hospedarnos y cenar, pues al día siguiente hay que levantarse muy temprano para deleitar nuestros oídos con el distintivo, que además de impartir un curso, nos trajo hasta aquí: las aves madrugadoras.
La cena es muy común, decidimos solo un café, un pan de la región, que conseguimos en el mercado municipal, lleno de todo lo tradicional que se comercia en estos centros. El pan es muy suave, aunque también son piezas grandes, de buen sabor, sin destacar tanto. Soy un panero de toda la vida y he disfrutado grandes joyas de la repostería nacional en diversas partes del país, así que un pan como el de Libres no me convenció mucho que digamos, pero hay que descansar y el sueño nos encamina al hotel.
Dos motivos, nos obligan a salir de la cama y madrugar, en un momento con tremendo frío. Primero, tenemos que reunirnos con algunos participantes del curso, para que realicen tomas del alba y el segundo motivo, el que más me inspira, es escuchar la voz de la naturaleza de Libres.
Al salir del hotel, que está a un par de calles del jardín, comenzamos a escuchar un fuerte sonido, la mismísima voz de la naturaleza. Un coro descomunal integrado por cientos de aves de diferentes especies, que son como algunos grupos musicales, no se ven por ningún lado, pero se escuchan y muy fuerte.
El sonido alcanza a todo el pueblo, si estuviéramos acostumbrados, quizá nos parecería algo cotidiano, sin embargo, la intensidad y las vibraciones que estos emiten hace retumbar nuestros cuerpos, es una sensación muy diferente a cualquier otras sentida, llegan hasta el mismísimo corazón. El sonido comienza al alba y efectivamente, anuncia la llegada del astro rey y, por ende, el comienzo de las actividades productivas de esta hermosa cabecera municipal.
Es una experiencia es muy compleja de transmitir, aunque es una buena oportunidad para invitar a los viajeros a acudir a Libres, Puebla, aunque sea, de pasadita.
Recuerde que viajar es un deleite y más cuando se hace en compañía. Lo espero en la próxima Crónica Turística y le dejo mi correo electrónico para cualquier comentario o sugerencia trejohector@gmail.com
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