Con la sombra del maestro Hitchcock de fondo, esta película tiene la esperada cuota de elegancia y mordacidad del buen cine policial, cuya tradición se ve ennoblecida con este título que se solaza con las buenas actuaciones, el suspenso bien dosificado y un exquisito toque de distinción que la eleva por encima de otros filmes que exploran el crimen, el misterio y los desbordes de la naturaleza humana.
El guionista y director estadounidense Rian Johnson desató la polémica cuando, en 2017, realizó “Star Wars: Los Últimos Jedi”, porque se ganó alabanzas de los críticos y las furias de los fanáticos de la más popular saga de opera espacial. Ahora se reivindica con esta excelente película policial que parece inglesa, sobre todo por el ritmo, la elegancia de su puesta en imágenes y el corrosivo humor que destila, afianzado esto con la presencia de Daniel Craig en el rol protagónico.
Su retorno es brillante: acá todo resulta perfecto, se trata de una película que lo regresa al suspenso, género con que debutó en la dirección en 2005 con “Brick”, un filme de cine negro que tenía a estudiantes secundarios en los roles principales.
Acá, el director Johnson se apropia del whodunit -contracción de “who has done it?”- que se traduce como aquel relato que gira alrededor de un asesinato, en el cual la identidad del homicida no es revelada hasta el final. Algo que Alfred Hitchcock llevó a la perfección y en literatura Agatha Christie o Edgard Allan Poe lo elevaron a fórmula precisa para destilar suspenso, donde generalmente se asocia el cliché “el mayordomo es el asesino”, aunque acá no exista ni siquiera una criada.
Todo se inicia cuando la ama de llaves Fran (Edi Patterson) encuentra el cadáver de su patrón, un escritor de best seller millonario, Harlan Thrombey (Christopher Plummer), en su gran casa en Nueva Inglaterra. En un primer instante toda su familia presume que se trata de un suicidio: en sus manos se mantiene una navaja con la que ha cortado su cuello.
Para seguir el procedimiento de rutina, los policías realizan una última interrogación a todos los familiares del octogenario escritor. De esta manera, y siempre fiel al esquema tradicional, todos se van reuniendo en un escenario cerrado, donde cada uno irá dando su versión de los hechos, procedimiento en que el director altera lo cronológico de su relato fílmico e introduce seductores y precisos flashback para revelar algunos secretos que podrían cambiar todo el panorama.
Así, se reúne la hija mayor Linda (Jamie Lee Curtis) y el esposo de ésta, Richard (Don Johnson), su hijo Walter (Michael Shannon) junto a su mujer y su hijo, Joni (Toni Colette) y Meg (Katherine Langford), viuda e hija del desaparecido hijo de Thrombey, y Marta Cabrera (Ana de Armas), la joven e ingenua enfermera del difunto. Todos deberán declarar, cada uno aporta un motivo para que el escritor pudiera ser asesinado justo la noche de su cumpleaños.
Pero cuando todo parecía que sería mero trámite, aparece literalmente desde las sombras el famoso detective Benoit Blanc (excelente exagerada actuación de Daniel Craig), de marcado acento sureño, contratado de manera anónima para investigar si el escritor fue o no asesinado, y, por supuesto, de hallar al culpable si se comprueba el crimen, sobre todo cuando durante la fiesta su hijo Walter y su nieto Ransom (Chris Evans), discutieron horas antes del suceso y este último ni siquiera asistió al funeral.
“Entre navajas y secretos” es una narración elegante, precisa y tiene un elenco excelente que despliega todo su talento para entregar una visión despiadada de la familia y, de paso, hacer mordaces comentarios respecto de algunos aspectos políticos de la Norteamérica actual, uno de cuyos chistes radica en que la familia blanca y acomodada asegura querer y respetar a Marta, la enfermera, pero nadie sabe de qué país latinoamericano procede esta chica que, además, no fue invitada ni siquiera al funeral.
Lo entretenido es que el director no solo se divierte con el encierro e interrogatorio de los personajes, desplegando tintes de comedia en perfecta combinación con el creciente suspenso por saber quién fue el asesino de turno. El relato se va articulando con saltos temporales, pistas verdaderas y falsas que mantiene al espectador atento a un relato de 131 minutos que nunca desentona y que brilla con un elenco que incluye a consagrados como el gran Christopher Plummer, Jamie Lee Curtis o Daniel Craig junto con otros que están en pleno desarrollo como Chris Evans y Ana de Armas.
A estar atentos con la rueda de navajas que corona a cada uno de los personajes a medida que avanza el relato y con el guion original que se desarrolla con movimientos de cámara precisos y elegantes, todo esto coronado con un diseño de producción estilizado al máximo, con jardines, cuartos y ambientes de sofocante misterio.
Lo mejor que tiene “Entre navajas y secretos” va más allá de saber quién mató al escritor, sino la potente y despiadada mirada respecto de la familia que éste tuvo, una galería de personajes que se articulan como vehículos para un discurso crítico que utiliza la ridiculización y las exageraciones para referirse a temas actuales y necesarios como el culto al dinero, la discriminación, el miedo a la migración y la supuesta supremacía blanca.
Se trata de un filme grande, que en algunos años será clásico y modélico como “Muerte en el Nilo”, “El Asesinato en el Expreso de Oriente” o “Gosford Park”. Un exquisito bocado que sobresale en una cartelera agobiada casi siempre por la mediocridad de las sagas y los remakes innecesarios.
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