TERESA GURZA
Es poco decir, que estamos hartas.
Más del 70 por ciento de las mujeres del mundo, ha sufrido violencia de cualquier tipo y cientos de miles de ellas, aprovecharon la celebración este 25 de noviembre del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, para exigir cesen feminicidios y violaciones.
Porque como corearon miles de ellas, en la manifestación realizada este fin de semana en la Ciudad de México, “no nací mujer, para morir por serlo”.
Asesinatos, violaciones y denuncias, se han incrementado este violento año; dos mil mexicanas piden ayuda cada 24 horas al 911, porque las están golpeando.
Golpes que muchas veces son antecedente de los asesinatos, como en el caso de Abril Pérez Sagaón recientemente balaceada por mercenarios enviados presuntamente por su esposo, a meses de que según denuncia su familia, tratara de matarla él mismo pegándole con un bate mientras dormía.
El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, tiene su origen en el asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal ocurrido el 25 de noviembre de 1960, a manos de esbirros del dictador de la República Dominicana, Leónidas Rafael Trujillo.
La convocatoria para recordar sus muertes la inició en 1981, el movimiento feminista latinoamericano; y en 1999, fue asumida por la Asamblea General de las Naciones Unidas que pide a gobiernos y organizaciones no gubernamentales, sensibilizar a la opinión pública sobre este grave problema social.
La ONU considera causa de la violencia de género, “la falta de equidad en las relaciones entre hombres y mujeres y la persistente discriminación hacia las mujeres.”
Advierte que la situación está presente en los ámbitos doméstico y público y puede ser física, sexual, psicológica, económica y cultural; afecta a las mujeres desde el nacimiento hasta la vejez y no está confinada a cultura, región, país o grupos específicos.
Y sostiene que solo puede combatirse, “con prevención, educación, y una respuesta adecuada de la justicia, que evite la impunidad”
Pero nada de eso hay en México, donde generalmente se educa a los hombres, en sus casas y por sus madres, para ser machistas; los legisladores no hacen leyes que protejan a las mujeres y castiguen a sus asesinos; los policías las acosan, en los ministerios públicos se agrede y no se cree a las denunciantes y los jueces desestiman las acusaciones de quienes son violentadas por novios, maridos o parejas.
Y que finalmente son asesinadas, tras años de vivir con pánico; porque los criminales las golpearon, quemaron, violaron, insultaron, chantajearon y humillaron, produciendo efectos devastadores en sus familias, antes de llegar al extremo de la violencia que es matarlas; para luego aventar sus cuerpos en carreteras, terrenos baldíos o moteles.
Este año han sido asesinadas en América Latina más de cuatro mil mujeres; cifra que no toma en cuenta, los que no se denuncian y a las víctimas de los países del Caribe; porque el feminicidio no está tipificado por sus códigos penales.
Nuestro país ocupa el segundo lugar en asesinatos de mujeres, solo después de Brasil.
«La culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía» gritaron mujeres en muchas ciudades de América y del mundo, copiando la coreografía del colectivo chileno Lastesis, y coreando el himno, «Un violador en tu camino» que dice “El patriarcado es un juez que nos juzga por nacer y nuestro castigo es la violencia que ya ves…”
Y las manifestantes en la Ciudad de México, donde los feminicidios aumentaron este año en 35 por ciento, colocaron cruces rosas por las muertas de Ciudad Juárez, desde hace 25 años.
Datos de la ONU precisan que cada día son asesinadas nueve mexicanas y violadas cincuenta; lo que repercute en miedo de estar en sus casas y miedo de salir a la calle.
Y que la discriminación llega hasta cómo se catalogan sus muertes.
Sólo 726, el 25 por ciento de los dos mil 833 asesinatos de mujeres denunciados en lo que va del año, fueron calificados por los jueces como feminicidios; el resto, como homicidios dolosos.
Ciento cuarenta de ellos, sucedieron en Veracruz; ochenta y uno en el Estado de México; cincuenta y tres en Nuevo León; cuarenta y cinco en Puebla y cuarenta en la Ciudad de México; siendo Monterrey la ciudad con más feminicidios.
Y es también violencia, la ablación o extirpación de los genitales externos para evitarles el goce sexual, que sufren 200 millones de niñas principalmente en los países africanos, con secuelas mortales por infecciones y al dar a luz.
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