Un modelo se expresa con una narrativa que permite explicar el entorno, establece y relata las reglas del juego, describe los tableros. Esa narrativa o discurso incluye las respuestas a los problemas que ocurren y como pueden abordarse.
El discurso liberal no está aportando respuestas a las interrogantes que se ven en el futuro. En 1938 el comunismo, el fascismo y el liberalismo competían por explicar lo necesario para resolver los dilemas del futuro. En 1968 solo quedaban dos discursos ante la caída del fascismo y en 1998 con el debilitamiento del comunismo, se veía que solo el liberalismo podía entregar los “qué y cómo” del futuro. Esa hegemonía incluso presionaba a los países por las armas a convertirse en liberales, como las guerras lo demostraron, pero hoy, parece que el discurso liberal ya no aporta la solución, ni da el diseño al futuro que deseamos.
Ante la profunda desigualdad económica y social, en la que ya no basta el esfuerzo como único impulso de la superación, sino también una serie de elementos que cada vez se antojan más distantes. Ante una especialización que empieza a desfasar a miles de trabajadores en el mundo, debemos pensar en que sigue.
La salida de Evo Morales de Bolivia entrega la presión de aportar soluciones, en el mundo el discurso liberal entró en una crisis que se pretendió resolver con el retorno nacionalista. Se han levantado en el mundo Jefes de Estado con políticas francamente opuestas al discurso que apoyaba la globalidad, el libre comercio y el enfoque internacionalista. Ese enfoque nacionalista surgió políticamente por clases oprimidas, discurso que se construyó con las expresiones de apoyo a “los otros” con la percepción milenial.
Es muy interesante, después del ejercicio de vocación nacional en Bolivia, saber qué va a pasar. ¿Qué perfil tendrá el siguiente mandatario?, ¿cómo será su gobierno?, ¿Cuál será la estrategia para avanzar en el enturbiado y oscuro panorama internacional?, porque estas respuestas serán útiles para todo el mundo.
México sigue, en su nivel, siguiendo la misma política de otros países. Un retorno al nacionalismo, al paternalismo y a la vocación asistencialista del Estado. Pero resulta peligroso, tomar decisiones sin saber a qué entramos. El comunismo tampoco aporta soluciones a los problemas que no resuelve el liberalismo.
No estoy de acuerdo con las formas con las que actúa el presidente, veo dolencias que pueden opacar fortalezas como país, pero lo cierto es que un manejo liberal tampoco nos aseguraría un entorno de ensueño como esperábamos que ocurriera durante los 60´s y 70´s
El liberalismo, no está llevándonos al futuro que creemos nos debe llevar.
Resulta soberbio afirmar que si las cosas no se hacen como nosotros las hicimos esto va a fracasar. Sobre todo, en un tiempo en que lo único constante es el cambio.
En tiempo de duda cualquier respuesta se antoja real, porque no queremos lo que a la lógica nos suena mejor, sino lo que sentimos resuelve el dilema. Como el niño pequeño que respondió de inmediato pero equivocado, porque ¿Qué preferimos; calidad o velocidad?
Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes
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