AVISO DE CURVA

“November Rain” para MARS 

Noviembre de 2019 ha sido un mes complejo para Miguel Riquelme.  Antes que finalice la primera quincena, el Gobernador de Coahuila ha recibido tres noticias que no han sido de su agrado. Quienes lo conocen me comentan que ven en él un gesto de molestia, pero también aseguran que se le pasará pronto, y que se recuperará como ya lo ha hecho en otras ocasiones.

La primera noticia pegó a su imagen. La segunda vulneró las alicaídas finanzas públicas del estado. Y la tercera evidenció la fragilidad en la que aún se encuentra su partido rumbo a las próximas elecciones.

Golpe a la vanidad, anemia política y raquitismo financiero forman una triada de trastornos que, de no atenderse de inmediato, podrían dañar seriamente la salud y la estabilidad del estado. ¿El tratamiento implica ingresar al quirófano? No es para tanto, dicen.

Porque insisto, sus allegados refieren que Miguel Riquelme se ha repuesto con éxito de cuadros de salud más delicados. Al inicio de su gestión, por ejemplo, el diagnóstico parecía terrible: evidente crisis financiera, elección seriamente cuestionada y un Congreso local con mayoría opositora. El pronóstico del tal cuadro era reservado, sin embargo se inclinaba hacia la fatalidad.

Veamos lo que incomodó al mandatario. Al inicio del mes de noviembre, la encuestadora Arias Consultores (que no es la más certera del mercado, pero tampoco es una consultora “patito” como algunos lo señalaron) publicó los resultados de una encuesta respecto a la aceptación y el desempeño de los 32 gobernadores del país para el mes de octubre. El gobernador coahuilense no salió bien librado. Los encuestados lo ubicaron como uno de los mandatarios con el más bajo desempeño. Posición que resultó extraña incluso para sus opositores. Se supone que Miguel Riquelme mantiene a Coahuila como una de las entidades más seguras del país y se le observa activo respecto a la promoción del estado para la atracción de nuevas inversiones. Probablemente los ciudadanos le están empezando a cobrar factura por las bajas tasas de crecimiento económico que se registran en la entidad, y también por la falta de “rudeza” al momento de defender al estado de los recortes presupuestales federales.

La segunda noticia tuvo que ver, precisamente, con las afectaciones presupuestales a los proyectos de inversión para Coahuila. Recientemente se identificó una disminución de miles de millones de pesos en el concepto de Cartera de Inversión Federal de 2020, respecto al autorizado en 2019. Cualquier reducción en los recursos federales, tiene un enorme impacto en el desarrollo de la entidad y en el fortalecimiento de su infraestructura, ya que, a causa de la deuda y otros compromisos, los recursos fiscales estatales se destinan en su inmensa mayoría hacia el gasto corriente.

Sin embargo, no fue la encuesta que lo ubicó lejos de los mandatarios mejor evaluados o la considerable reducción del presupuesto federal para inversión en infraestructura, lo que provocó un sugestivo gesto de Miguel Riquelme.

La noticia trágica se la ofreció su propio partido en la reciente elección interna para renovar la dirigencia estatal. Ya que según las notas periodísticas que describían el proceso, la participación de priístas para elegir entre Rodrigo Fuentes o Enrique Sarmiento no superó los 250 mil sufragios.  Si partimos de que, a principios de 2018, el propio Rodrigo Fuentes prometió una credencialización de hasta 500 mil militantes, entonces algo falló: o lo hizo el proceso de afiliación y credencialización o fracasó la movilización el pasado domingo durante la elección interna; en cualquiera de los dos casos, con 250 mil votos el PRI está fuera de la contienda para la gubernatura en 2023, y si me apura tantito también estarían en riesgo la mayoría de los distritos para la renovación del Congreso local el próximo año.

La preocupación de Miguel Riquelme no es, en realidad, su imagen o las dificultades que enfrentan las finanzas públicas estatales. Ambas situaciones las ha lidiado con éxito. El mandatario coahuilense sintió la fría lluvia de noviembre en su rostro, cuando se enteró que, quienes se encuentran a cargo del PRI estatal, no tuvieron la capacidad de movilizar al menos los 482 mil votos que él obtuvo cuando ganó la gubernatura en 2017. Primer aviso.

 

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El Heraldo de Saltillo
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