Sin Morena, presidencia de AMLO unitaria, personalista, conflictiva
Cuando despareció del horizonte político el caudillo Obregón y el propio Elías Calles supo que no tenía los tamaños para hacerse cargo del proyecto revolucionario, el partido fue la salida que cohesionó la parte fundamental del proyecto revolucionario: mantener el poder más allá de las personas.
En 1936 el propio Elías Calles fue sacrificado en aras del partido, salió exiliado del país por Cárdenas y el proyecto revolucionario Obregón-Elías Calles- Cárdenas encontró el camino de las transexenalidad en el funcionamiento del partido como el pacto de poder entre las élites.
Sin Morena como partido político real liderado por López Obrador en su construcción estructural, el lopezobradorismo como gobierno no podrá transitar las crisis naturales de su proyecto de gobierno, entrará en disputas de posiciones en el 2021 y no podrá cohesionar el voto en el 2024 para el sucesor del tabasqueño.
En este sentido, el principal problema político, de gobierno y de poder de López Obrador estará en encontrar un término medio entre el gobierno de conferencias de prensa diarias de 7 a 9 de la mañana y la conducción del poder, de la administración pública y de las decisiones que requieren de políticos-partido para trasminar las desarticuladas estructuras de la sociedad.
El partido siempre fue una necesidad para el ejercicio cotidiano del poder. Porfirio Díaz cometió el error de repudiar un partido porfirista y gobernó hasta que la pluralidad de la sociedad encontró espacios en los partidos y clubes partidistas. Carranza no pudo poner como sucesor al ingeniero Ignacio Bonillas porque carecía de un partido real y Obregón confió a ciegas en su propio caudillismo hasta que su muerte desarticuló su proyecto y su grupo de poder. Elías Calles inventó el partido desde el Estado y Cárdenas lo proyectó como grupo de clases. Zedillo y Peña Nieto desdeñaron el partido y perdieron la presidencia.
El gran dilema de López Obrador radica en saber si su fuerza personal será suficiente para darle funcionalidad y continuidad a sus proyectos de gobierno en la sucesión presidencial de 2024 o si necesitará de una estructura de poder partidista que cohesione la funcionalidad de sus iniciativas. Hasta ahora sus decisiones han dependido de la habilidad de sus jefes parlamentarios en las dos cámaras y no de Morena.
Como partido cohesionador de movimientos y liderazgos personales, Morena ya no será el partido-sistema como lo fue el PRI para el largo ciclo priísta. Las disputas violentas por los cargos en Morena son igual a las violentas disputas a balazos entre los grupúsculos revolucionarios liderados por caudillos individuales y un puñado de seguidores de 1914 a 1928. El PNR nació en 1929 de la suma de alrededor de dos mil grupos locales.
La presidencia de Yeidckol Polevnsky en Morena ha carecido de un proyecto de partido por parte de su fundador, López Obrador. Pero el problema es que hasta ahora nadie ha entendido qué quiere López Obrador que sea Morena, pero a partir de que todo partido es una estructura de organización social de militantes y seguidores de personas e ideas para construir caminos ordenados para alcanzar el poder y desarrollar un proyecto de gobierno.
Sin control directo de López Obrador, Morena ha caído en la maldición de Michaels conocida como “la ley de hierro de la oligarquía”. El primer teórico de los partidos políticos estableció que toda organización formal como partido deviene en una oligarquía divorciada de sus bases. Y Morena entrará en una zona violenta y jaloneada de guerra civil interna a la hora del reparto de candidaturas a gobernador y a legisladores federales, toda vez que carece de reglas formales y no tiene mecanismos de control para distribuir de manera ordenada el poder.
Y lo peor para Morena radica en el hecho de que el relevo de Polevnsky en la presidencia de Morena arrancará la fase informal y sin duda la más fuerte para ir perfilando el candidato presidencial para 2024. Pero como se presentan las cosas y la disputa violenta por la presidencia que está transformando a grupos en trincheras, Morena será un problema del presidente López Obrador. La amenaza de salirse del partido llevará a su gobierno a un personalismo de gobernabilidad complicada y de desgaste porque la política de manera inevitable se practica desde los partidos.
Todo proyecto presidencial necesita de un espacio político –el teórico David Easton creó el modelo de caja negra— en cuyo seno se dirime la distribución de bienes y beneficios políticos. En caso de no existir, la disputa por el poder se dará en el espacio presidencial y cada vez más exigirá el arbitrio del ejecutivo hasta para asuntos menores hasta desgastar la institución presidencial.
Política para dummies: La política es una estructura de poder, por más que los caudillos crean que el mundo acaba en ellos.
@carlosramirezh
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