Cada grupo social tiende a establecer control sobre sus propios elementos, de hecho, la civilización no es más que el perpetuo y constante esfuerzo por auto controlar la violencia. En un caos no puede existir ni florecer civilización, entiéndase por caos un entorno violento y no solamente un entorno agresivo que rete a sacar lo mejor. Los controles sociales son formales, que alcanzan a verse bajo una forma establecida y objetiva, como un reglamento, una ley o una mañanera instrucción. Pero también existe un control informal, soportada en la cultura. Así se encuentran modos y costumbres que no alcanzan a tener una forma concreta, pero si una noción de obligatoriedad.
Un mal común y anclado en muchos consiste en ver al futuro como la continuidad pacífica y sin cambios del presente. Este fenómeno se llama inmunidad subjetiva, Mary Douglas la definió como: “la tendencia a ignorar o restar importancia a los peligros cotidianos más comunes, con lo que el individuo corta la percepción de riesgos altamente probables, de manera que su mundo inmediato parece más seguro de lo que es en realidad” Pensar en consecuencias posibles como si nunca nos pasarán por la sola justificación que somos nosotros es irracional y se apoya en el mismo pensar que nuestra esperanza.
Debemos cuidar los riesgos de perder esos controles, porque la gobernabilidad nunca se construye de inmediato más que con el ejercicio de la fuerza. Para que ella permee en nosotros, sin el miedo ancestral a los “catorrazos” se debe reiterar hasta construir hábitos virtuosos que nos civilizan
Cuando Mario Vargas Llosa se refirió a México como la dictadura perfecta, describió un entorno político que va más allá de una alternancia de poderes para renovarse, describió toda una estructura capaz de someterse a únicas voluntades y no pesar sobre ellas el anhelo de autonomía. Pero también hay límites. Lo ocurrido en Culiacán puede lastimar muchas instituciones en la percepción que tenemos sobre ellas, como algunos han expuesto ante un ejército que se siente ofendido. Si no se maneja correctamente o se hace algo al menos por legitimar este esfuerzo, se abre un gran boquete que se puede acrecentar. Las emociones se quedan, se acumulan y se suman. Una crisis abierta que puede sangrar e infectarse, ante una infección la toxicidad daña todo, incluso el discurso.
Las crisis que se mantienen, se suman y apoyarse en el discurso y no en la estrategia es peligroso. Porque no es paliativo ni medicina, ante una crisis esperas acción, no silencio ni cerrazón. Si la crisis es posibilidad de mejora, también es ocasión de deterioro si no se atiende, si se deja.
Un noble e inteligente escritor, José Agustín Goytisolo, escribió: Erase una vez un lobito bueno / al que maltrataban los malos corderos / Y había también un príncipe malo / una bruja hermosa / y un pirata honrado. / Todas esas cosas / había una vez / cuando yo soñaba / un mundo al revés. Ayuda pensar en el mundo al revés, porque nos muestra posibilidades que quizá no yerren.
Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.
Autor
Otros artículos del mismo autor
- COAHUILA20 noviembre, 2024Coahuila es cuna de la Revolución, de la Constitución y del ejército: Manolo
- COAHUILA20 noviembre, 2024Solicita Jericó a Secretario de Hacienda más recursos para estados y municipios
- OPINIÓN20 noviembre, 2024DE LUJOS Y ENMIENDAS
- OPINIÓN20 noviembre, 2024CARRETERA MONTERREY – REYNOSA