Algunos, como el de 1957 y 1985, han incentivado la práctica del diseño sísmicos en los edificios: Roberto Meli Piralla, doctor honoris causa por la UNAM
Ciudad de México.- Los cinco sismos severos ocurridos en la Ciudad de México a partir de 1900 han servido para incrementar la investigación, la normatividad y la práctica del diseño sísmico de los edificios, afirmó Roberto Meli Piralla, doctor honoris causa por la UNAM.
En la conferencia magistral “Efectos de los sismos del último siglo en la Ciudad de México”, en el auditorio Javier Barros Sierra de la Facultad de Ingeniería (FI), Meli enumeró los de 1911, 1957, 1979, 1985 y 2017, que causaron daños de consideración.
El también investigador emérito del Instituto de Ingeniería (II) recordó que el 7 de junio de 1911 aconteció el llamado sismo de Madero, pues coincidió con la llegada de Francisco I. Madero a la capital. Aunque su magnitud y epicentro no están claramente definidos, en la CdMx causó 35 pérdidas humanas y daños materiales en edificios públicos, escuelas, en el cuartel militar de la Rivera de San Cosme y en el Templo de la Profesa, en el centro histórico.
“Entonces no se contaba con los requisitos de seguridad sísmica en el reglamento de las construcciones. Sin embargo, había ingenieros capaces”.
Sismo del Ángel, impulso a la ingeniería
El 28 de julio de 1957, a las 2:40 horas y epicentro en las costas de Guerrero, ocurrió el llamado sismo del Ángel, pues hizo caer al suelo la escultura central de la Columna de la Independencia, relató el académico, quien ha obtenido el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Tecnología y Diseño, y el Premio Universidad Nacional en el área de Innovación Tecnológica.
En esta urbe tuvo graves efectos y pérdidas estimadas en 160 millones de dólares de la época. “Causó más de 50 muertes y tuvo un daño mayor en la Ciudad de México que en la zona epicentral. El reglamento de construcciones de 1940 incluía reglas simplistas para considerar los efectos sísmicos en las edificaciones”, consideró.
La ingeniería sísmica tuvo un impulso después de aquel temblor. El Instituto de Ingeniería se había creado un año antes, en 1956, y el posgrado en Ingeniería se concentró en ingeniería sísmica.
El reglamento de construcciones de 1940 pedía una revisión de la capacidad de resistir una fuerza lateral igual a cuatro por ciento del peso del edificio.
“En 1960 apareció el Folleto complementario como ayuda para la comprensión de la norma y el empleo de los métodos de diseño, particularmente en el comportamiento dinámico de las estructuras. En 1961 se creó la Sociedad Mexicana de ingeniería Sísmica, que contribuyó a la divulgación de las nuevas técnicas. “La normativa se fue haciendo más racional y estricta, sobre todo en la versión correspondiente al reglamento de 1978, que adoptó el formato de estados límite”, comentó.
El 14 de marzo de 1979 sucedió el llamado sismo de la Ibero, porque colapsaron algunos de los edificios de la Universidad Iberoamericana.
Causó afectaciones en Acapulco, Zihuatanejo, Ixtapa y Lázaro Cárdenas, principalmente en construcciones de adobe.
Sismo de 1985, con más daños
El 19 de septiembre de 1985 sucedió el sismo de magnitud 8.1, con epicentro en las costas de Guerrero y Michoacán. Oficialmente hubo cuatro mil 500 muertos, pero las cifras extraoficiales llegaron hasta 20 mil fallecidos.
Meli recordó que entonces ocho estaciones registraron el movimiento del terreno en el Valle de México. Hubo grandes amplificaciones de la aceleración en áreas con suelo blando, característico de la zona centro de la capital. También hubo un movimiento monocromático, con frecuencia igual a la del modo fundamental de suelo y larga duración de la fase intensa.
No había experiencias previas de un desastre de ese tamaño, lo que retardó las reacciones, el rescate de víctimas, la revisión de la habitabilidad de los edificios dañados y la reinstalación de los servicios de agua y telecomunicaciones, además de propiciar la insuficiencia de alojamientos de emergencia, subrayó.
Los grupos organizados por el Instituto de Ingeniería para la evaluación de daños hicieron levantamientos de daños de los edificios, zonificación de 15 zonas dañadas y organización de brigadas para cada una, con un formato único.
El mismo 19 de septiembre, pero de 2017, ocurrió un sismo magnitud 7.1 en los límites entre Morelos y Puebla.
Fue un evento de falla normal con epicentro en Axochiapan, Morelos. Aunque sismos de este tipo y magnitud han sido frecuentes en la zona de Puebla, Morelos y Guerrero, por ser el epicentro más al norte de lo habitual, ha sido el primero de falla normal que ha causado daños en la Ciudad de México, explicó Meli.
El experto señaló que los daños de este temblor se han concentrado especialmente en las construcciones religiosas de los estados cercanos al epicentro, afectando tanto templos del siglo XVI como construcciones más modernas.
En sus conclusiones, dijo que la mayoría de las estructuras colapsadas y dañadas son antes de 1985, con el 90 por ciento de los daños en edificios de menos de ocho niveles. “El 51 por ciento de las estructuras mostraron haber tenido problemas del suelo o cimentación, mientras que los daños principales han ocurrido en muros de relleno o de fachada y columnas de concreto”. (UNAM)
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