“La vida tiene formas de hacernos crecer”. Esta sencilla frase me encanta y no fue hasta hace poco más de un año, aproximadamente, que tomó total sentido para mí.
Hace poco más de un año , aproximadamente, si me encontraras en la calle o en alguna reunión y me preguntaras ¿Cómo estás?, te contestaría al instante con una sonrisa y un cortés: “Yo, muy bien ¿Y tú?” ¿Qué no podría estar bien? Seguramente pensaba que lo estaba, la verdad no recuerdo.
Lo que sí recuerdo es que no veía la hora de salir de un trabajo en el que pasaba más de diez horas sentada haciendo algo, que si bien no me disgustaba, estaba segura no querer prologar mucho tiempo. Quería llegar a casa con mi hijo, sin embargo deseaba una pausa antes. Creía necesitar fumarme al menos un cigarro, y que mejor acompañarlo de una cerveza para relajarme y desconectarme, y aún y con ello, fue un resultado que incontables veces no logré. Me ponía en modo ahorrador de energía para sobrevivir, las siguientes dos horas con mi bebé, con una paciencia a prueba del más cauteloso llanto, y tres horas más que ocuparía en alguna labor de la casa, preparando la agenda, comidas y/o mochilas del día siguiente, aplicando mi “prestación” de home office o fingiendo ver una serie con mi esposo, actividad en la cuál, si algo era cien por ciento probable, terminaría completamente desmayada en el sillón, sin haber logrado desmaquillarme o cenado siquiera. Pero estaba bien.
Algunos días alrededor de las 11 pm, recuerdo, sentía unas ganas incontrolables de llorar. A veces me sorprendía a mi misma, cuando lo lograba, desmaquillándome o lavándome los dientes, llorando. ¿Quieres saber por qué? Ni yo misma lo sabía. Recuerdo haber pensando se debía a que mi esposo aún no había llegado a casa. También pensé que solo ya me quería dormir o seguro estaba hormonal, pues se acercaba mi periodo. Llegue a pensar que sólo estaba cansada, por eso me veía al espejo y yo no me creía linda, estaba roja con mi rosácea en su máximo esplendor y muchos granitos adornándola. Algunos días logre reconocer que me sentía sola y quería sentirme amada. Y otros días me dije a mi misma: “¡Basta, estas completamente chiflada!”, tallándome las lágrimas de mis mejillas. Pero estaba bien. Vieras cuan dominado tenía el arte de transformar esa cara frente al espejo a punto de romper en llanto, por un sonrisa que al instante tendría el poder de comunicar: Aquí todo esta bien. Pero no lo estaba, y cada vez era más difícil ocultarlo, inclusive a mi misma.
También llegue a culpar al mundo entero: a mi esposo por no “ayudarme”, a mi pequeño hijo por no “cooperar” (cabe mencionar era un bebé de 1 año), a mi mamá por no “entenderme”, a mi jefa por “juzgarme” y “explotarme”. Porque YO estaba bien. El mundo no, por hacérmelo todo tan difícil, yo sí, por ilógico que parezca.
Hasta que una de las voces más cercanas a mí, por que la vida sabe y te pone a maestros a veces duros que necesitas, me dijo lo que yo tanto precisaba y no quería oír: MUJER, NO ESTÁS BIEN.
Si tienes un trabajo que no te gusta, o te impide llevar la vida que quieres. ¿Qué haces ahí? ¿Quieres estar más tiempo con hijo? Está más tiempo con tu hijo. ¿Quieres tiempo para ti? Date un tiempo a ti sola. ¿Quieres ser maestra o emprender un negocio? Hazlo. Deja de luchar contigo. Los demás hacemos cosas, pero no te las hacemos a ti. ¿O qué es lo que quieres? En pocas palabras, lo que quería decirme era: Si no estás bien, es responsabilidad tuya.
Y de repente lo único que resonó en mis oídos fue la pregunta ¿Qué es lo que quieres? Por qué raro en mí, no pude contestar. Creía tener la respuesta, pero ya no estaba vigente. Seguramente en algún punto de mi vida creía saber lo que quería, pero ya había caducado. Me veía y me sentía totalmente como otra mujer, otra mujer con la que vivía todo el día, todos los días, e irónicamente no conocía.
De nuevo, “la vida tiene formas de hacernos crecer” y me enrolé en la esclarecedora y singular aventura de certificarme como maestra de Yoga, lo que para muchos podría catalogarse como una disciplina física, para mí fue una asignatura de vida.
Y esta me trajo aquí, pues tendría que diseñar un proyecto para entregar Yoga a mi comunidad más cercana. Comencé haciendo lo que mejor sabía hacer, dada mi profesión, entonces me sumergí profundamente en mi etapa de investigación ¿Adivina con quién? Mujeres, al final de cuentas, si el Yoga había traído claridad a mi vida, probablemente podría beneficiar a otras en mi “misma” situación. Ingenua yo, pues no comprendía la variedad de realidades que estaba por encontrar a mi alrededor.
¿Te suena familiar? Cada una de las entrevistas con Mujeres comenzaba con un político ¿Cómo estás? A lo que se respondía con un amable: Muy bien ¿Y tú? Pero con suerte, treinta minutos después, obtenía una probadita de verdad:
“No hay día que no me pregunte por lo menos una vez ¿Lo estaré haciendo bien?”.
“Claro que tengo ganas de llorar, ¿Sabes por qué?, por qué me siento culpable. No estoy con mis hijos, pero si me quedo en la casa sería una mujer amargada y sin vida, con son todas las que hacen eso”.
“Desde que soy mamá, ya no tengo tiempo para nada, ni para respirar ¿Sabes lo que es eso?”.
“Pues, ¿qué te cuento de mi vida? Nada interesante, es aburrida y rutinaria”.
“Fíjate que es raro eh, estoy completamente rodeada de gente todo el día, y me siento tan sola”.
“Dany, te mato si le dices a alguien que yo dije eso, ves tanta mujer hermosa y exitosa en Instagram, que primero muerta, a que se enteren que todo es un desastre”.
“Mmmm, la mujer perfecta, pues es: una mujer profesionista, trabaja y tiene buen puesto, o tiene un negocio, vaya gana bien. Es mamá, nunca se cansa y es moderna, ah y sus hijos son un amor. Es un ama de casa eficiente y una atenta y tierna esposa. Siempre esta arreglada y obvio esta flaca por que hace ejercicio. Y hace todo eso sola, sin ayuda, yo digo que las que tienen muchacha son muy flojas. Ah, ¡también cocina! Saludable y orgánico”.
Seguimos y seguimos, terminando así:
“Si, bueno él dice que no sirvo para nada, mas que para fregar. Pero sí siendo honestas, ni un huevo me sale bien”.
“Y yo lo entiendo quien quiere regresar a casa para ver a la gordiflas, toda loca”. (Refiriéndose a ella misma)
“Nombre ese tipo de trabajos necesitan mujeres bonitas, jóvenes, solteras, inteligentes, no que una.”
“Sí, mi suegra me lo ha dicho, que deje de andar jugando a trabajar y me ocupe de mi casa y mis hijos, luego por eso nos andan dejando y ahí andamos llorando”
“Ah claro, me ha dicho tonta, estúpida y más, pero si yo me lo digo, que él no”.
“No, nunca me ha pegado, con la mano ¿te refieres, verdad?”
Sorprendentemente, el común denominador de cada de estas expresiones, es que fueron dichas entre risas. Y que cada una de estas pláticas sembró suficiente inquietud en mí, como para seguir explorando. No tenía que escarbar demasiado, la Organización Mundial de Salud, estima en 2018 que, a nivel mundial, 73 millones de mujeres adultas sufren cada año un episodio de depresión mayor. Por cada hombre deprimido, hay cuatro mujeres diagnosticadas. Y en aumento, pues mundialmente el número de mujeres diagnosticadas con depresión y ansiedad ha crecido 300%, durante los últimos 5 años.
Mujer, no estás bien. Y esta bien no estarlo. Esta bien sentir lo que sientes, no estas chiflada, no estas loca. Eres humana, y como tal un ser vulnerable. No hay nada de malo en ello, ni nada de que avergonzarse. Darnos cuenta y poder reconocerlo, es imprescindible y el comienzo de un camino de sanación, de transformación, de creación.
A partir de aquí, se me brindó la oportunidad y me uní al proyecto “Brillas con Luz Propia”, un reto iniciado en 2018 por mi muy admirada maestra Cynthia Landa, Co-fundadora de Sadhak Yoga Institute. Juntas lo rediseñamos y creamos una comunidad de mujeres, un manifiesto vivo entregado en un programa en línea de Yoga y Mindfulness especialmente para la Mujer de hoy.
“Brillas con Luz Propia” revela a la comunidad de mujeres que no están solas, tenemos un sin fin de roles, seguramente una o varias luchas. Hay un sentir común de estrés, presión y exigencia hacia la “perfección”. Pero a su vez, manifiesta que el único camino para construir calma y bienestar, esta sólo en nuestro interior, depende de nosotras mismas. Manifiesta que podemos reprogramarnos y creer que somos dueñas de nuestra propia realidad, por lo tanto podemos ser todo que deseemos Ser y transformar todo lo que queramos Transformar.
¿Cómo? Muy sencillo, aprendiendo a pausar. Educándonos a hacer una pausa en nuestro imparable día para traernos de regreso al presente. Ese es el regalo que “Brillas con Luz Propia” nos hace a cada mujer de nuestra comunidad, una pausa en nuestra vida. Una pausa al día para nosotras mismas. Una pausa para respirar, para relajarnos, para generar calma y liberar estrés. Un momento para conocernos, para reconectar con nosotras mismas, para querernos y liberarnos de todo lo que no nos haga sentir bien. Una pausa para escucharnos, para sentir, reinventarnos.
Una pausa de 50 min al día, 4 semanas (del 21 de octubre al 17 de noviembre), para estar con nosotras mismas.
El programa se accesa por medio de la plataforma digital de Sadhak Yoga Institute. Lo definimos como un programa integral pues combina técnicas milenarias y científicamente comprobadas como: Meditación, ejercicio físico (practica de posturas de Yoga), ejercicios de atención plena (mindfulness) y filosofía de yoga.
Lo cierto es, sigo sin tener todo resuelto, ni lo tendré. Sigo aprendiendo, sigo creciendo. Aún hay momentos en los que quiero llorar y me siento cansada o sin respuestas, pero ahora sé que esta bien sentirme así, ahora puedo reconocerlo y he encontrado las herramientas para poder escucharme y volverme a conocer todos los días. Sigo sanando, sigo auto descubriéndome, sigo transformando. Disfruto incansablemente las tardes con mi hijo, Damián, me encanta poder ser yo quien lo lleve y recoja de la escuela. Me he retado emprendiendo nuevos proyectos con grandes propósitos. Como en todo, hay una contraparte y hemos tenido que ajustarnos a presupuestos y recortado gastos. Nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de mi familia.
Hoy puedo decir que estoy presente en mi vida. Feliz, ligera, libre, solté algo de control. He descubierto momentos tan simples que estaban ahí y no sabía que disfrutaba tanto, como tomar mi jugo verde en la mañana o mi café por la tarde, sentarme a ver llover con Damián en el escalón de la entrada de la casa o leer un cuento de pancita en la cama.
Hoy puedo contestarte la pregunta que no pude resolver hace un poco más de un año, y que resonó tanto en mis oídos, aquel día: ¿Qué quieres hacer?
Quiero apoyar a las mujeres a SER, no a HACER. A tratar de sumergirse en el presente, a ser más amables con ellas mismas, dejar ir y sentirse orgullosas de hacerlo. A entender que cada una es perfecta tal cual es hoy. A disfrutar al máximo los momentos que se pueden gozar, y a reconocer la vida como lo que es, una aventura de introspección y realización de ellas mismas.
Quiero decirle hoy a cada mujer: “No estas sola, suelta tu lucha, y encuentra tu paz, encuentra tu luz”.
Sobre la autora:
Dany Ayala
Orgullosa mamá, emprendedora entusiasta y cofundadora de MUNO, COMUNO & Brillas con Luz Propia, ferviente practicante y maestra de Yoga.
Mercadóloga, moderadora e investigadora de profesión. Egresada del Tec de Monterrey, Campus Monterrey.
Amante de la meditación, la música, un buen libro, los paseos y convivencias al aire libre, la comida hecha en casa y las pláticas de reflexión y filosofía. Fan del olor a otoño y de una tarde lluviosa.
Estudiar, su energía. Escribir, su terapia. Su motor, su familia.
Egresada de Sadhak Yoga Institute del programa Pravesha TT (300 hrs) & Younger for Longer Yoga (100 hrs).
Certificada en Mindfullness Based Stress Reduction (MBSR) por el Hospital Zambrano Hellion.
Enamorada de compartir Yoga a través de diversas técnicas: Meditación y ejercicios de Atención Plena, Pravesha, Vinyasa, Ashtanga y Yoga Rehabilitador / Restaurativo.
Puedes seguirla / contactárla en Instagram como:
@da.yogui, @brillasconluzpropia,
Vía whatsapp 8118796558
Inscripciones al programa Brilla con Luz Propia
https://sadhakyogaenlinea.com/p/brilla-con-luz-propia2
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