El cambio climático, la causa, advierte Andrés García, del Instituto de Biología de la UNAM
Ciudad de México.- A nivel global, hay gran preocupación por la disminución de poblaciones de insectos debido al cambio climático y sus implicaciones en los ecosistemas. Los mecanismos de resiliencia de la Tierra están tan afectados por la crisis ambiental que al planeta le falta tiempo para recuperarse de lo que ya se conoce como la sexta extinción masiva, advirtió Andrés García, del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.
Esta crisis se caracteriza por la pérdida acelerada de especies, la modificación irreversible de los ecosistemas naturales, el cambio climático (calentamiento global), la afectación de la capa de ozono y la emergencia de enfermedades, aseguró el investigador.
Para García, diversos factores originan esta situación: el crecimiento poblacional, la deforestación, la fragmentación del hábitat, la sobreexplotación de recursos, la introducción de especies exóticas y la quema de combustibles fósiles, entre otros.
Lo anterior, según un estudio binacional sobre los efectos del calentamiento global en la reducción de la abundancia de especies y la consecuente reestructuración de la cadena trófica en bosques tropicales de Puerto Rico, en el que participan Andrés García y Bradford C. Lister, de la Rensselaer Polytechnic University, EU.
En el artículo “Climate-driven declines in arthropod abundance restructure a rainforest food web” (www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1722477115u, los expertos indican que el cambio climático es un factor clave en la reducción de la abundancia de artrópodos y, por ende, de las poblaciones de sus depredadores, que incluyen lagartijas del género Anolis, una rana del género Eleutherodactylus y varias aves insectívoras.
Su contribución fue reconocida recientemente por la Prince Albert II of Monaco Foundation, en ceremonia en Madrid, España.
Crisis ambiental
La crisis ambiental “causa a una velocidad alarmante, no registrada ni en tiempos geológicos, la pérdida de biodiversidad, la extinción de especies, la disminución de sus poblaciones y el acotamiento de sus áreas de distribución”, subrayó el biólogo.
Es tan fuerte el impacto humano, llamado por algunos Antropoceno, que la tasa de extinción actual es mucho más alta que la tasa de extinción natural. Por eso, un millón de especies están en riesgo de desaparecer. Y las extintas en el siglo XX o en 100 años debieron perderse en un periodo de entre 800 y 10 mil años, dependiendo del grupo taxonómico al que pertenecían.
Además, la tasa del calentamiento global también aumentó. En el siglo XIX el incremento anual fue de 0.005º Celsius (C), y en el XX de 0.003º C, “por lo que la temperatura media del planeta pasó de 0.2º C mayor en la década de los 70, a 1.2º C mayor en años recientes”, agregó.
Asimismo, el cambio climático, en particular este calentamiento global desmesurado, altera los patrones de lluvia global y la ruta de las corrientes marinas y aéreas que transportan nutrientes.
La modificación de las corrientes marinas a consecuencia de la elevación de la temperatura y del nivel del mar, propiciado por el derretimiento de los polos, modifica en los océanos la distribución de nutrientes y de especies, debido a las preferencias térmicas de éstas, o a los cambios en sus áreas de actividad, alimentación y reproducción.
Ocurre lo mismo con otras especies de plantas y animales que responden a cambios en el clima y sincronizan su ciclo de vida con las variaciones estacionales.
“Grandes regiones estarán en peligro si las corrientes aéreas que transportan nutrientes al Mar de Cortés, o las que los llevan del desierto del Sahara a la Amazonía, pierden ese suministro o lo trasladan a otras partes”.
Servicios ecosistémicos
Con la pérdida de biodiversidad, todos los servicios ecosistémicos, como los de provisión de recursos y la formación de suelo, son afectados local y globalmente.
“Por ejemplo, en las últimas décadas se ha triplicado la sobreexplotación de pesquerías y hay tasas de erosión por actividades agrícolas y deforestación de 100 a mil veces mayores que la formación de suelo”, apuntó el investigador adscrito a la Estación de Biología Chamela de la UNAM, en Jalisco.
El ciclo del agua, otro servicio ecosistémico básico porque conecta todos los ecosistemas y escalas, también es alterado por la erosión y deforestación, que reducen la captación y almacenamiento de este líquido. Su calidad también se ve afectada por el uso de fertilizantes, que la contaminan.
Por otro lado, el crecimiento demográfico aumenta cada día la presión sobre éstos y otros servicios ecosistémicos. Se debe tomar en cuenta que actualmente la población mundial es de siete mil 500 millones y en 2050 se proyecta que sea de 10 mil millones.
Respecto a la polinización, esencial en el mantenimiento, funcionamiento y estructura de los ecosistemas, dijo que también se ve perjudicada.
“Aunque no hay consenso sobre su magnitud, el alarmante declive de poblaciones de abejas afecta la agricultura, así como la reproducción y dispersión de muchas especies de plantas silvestres (75 por ciento de las que tienen flor dependen de polinizadores)”, afirmó García.
En los últimos 25 años se ha registrado una reducción de hasta 75 por ciento de las poblaciones de insectos voladores en Alemania, y de hasta 50 por ciento de las de mariposas en Europa.
La investigación de García y Lister también reporta un incremento en la temperatura media de 2.4º C entre 1981 y 2014, y una reducción de 80 por ciento de la abundancia de insectos en las selvas bajas de Chamela, Jalisco, desde 1980.
“Es probable que, por el declive de poblaciones y el esperado incremento en la frecuencia e intensidad de los huracanes, los insectos de Puerto Rico y la selva de Chamela no puedan recuperarse o responder adecuadamente ante los efectos del impacto del cambio climático”, concluyó el universitario. (UNAM)
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