El popular artista español, con 40 discos publicados, medio centenar de números uno en distintos países y más de 100 millones de copias vendidas, ha fallecido en la madrugada de este domingo.
La delicada salud de Camilo no hacía prever un desenlace fatal. El músico fue ingresado en la Clínica Quirón, de la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón, el sábado por los problemas renales que padecía y su muerte se anunciaba a primeras horas de la madrugada del domingo. La SGAE tenía previsto instalar a lo largo del día la capilla ardiente en su sede, que mañana lunes abrirá al público.
El anuncio del fallecimiento del autor de Vivir así es morir de amor provocó una oleada de pésames en las redes sociales, empezando por políticos como Pedro Sánchez o Albert Rivera. Un reconocimiento que al cantante le hubiera gustado tener en vida. Vivía solo (solía decir que por decisión propia) y prácticamente olvidado en su chalé de Torrelodones (Madrid), arropado únicamente por sus recuerdos que desbordan paredes y estanterías. En España no consiguió ni el Premio Nacional de Música pese a que algunas de sus composiciones pueden ser tarareadas por tres generaciones de españoles. Sin embargo, al otro lado del Atlántico siguió siendo hasta este sábado mismo un ídolo de masas, su música sonaba a diario en las radios y, entre sus seguidores, se encontraba un público muy joven. Tras 50 años de carrera musical, más de 40 producciones discográficas, varios discos de platino, cientos de composiciones y más de cien millones de discos vendidos en todo el mundo, el músico decidió reinventarse por enésima vez en noviembre del año pasado. Publicó, a modo de despedida, un nuevo álbum, Camilo Sinfónico, donde repasaba sus grandes y numerosos éxitos (las voces se tomaron de las copias originales) arropado por una orquesta sinfónica pero no hizo más promoción que una presentación tan simbólica como fugaz, en el madrileño Florida Park. Había perdido prácticamente su voz y se movía con dificultad.
Cantante, compositor y productor musical, sus obras han cubierto géneros como la balada, el pop y el rock. Su primer éxito llegó en 1970 cuando publicó el álbum Algo de mí, que se convirtió inmediatamente en número 1 y desde entonces, no paró. Su gran capacidad creativa se reflejó durante las décadas de los setenta y los ochenta, en las que llegó a publicar un disco al año. Esa intensidad creativa estuvo acompañada por sus innumerables giras de conciertos centradas en la totalidad de los países iberoamericanos, pero también en Estados Unidos (Nueva York, California y Florida) y Japón.
Camilo fue un adelantado a su tiempo. Fue precursor en España de los musicales cuando en 1975 montó y produjo, a su costa, la ópera rock Jesucristo Superstar, donde interpretaba al propio Jesucristo y contaba en el elenco con Ángela Carrasco como María Magdalena y con Teddy Bautista como Judas. El musical originó muchos problemas y fue muy contestado por católicos exaltados pero El rey del amor demostró que su voz podía con cualquier registro y que contaba con la simpatía del público. El pasado diciembre en su casa, donde guardaba en una vitrina la túnica y las sandalias de cuero que usaba en la obra, en el curso de una entrevista para EL PAÍS Semanal, contaba que gracias a Jesucristo Superstar pudo romper el mito del “Camilito guapo” con el que lo tildaban sus detractores. También ha compuesto canciones para otros artistas como Miguel Bosé —en 1976 dos canciones, y produjo y compuso su primer disco—, o David Bustamante.
Su relación con las mujeres fue, cuando menos, extraña. Apenas se le conocieron idilios. “Han aparecido muchos personajes pero ninguno me hizo cambiar de idea”, decía sobre el matrimonio. No hubiera soportado la vida de casado. “Así es como quiero que sea: el escenario y una puerta atrás con el coche en marcha, y cuando el público todavía está pidiendo otra, yo ya estoy en el hotel. Si quiero que haya alguien allí, ya he avisado yo”. Siempre fue un tipo solitario que parecía tener alergia a las fans enloquecidas. En 1983 nació su hijo Camilo Míchel, fruto de una relación con la mexicana Lourdes Ornellas y, tres años más tarde, escribió su autobiografía al mismo tiempo que decidió retirarse voluntariamente de los escenarios: «Me voy porque quiero hacerme mayor viendo hacerse mayor a mi hijo» declaró. Volvió a la música a principios de los noventa pero no consiguió repetir su éxito.
Dotado de voz aguda, perfecta dicción y amplia tesitura, sus canciones tratan temas de amor y de desamor, pero también de felicidad y alegría. Maestro de la interpretación, vivía sus composiciones intensamente con tonos desolados, pero también esperanzados, alegres y festivos. Durante su carrera se fue adaptando a los nuevos tiempos y fue pasando de las grandes orquestaciones y la utilización de coros femeninos, a unos ritmos más vivos con nuevas instrumentaciones más tecnológicas.
Poseedor de un repertorio propio abrumador, muy pocas veces ha versionado canciones ajenas. Se ha prodigado en duetos acompañado de artistas femeninas como Ángela Carrasco, Lani Hall, Alaska, Isabel Patton, Rocío Dúrcal o Marta Sánchez. En su repertorio figuran temas inolvidables pero su canción Vivir así es morir de amor ha trascendido a tres generaciones y es una de las más solicitadas en los karaokes.
Su público es mayoritariamente femenino y se ha mantenido fiel a lo largo de tres generaciones, a pesar de la variedad de géneros musicales con los que ha tenido que competir a lo largo de su extensa carrera: rock intenso, pop anglosajón, música disco, glam, punk, movida, soul, new age, grunge, o las músicas del mundo. (EL PAÍS)
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