CÁPSULAS SARAPERAS

 La prohibición del pilón

En esta ocasión te platico de una situación presentada el 12 de marzo de 1837, cuando a Saltillo se le decía por costumbre por su nombre, o bien la llamaban Leona Vicario, ya que en un tiempo también ostentó tal nombre y en la confusión cada quien la llamaba como le venía en gana.

En esta ciudad de Leona Vicario, o bien Saltillo, se decretó una prohibición muy peculiar. Se prohibieron los pilones. Sí amigos, el pilón estuvo prohibido y su motivo fue precisamente el origen de ello.

Los patrones del pueblo veían afectadas sus compras, ya que a quienes mandaban a adquirir los productos ya sea para el trabajo o el hogar, los compraban a quien daba más pilón, sin importar la calidad de la mercancía adquirida.

El trabajador se veía beneficiado con los pilones y el amo perjudicado. El Saltillo o Ciudad Leona Vicario de aquel tiempo, decretó el fin de los pilones; textualmente, la publicación de ese tiempo decía: “Pues se acabó. Nada de que el que tenga más saliva se coma su pilón”.

Por ello, el Sr. Leocadio Delgado, quien fungía como Regidor Decano del Ayuntamiento de esta Ciudad, Alcalde en Turno y Presidente de la misma corporación por enfermedad del Propietario, decretó:

Artículo 1° Se prohíbe a los comerciantes de esta ciudad que las ventas que hagan al menudeo, gratifiquen a los compradores con dádivas que hasta la fecha han sido conocidas con el nombre de pilones.

Pero la prohibición no queda ahí, una sanción fue señalada en el artículo siguiente, que a la letra decía:

Se previene a los comerciantes de la ciudad que den pilones, y el que contraviniere lo prevenido en el artículo anterior, sufrirá una multa de 25 pesos o en su defecto 8 días de prisión.

Además se ordenó publicar dicho reglamento en la gaceta municipal para que se hiciere público tal ordenamiento y nadie alegara ignorancia de la nueva norma.

Sí, señoras y señores, en Saltillo, cuando cada quien le llamaba a esta hermosa ciudad como quería, o bien como su gusto más le dictara, hasta los pilones se prohibieron.

 

Autor

Francisco Tobías
Francisco Tobías
Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
Artículo anteriorAVISO DE CURVA
Artículo siguienteA LA BÁSCULA
Francisco Tobías
Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona. Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas. *El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.