El tema del suicidio siempre ha sido una preocupación en todas las etapas de la sociedad, la que vivimos no es la excepción, por lo que consideré pertinente traer a la memoria a Durkheim para revisar tal asignatura.
Émile Durkheim, sociólogo y filósofo francés, partiendo del resultado de una serie de investigaciones, determinó que el suicidio es un fenómeno que presenta una regularidad en su acaecer, en este sentido, es un hecho social y no solamente una simple agregación de casos.
Mediante el estudio y análisis de información estadística, comparando frecuencias, porcentajes, tendencias de incremento o disminución de las tasas de suicidios en diferentes ámbitos especiales y temporales, Durkheim llegó a resultados que planteó en su destacada obra El Suicidio.
En ella, entre otras cosas, Durkheim establece una tipología, a partir del análisis estadístico de casos y de la relación entre tasas de suicidio de acuerdo a las diferentes categorizaciones estipuladas en cada tipo. Así establece los siguientes tipos de suicidio:
El Suicidio Egoísta
Este se caracteriza según su relación con las diferentes confesiones religiosas, la familia, la política nacional y el grado de integración social en general.
El análisis estadístico y las diferentes correlaciones estudiadas respecto al aspecto religioso (entre católicos, protestantes y judíos); el aspecto doméstico (análisis de matrimonios con hijos, sin hijos, viudez, soltería) y el aspecto político nacional (situaciones de normalidad de promoción y de crisis) lleva a plantear la siguiente relación de casualidad para este tipo de suicidio: “El suicidio varía en relación inversa del grado de integración de la sociedad religiosa, doméstica y política”.
El suicidio egoísta está determinado por el grado de integración social en que se encuentra el suicida en potencia. “Bien merece, pues, este tipo de suicidio el nombre que le hemos dado. El egoísmo no es factor meramente auxiliar; es una causa generadora. Sí, en ese caso, el vínculo que liga al hombre a la vida se afloja, es porque el vínculo que lo une a la sociedad sea distendido también. En cuanto a los incidentes de la existencia privada, que parecen ser los inspiradores inmediatos del suicidio y que pasan por ser sus condiciones determinantes, son, en realidad, solo causas ocasionales. Si el individuo sede al menor choque con las circunstancias, es porque el estado en el que se encuentra la sociedad ha hecho de él una presa lista para el suicidio”.
El Suicidio Altruista
A diferencia del anterior, en la que el hombre se mata porque está muy desligado de la sociedad, en este caso, lo hace porque está integrado fuertemente a ella. Este tipo de integración social determina el suicidio clasificado como altruista.
Para analizar este tipo de suicidio, Durkheim elabora un análisis entre las modalidades de expresión que adopta en las sociedades primitivas y las sociedades europeas, diferenciando el tipo de sociedad y su correspondiente tipo de suicidio.
En ambos casos el encuentra sus signos distintivos en total oposición con los referentes al suicidio egoísta; en el primer caso, el suicidio altruista tiende a darse por obligación, o sea se impone por consideración a fines sociales: suicidios llegados al umbral de la vejez, suicidios de mujeres a la muerte de su esposo, suicidios de servidores a la muerte de sus jefes, suicidios por acatar mandatos, etc. Mientras en la otra solución, la de las sociedades europeas, la tasa de suicidios altruistas se relaciona directamente con el espíritu militarista.
El Suicidio Anómico
Éste fenómeno se expresa como resultado de un control social que se da por causas de crisis económica o en épocas de prosperidad, esto es, se plantea la imposibilidad del hombre de vivir si sus ganancias no guardan proporción con sus necesidades, tanto si la se excede como si sufre de estrechez.
El suicidio anómico también se da en las relaciones conyugales: al producirse un relajamiento en las relaciones conyugales, se agrava la tendencia al suicidio de los esposos y disminuye la de las esposas en función del acondicionamiento cultural.
“La anomia es, pues, en nuestras sociedades modernas un factor regular y específico de suicidios, es una de las fuentes donde se alimenta el contingente anual. Estamos por consiguiente en presencia de un nuevo tipo que debe ser distinguido de los otros. Difiere de ellos en que dependen no de la manera en que ella los reglamenta. El suicidio egoísta proviene de que los hombres ya no vislumbran en la vida una razón de ser, mientras que el suicidio altruista proviene de que dicha razón parece hallarse fuera de la vida misma, la tercer clase de suicidios, cuya existencia acabamos de comprobar, proviene de que su actividad está organizada y de que sufren por ello. En virtud de su origen daremos a la última especial el nombre de suicidio anómico”. ( Durkheim, E. El Suicidio)
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