Ciudad de México.- El flujo de migrantes de países africanos que buscan llegar a Estados Unidos a través de México superó en el primer semestre de este año su cifra de todo 2018, luego de que se disparó a partir de abril.
Un total de 3.712 migrantes africanos fueron remitidos ante el Instituto Nacional de Migración (INM) tras su ingreso a México entre enero y junio, una cantidad 25,5 por ciento mayor con respecto a los 2.958 con los que cerró 2018, según cifras de esa agencia.
Los datos del INM mostraron que el flujo despegó en la segunda mitad del semestre, cuando se duplicó la cifra de africanos presentados ante esa agencia con respecto a los primeros tres meses del año, principalmente en la frontera sur mexicana.
El 75 por ciento de la oleada la conformaron migrantes de Camerún y República Democrática del Congo; sin embargo, la lista completa abarcó 32 países, algunos de ellos tan lejanos de México como Eritrea, en la costa este de África.
La cantidad estuvo apenas por debajo de los 3.910 migrantes irregulares africanos que ingresaron al país en todo 2016, que era la cifra más alta de la que existían registros en México.
El fenómeno de 2016 se produjo porque africanos y haitianos que llegaron años atrás a Brasil para trabajar, luego que el gobierno brasileño les abrió las puertas, optaron por migrar hacia Estados Unidos ante la crisis económica por la que atravesaba el país sudamericano.
Para el subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación (Interior), Alejandro Encinas, dos factores explican el actual flujo por México, y uno de ellos es que continúa la migración de africanos que trabajaban en Sudamérica hacia el norte.
El segundo factor es la operación de redes de tráfico internacional de personas que buscan entrar a suelo estadounidense, agregó el funcionario de la cartera mexicana responsable de la política interna.
«Básicamente (los dos factores) son los orígenes del fenómeno», expuso Encinas a pregunta de Xinhua la semana pasada durante una entrevista con la prensa.
Los africanos representaron solo el 3 por ciento de los 108.500 migrantes que el INM atendió durante el primer semestre, la gran mayoría de ellos hondureños, guatemaltecos y salvadoreños que han protagonizado la oleada migrante desde Centroamérica más alta de la última década.
Sin embargo, el creciente ingreso de africanos ha supuesto una presión extra para las autoridades migratorias estos meses, sobre todo en la frontera sur mexicana por donde entran igual que los centroamericanos.
En abril, el INM tuvo que habilitar un recinto ferial en la fronteriza Tapachula para albergar a numerosos africanos que dormían afuera de su estación migratoria en esa ciudad a la espera de trámites junto con caribeños, otro flujo migrante que igualmente se disparó este año.
Al cierre de junio, la agencia migratoria mexicana había expedido oficios de regularización migratoria o de salida a 2.141 africanos, documentos que son opciones para que dejen México distintas a la deportación, expulsión o retorno asistido.
En muchos casos, los oficios significan una especie de salvoconducto que otorga a los migrantes 20 días para salir de México, lapso que los africanos usan para dirigirse a ciudades del norte mexicano fronterizas con Estados Unidos para pedirle asilo.
No obstante, igual que en el caso de los centroamericanos, los migrantes africanos han encontrado largas listas de espera en las garitas de la frontera común para poder solicitar asilo a las autoridades estadounidenses.
A inicios de julio, unos 200 migrantes en su mayoría cameruneses protestaron afuera del cruce fronterizo de la ciudad mexicana de Tijuana con San Diego, California, para reclamar a Estados Unidos que agilizara la recepción de peticiones.
Un camerunés llamado Stanley relató en esa ocasión a la prensa que llegó a la ciudad en la esquina noroeste de México tras un periplo de cuatro meses, que había implicado cruzar en barco el Atlántico desde Africa y recorrer Centroamérica.
El académico del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM, Raúl Benítez Manaut, dijo a Xinhua que el creciente flujo africano muestra que traficantes expandieron sus redes con complicidades en puertos, aeropuertos y garitas a lo largo de la travesía hacia México.
«No es de a gratis que llegue un nigeriano, un congolés o un angolano (…) Es imposible llegar de Africa a México sin una buena red criminal que conozca y tenga contactos en todos los puntos del camino», advirtió el investigador experto en geopolítica y seguridad.
Benítez Manaut consideró que el flujo de africanos no genera presiones de la administración del presidente Donald Trump hacia México, como en el caso de los centroamericanos, dado que su volumen es menor.
Sin embargo, el experto previó que, como ocurre con centroamericanos, los cameruneses o angoleños tampoco tendrán demasiado éxito para ser recibidos por Estados Unidos, y muchos optarán por vivir en México.
Hasta ahora, las autoridades migratorias no han reportado que Washington regrese a México a africanos que le piden asilo tras cruzar la frontera común, como es el caso de casi 20.000 centroamericanos devueltos tras el inicio de ese protocolo estadounidense.
«El gobierno de Estados Unidos ya no los está dejando entrar, entonces van a tener que buscar redes, de lo contrario, redes humanitarias, con iglesias, que los puedan ayudar en la última etapa de su viaje», pronosticó Benítez Manaut. (XINHUA)
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