La cobertura periodística del caso Narvarte fue misógina y discriminatoria

Foto: César Martínez López (Cimacnoticias) 

Ciudad de México.- Los medios de comunicación que reportaron el asesinato de la colonia Narvarte, el 31 de julio de 2015, cubrieron a tres de las cinco víctimas de manera sexista y estigmatizada: Alejandra Negrete Avilés, Yesenia Quiroz Alfaro y Mile Virginia Martín, lo que reforzó su vulnerabilidad para indagar sus asesinatos en igualdad de condiciones.

Esta es una de las conclusiones del informe “Análisis de Discurso de la Cobertura Mediática del Caso Narvarte”, realizado por la crítica cultural y columnista de Cimacnoticias, Lucía Melgar y por la académica feminista Emanuela Borzacchiello, documento publicado en la plataforma digital diseñada en memoria de las víctimas.

El 31 de julio de hace cuatro años fueron asesinadas Mile Virginia Martín, Yesenia Quiroz Alfaro, Alejandra Negrete Avilés, la defensora de Derechos Humanos Nadia Vera Pérez y el fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril, en un departamento de la colonia Narvarte de la Ciudad de México, sin que hasta ahora se conozca qué sucedió.

Desde entonces, las líneas de investigación no han sido agotadas y el móvil del crimen sigue sin conocerse, además, en paralelo a las deficiencias en la investigación, las víctimas fueron revictimizadas por la entonces administración de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJDF) y los medios hicieron juicios mediáticos que estigmatizaron a las víctimas.

En el aniversario del multihomicidio, la organización Artículo 19 lanzó la plataforma web casonarvarte.articulo19.org, donde se incluyó un informe para conocer quiénes son las víctimas, cómo se ha afectado a sus familiares y la forma en que ellas y ellos han sido tratados por el Estado y por los medios de comunicación.

Después de analizar la cobertura de los periódicos El Universal y La Jornada y los medios digitales SDP Noticias y Sin Embargo, el informe de Lucía Melgar y Emanuela Borzacchiello, asegura que hubo una cobertura tendenciosa del caso, en la que se siguieron las líneas discursivas de las autoridades, culpabilizando y estigmatizando a las víctimas.

Por ejemplo, el análisis de las académicas feministas destaca que en ningún encabezado se recurrió a la categoría “feminicidio”, ni en las diferentes notas se nombraron los asesinatos de las cuatro mujeres de forma explícita como feminicidio. Esto aun cuando era necesario conocer y usar esta categoría para visibilizar los asesinatos de las cuatro mujeres y no seguir nombrando el caso como “multihomicidio”.

Para las autoras, no es menor la ausencia de perspectiva de género en la cobertura de los hechos, menos en un contexto mediático en el que se vulneran los derechos de las mujeres a la dignidad y a la privacidad.

Las académicas resaltaron la facilidad con que las mujeres víctimas de violencia son estigmatizadas en los medios de comunicación, incluso al grado de destruir su imagen pública, como sucedió con Mile Virginia Martín, a quien se le acusó de su nacionalidad colombiana.

En este caso, explicaron, las autoridades judiciales siguieron un patrón misógino que los medios reprodujeron en distintos grados. Este patrón se ha observado en los casos de feminicidio documentados desde 1994 en Ciudad Juárez hasta el asesinato de la estudiante Lesvy Berlín Rivera Osorio, ocurrido en 2017, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La documentación periodística revisada en el caso, indica que las víctimas fueron desdibujadas en la investigación del caso Narvarte. En el caso de Alejandra Negrete sólo se mencionó en los medios que era trabajadora del hogar, en el caso de Yesenia Quiroz se le ubicó como maquillista y a Mile Virginia Martín como modelo y “trabajadora sexual”.

Las autoras se refirieron al patrón de culpabilizar a las mujeres que fueron víctimas mediante estereotipos de género, profesión, apariencia física y, en el caso de Mile Virginia Martín, nacionalidad: es decir, dejar la impresión de que ellas son sospechosas por el solo hecho de ser mujeres; y lo son más si su actividad se relaciona con el modelaje y peor aún si es extranjera.

A Mile Virginia Martín se buscó asociarla con el mundo de la “prostitución” o del crimen, o se le atribuye una “doble vida” y se le cuestionó o su moral. Todo ello con el fin de indignar a la opinión pública, no contra el o los asesinos sino contra la víctima, de modo que se le considere merecedora de un “castigo” o simplemente ser despreciable y por tanto desechable.

En el caso de Mile Virginia Martín también se manipuló el que fuera colombiana para despertar sospechas acerca de su honorabilidad: no sólo se le asoció con “sujetos” representados como cercanos al mundo del crimen marginal, sino con narcotraficantes de los que ella sería cómplice.

En un país con altas tasas de feminicidio, explicó Borzacchiello, la sociedad no necesita coberturas como la que se hizo en el caso Narvarte. Es por ello que las autoras llamaron a los medios a realizar coberturas más cercanas al respeto al derecho a la verdad, a los derechos de las víctimas y de sus familiares y de la presunción de inocencia en el caso de los presuntos culpables.

De acuerdo con la familia de las víctimas y sus abogados, aunque la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México explicó el caso a partir de la hipótesis de “robo, sexoservicio y narcomenudeo” y hubo dos detenidos, no se ha desentramado quienes fueron los autores intelectuales del crimen.

Por el caso, en 2017 la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) emitió la Recomendación 04/2017, donde señala las violaciones a los Derechos Humanos y con ello la responsabilidad de autoridades capitalinas por realizar una reparación integral del daño. (CIMACNOTICIAS)

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Agencias