TERESA GURZA
(Con gratitud hacía Luis y Rafa Sánchez Fontan)
Casi el doble de semanas después de lo proyectado, aquí estoy de nuevo viendo un desalentador futuro para México.
Sabía que López Obrador sería pésimo gobernante, pero ha resultado peor de lo que temí.
Provocador y embustero, se siente dueño del país; y mientras se inclina ante Trump, insulta a los mexicanos que piensa se le oponen.
Descalifica periodistas y medios; denigra empresarios y empresas; y amenaza a funcionarios de la que dice ida «mafia del poder», cuando de ellos está repleta su administración; y ay de quién proteste, porque será etiquetado como conservador y provocadorfifi, que impide descansar a quien tanto hace por la Patria.
Ya ni justifica con sus “otros datos” los desmentidos, como el salario del exdirector del CONEVAL.
Y hace cómo que no ve, los atentados a la democracia protagonizados por el congreso de Baja California y su amigo Bonilla.
Sus recortes criminales por esa «austeridad» que lo obsesiona y engolosina, han dejado sin empleo a cientos de miles de mexicanos; y sin recursos a institutos de investigación, centros de salud y cultura, escuelas, universidades y decenas de instituciones llenas de talento y que costó años formar.
Su poder destructor, me lo hace parecer un enviado de potencia enemiga para acabar con lo que teníamos; y no un presidente que quiere a sus compatriotas.
Y eso se advierte más, al compararlo con mexicanos que a base de esfuerzo han creado magníficas instancias de servicio.
El pasado febrero, acudí a mi clínica del IMSS por amenaza de ceguera que debía ser tratada con suma urgencia; pero me dieron cita con el oculista, para seis meses después; hasta el 28 de agosto.
Angustiada, recurrí durante 12 semanas a un médico particular; pero dudas sobre su diagnóstico, el altísimo costo de los análisis, inyecciones en el ojo y terapias, y el consejo de mi amigo periodista Octavio Raciel, me llevaron al Hospital de la Ceguera doctor Luis Sánchez Bulnes, elevado a niveles de excelencia por su hijo y actual director el doctor Rafael Sánchez Fontan.
Equipado con completísimas instalaciones y tecnología de punta y atendido por competentes y amables especialistas, cobra 180 pesos por la consulta y son igualmente módicos los tratamientos; y voluntarias como Hedy Raciel, dan invaluable ayuda a los pacientes.
Sin un centavo de dinero gubernamental, este hospital atiende, sin jactarse de apoyar a los pobres, a 500 mil personas al año y realiza 50 mil operaciones oculares.
Lo que contrasta con la falsa “austeridad”, del líder de un partido que este año recibirá casi mil 600 millones de dinero público.
Y que, en lugar de horrorizarse por su origen y diseño, se apantalla con las joyas narcas; y con el señuelo de venderlas para arreglar caminos de Michoacán, las exhibe en Los Pinos.
¿Nos cree tan tontos para no preguntamos para cuántos centímetros de carretera alcanzarán los 10 millones redituados por su subasta?
Su “austeridad” hacía los otros, no le ha impedido costosísimas ocurrencias: como la cancelación del NAIM, la venta de aviones, casas y vehículos que no le pertenecen, la adquisición de mil cosas sin licitación, la edición y reparto de cartillas morales, el traslado de dependencias federales a sedes que no resultan, el desmantelamiento de instituciones que servían, y un departamento en Palacio Nacional con dimensiones de casa y oficina para “la historiadora y escritora”, que sospecho podría ser heredera y candidata para la próxima grande.
Nada es austero en ese presidente semi-itinerante, que dilapida millonadas en giras semanales con mítines y acarreados que lo adulan y adornan con coronas y collares de pena ajena, mientras ataviado con guayaberas bordadas que antes no se le veían, les grita lo que se le va ocurriendo.
Es, además, signo de tontera y no de austeridad, pensar que regalando cada mes unos cuantos pesos, acabará la pobreza que aflige a 60 millones de mexicanos.
Tampoco resultan austeras sus mañaneras cuajadas de reiteraciones, ni esa «misiva» a los maestros que deberá leerse -y aplaudirse-, el primer día de clases en todas las escuelas del país.
Y nada nos han ahorrado en criminalidad, los llamados al pueblo bueno y sabio y a las madres de hijos narcos o asesinos, para que los convenzan de dejar el crimen ahora que un presidente casi santo, les da buen ejemplo; porque seguimos rodeados de muertes violentas, principalmente de jóvenes y mujeres.
El preocupante panorama nacional, hace más meritorias la victoria de los niños que gracias al cineasta Del Toro, pudieron ir a China a triunfar en Matemáticas; y las medallas logradas por deportistas que, debieron desfilar en pants en los Panamericanos de Lima, porque la austeridad impidió que tuvieran uniformes.
Todo, mientras López Obrador anuncia “mayor austeridad para el 2020” y presume que dedicará sus ratos libres a escribir un libro sobre «economía moral». ¡Por favor!
Autor
Otros artículos del mismo autor
- OPINIÓN20 noviembre, 2024IGLESIAS ABANDONADAS
- OPINIÓN13 noviembre, 2024CON CARA DE PALO
- OPINIÓN6 noviembre, 2024SOLUCIONES FÁCILES
- OPINIÓN30 octubre, 2024PODEROSOS CASTIGADOS