Jugos de caña a diez pesos y el subdesarrollo
No se vislumbra un proyecto de modernización nacional en los siguientes seis años. A estas alturas queda claro que no existen las ideas porque no existen las ganas. En un reciente video el presidente de la República nos deja claro que su mundo está en el pasado, y solo en el pasado. Acompañado de un ejidatario en la huasteca hidalguense, una de las regiones más pobres del país, López Obrador mostró esa extraordinaria sensibilidad social que lo caracteriza pero también esa profunda falta de visión de futuro.
Pasa el tiempo y más coherentes comienzan a resultar algunas de las políticas públicas impulsadas por el actual gobierno federal. Recortes en ciencia y tecnología, recular en la reforma educativa e impulsar empleos de bajo valor agregado son efectivamente políticas coherentes porque las tres apuntan en la misma dirección: la condena a seguir viviendo en el subdesarrollo.
No existe forma alguna de modernizar al país sin considerables inversiones por parte del Estado en ciencia y tecnología. Europa, Asia y Estados Unidos lo hicieron para abrirse paso al primer mundo, y continúan haciéndolo para mantenerse en él. En México la Ley de Ciencia y Tecnología establece que debemos invertir como mínimo 1% del PIB, pero durante los últimos veinte años nuestra inversión ha rondado el 0.5%. Para darnos una idea del atraso, Francia invierte alrededor de 2%, Alemania, Japón y EUA 3%, y Corea del Sur 4.5%. Si nuestro problema viene de antaño, con el nuevo gobierno y el machete presupuestal conocido como “Austeridad Republicana” el problema se agravará: los recortes al sector son los mayores en los últimos siete años (Efrén Flores, El tijeretazo al gasto en ciencia y tecnología en 2019 es el mayor en 7 años y daña a 97 institutos, Sin Embargo, 10/06/19).
Si la ciencia y tecnología representa en gran medida la chapa del futuro, la educación es su llave. La reforma educativa del sexenio pasado tenía como columna vertebral recuperar la rectoría del Estado, profesionalizar la enseñanza pública y formular diagnósticos serios para tomar decisiones. Los cambios de los últimos meses no representan la reforma a la reforma, sino su contrarreforma: ahora será imposible reprobar el primer y segundo año de primaria (no habrá calificaciones, solo observaciones); desaparece el INEE junto con su autonomía; se aseguran plazas a normalistas, así como ascensos basados en la antigüedad y no el mérito; se abre la posibilidad de la venta de plazas al regirse nuevamente la relación laboral entre maestros y Estado conforme al apartado B del art. 123 constitucional; se enfatizan las humanidades y no, precisamente, la ciencia y tecnología; se sustituye el Inifed (encargado de construir y establecer reglas en planteles educativos) por transferencias directas a comunidades, etc. Lo anterior sin olvidar la cereza del pastel: la liberación y creciente poder de Elba Esther Gordillo.
Si esos son los planes en ciencia, tecnología y educación en el país, entonces las palabras de AMLO en el video tienen sentido. “Esto es la auténtica economía popular” dice, en un trasfondo de marginación, señalando una primitiva estructura de madera llamada “trapiche” con un caballo amarrado, y un trabajador mexicano, Gilberto, que no ha podido escoger el camino de su vida porque no tuvo oportunidades, porque siempre ha sido pobre. “Esta es la economía que estamos impulsando” dice, presumiendo un jugo de caña y su precio en diez pesos.
Apoyar a artesanos y microempresarios es positivo; la preservación de nuestra cultura no está peleada con la modernidad, sino al contrario, resulta esencial para nuestra identidad comunitaria, cohesión social y desarrollo nacional. Sin embargo, existe una excesiva atención en el pasado, con políticas públicas enlazadas al pasado y una idiosincrasia enraizada en el pasado. Y así, seguro seguiremos sumidos en el subdesarrollo, vendiendo jugos de caña a diez pesos.
www.plaza-civica.com @FernandoNGE
Autor
- Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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