El éxito no es un suceso, es un proceso, no es verdad que querer es poder, entre querer y poder hay todo un proceso que involucra; una idea que nos convence y mucho trabajo. Todo proceso debe ser ordenado para poder asegurar los resultados que se esperan. La anhelada transformación no es un suceso, debe ser un proceso y requiere claridad.
Aunque no me queda muy claro que es lo que hay que transformar, ni a qué se va a transformar, entiendo que la transformación esperada es ser un mejor y más equitativo país.
Transformar algo no es sencillo y menos cuando no se sabe que es lo que queremos transformar ni a que lo queremos transformar. Es evidente que las cosas no estaban bien, el botín político que se alimenta de tanta soberbia, la corrupción que ha formado una clase política que ya era una nueva clase económica, una carrera gubernamental que no requiere ni capacidad, ni conocimiento sino habilidades que parecen oscuras e injustas ante quienes siguen las reglas. Una corrupción ilegal, evidente y una impunidad creciente han lastimado al país durante años.
Es lamentable, denigrante ver como se sirven del encargo, un poder que lejos de servir ensoberbece. La meritocracia se ha dejado de lado y no se premia al mejor, sino al que está en turno. Eso está mal, la corrupción está mal, la opacidad está mal y la impunidad está mal.
Pero esta crisis evidente y lacerante fue el caldo en el cual prosperó este mensaje renacentista de transformación, ¿cómo, de qué y a qué? Eso parece no importante ante la urgencia de cambiar. Anuncio a mi parecer los riesgos latentes o indirectos a los que debe enfrentarse el régimen y su estilo.
La falta de un plan. Ganar claridad es importante, para utilizar los elementos emotivos como estímulo al plan, pero la verdadera motivación es dar dirección a los comportamientos, ¿cuáles son esos comportamientos?, hay quienes esperan que la transformación sea pagar menos, otros esperan ganar más, otros más esperan simplemente ganar, aunque se ha verbalizado algo en el plan nacional de desarrollo no se alcanza a entender a donde vamos, ¿cuáles serán las reglas que determinen que obligaciones tendremos ante la formación de ciudadanos?
Los intereses económicos. Atacar intereses económicos, y no solo los de la delincuencia es una guerra monumental. Los capitales no tienen patria, mucho menos amores, solo tienen intereses y ante la ambición de pocos la caridad de muchos no es significativa. Porque del modelo neoliberal no solo tomamos sus injusticias, sino también sus comodidades, sus reglas de juego y sus estructuras, así como se está implando en lo ecológico la nueva ética, así también del capital y libertad tomamos su moral. Ahora justicia es: “dar a cada quien lo que le corresponde, pero según su esfuerzo”.
La propia estructura gubernamental, tenemos el gobierno, sus estructuras y sus programas resultado de la evolución natural, inducida y también apurada durante decenas de años, la estructura actual de gobierno responde directamente a las necesidades del sexenio anterior y ese del anterior y así. Se han profesionalizado ciertas funciones y afianzado estructuras para responder a necesidades del desarrollo nacional. Se debe cambiar esa estructura que hoy se está adelgazando, pero ¿a qué?
Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.
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