RUBEN MOREIRA VALDEZ
En términos generales, contamos en Mexico con instituciones confiables que han dado fin a los grandes debates postelectorales
Si bien no es un secreto y su información se difunde por algunos medios nacionales, el Foro para la Reforma del Estado y Electoral que se celebra en la Cámara de Diputados no acapara la atención de la opinión pública. El objetivo por el que fue instalado no genera todavía el interés de las mesas de debate.
La intención es clara. En la mira está el federalismo, la autonomía de los órganos electorales y el sistema de partidos. Salvo los interesados en el tema, son pocos los que se han percatado de un peligro que avanza desde San Lázaro, el cual, de concretarse, alterará instituciones y procesos fundamentales del Mexico moderno.
¿Qué razón tienen las reformas? Entre ellas, desmantelar los órganos de administración electoral y los que resuelven las controversias jurisdiccionales de la materia.
Es evidente que el país no atraviesa por una crisis de naturaleza electoral, pues si algo quedó claro en los últimos comicios fue que ninguna voz cuestionó los resultados ni la legitimidad de los triunfadores.
Varios especialistas convocados al Foro mostraron extrañeza por la intención de realizar, en estos momentos, reformas de gran alcance. Uno de ellos fue el investigador de la UAM Eduardo Medina Torres, quien disertó sobre el recuento de las reformas electorales y su relación con acontecimientos políticos del país.
En términos generales, contamos en Mexico con instituciones confiables que han dado fin a los grandes debates postelectorales. Es cierto que se han destinado muchos recursos a la organización de comicios, pero hemos logrado, a cambio de ello, procesos democráticos incuestionables. También es verdad que hay uno o dos consejeros del INE a quienes les gana la estridencia y poco abonan a una conducta seria y austera, pero se trata más de actitudes personales que institucionales.
El lobo que parece nadie ve y que se ha vestido con piel de “supuesto ahorro presupuestal” puede causar estragos mayores a la vida democrática de Mexico.
La finalidad es restar facultades a los estados, centralizar el poder como en el siglo XIX, retroceder hacia conductas que se criticaron en el antiguo régimen y golpear al sistema de partidos.
Bajo la consigna de la austeridad y un discurso descalificador, avanza sigilosamente una reforma que nadie pidió́ y que las condiciones del país tampoco la exigen.
Debilitar al árbitro electoral no es necesario para un gobierno que llegó con un gran respaldo popular. Golpear al federalismo resulta suicida en un país donde las entidades son cada vez más distintas y la fórmula de la autonomía es la que puede mantenerlas sin rupturas y disputas.
@RUBENMOREIRAVDZ
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