Padres que desafían lo establecido; la tragedia de sus hijos los llevó a convertirse en activistas

CIUDAD DE MÉXICO. Son padres que se convirtieron en activistas tras la pérdida de un hijo. Su muerte o desaparición, por la violencia, inseguridad o corrupción en México, se transformó primero en impulso para exigir justicia y luego para luchar con el propósito de que ninguna otra familia sufra el mismo horror que a ellos les tocó vivir. Ellos son Alejandro Martí, Javier Sicilia, Alejandro Jurado y Alfonso Moreno.

«Cuando una familia sufre la pérdida de un hijo, tiene dos alternativas: una es buscar un rincón para intentar restaurar las heridas, que nunca se quitan, o emprender un compromiso para tratar de evitar que otras familias sufran lo que hemos sufrido. El activismo se convierte en un compromiso propio para con tu hijo y para la sociedad que vive en el país que tanto quieres», dijo Alejandro Martí a Excélsior.

De un hombre de negocios exitoso, que construyó el emporio de las tiendas deportivas Martí, don Alejandro se convirtió en incansable activista por la justicia en el país, a través de su fundación México SOS, luego del secuestro y asesinato de su hijo menor, Fernando de 14 años.

El plagio de su hijo duró 57 días. Alejandro Martí hizo de todo por recuperar a Fernando: pagó rescate, contrató a un investigador, denunció ante las autoridades capitalinas, sin embargo, esta extenuante y amarga lucha para traerlo con vida no impidió su asesinato. A partir de entonces, esta historia marcó al país.

Poco días después de velar a su hijo, el 22 de agosto de 2008, aún vestido de luto, Martí subió a la tribuna de Palacio Nacional, durante el Consejo Nacional de Seguridad, para exigir justicia a las autoridades, con la inolvidable frase: “¡Si no pueden, renuncien!”.

Sólo dos años después del secuestro de Fernando Martí, en marzo de 2011, otra historia estremeció a México: el asesinato de Juan Francisco, hijo del poeta Javier Sicilia.

Algunos conocen al poeta como el activista que despertó la lucha en contra del olvido de miles de asesinatos y desapariciones en México.

«He resistido con un profundo amor por mi hijo, mi familia y mi gente, es decir, por mi país y una profunda fe en el Evangelio. Contra la irracionalidad del mal, la irracionalidad del amor, una irracionalidad que no está exenta de la indignación y la exigencia. Sólo vale la pena vivir porque se ama. Es por el amor por lo que la vida es y triunfa de la muerte», confesó a Excélsior.

La lucha del poeta comenzó en mayo de 2011 en la Plaza de Armas, en Cuernavaca, Morelos. Ahí, luego de leer su último poema y llamar a todos los mexicanos a manifestarse contra la violencia, nació el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.

«El mundo ya no es digno de la palabra. Nos la ahogaron adentro. Como te asfixiaron. Como te desgarraron a ti los pulmones. Y el dolor no se me aparta, sólo queda un mundo. Por el silencio de los justos. Sólo por tu silencio y por mi silencio, Juanelo. El mundo ya no es digno de la palabra, es mi último poema, no puedo escribir más poesía… la poesía ya no existe en mí».

A este movimiento convocado por Sicilia, se unieron Alfonso Moreno y su esposa, Lucía Baca, quienes han buscado a su hijo Alejandro desde hace ocho años y cuatro meses. Esta historia de búsqueda implacable y dolor comenzó el 27 de enero de 2011, cuando Alejandro, de entonces 33 años, salió de la Ciudad de México conduciendo su carro, un Mazda rojo, rumbo a Laredo, Texas, donde pasaría sus vacaciones.

«Me mantengo en esta lucha, primero para encontrar a mi hijo, luego para que ninguna familia vuelva a estar en nuestra situación y para que las autoridades federales, estatales y municipales hagan su trabajo y dejen de coludirse con la delincuencia organizada, que tanto se ha infiltrado en gobiernos de todos los niveles», afirmó Moreno.

Pero en México, la violencia y la inseguridad no son las únicas que le han arrebatado a sus hijos a miles de padres.

Alejandro Jurado, padre de Paola de 7 años, alumna del colegio Enrique Rébsamen que murió durante el terremoto del 19 de septiembre de 2017, convirtió una frase en ley: “A mi hija lo que la mató no fue el sismo, sino la corrupción”.

A partir de esta tragedia, Alejandro Jurado se dedicó a exigir justicia para su hija y las otras 25 víctimas que murieron en el colegio, 19 niños y siete adultos. Creó su asociación civil Ángeles contra la Impunidad y se ha encargado de levantar la voz y evidenciar las irregularidades en la construcción y en los permisos en la escuela.

«Lo que yo podría aconsejarles a otros padres que se encuentran en nuestra misma situación, de exigir justicia, es que no desistan y no paren de luchar, porque, de los contrario, se convertirían en cómplices de la indolencia y negligencia de las autoridades. Que no decaiga su ánimo por exigir la justicia… porque eso les dará algo de tranquilidad a su alma… y dará un ejemplo de la lucha por la verdad y justicia, que predica en los hijos», concluyó Alejandro Jurado. (EXCELSIOR)

 

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El Heraldo de Saltillo
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