Nuevos hallazgos arqueológicos en México demuestran que la relación entre las culturas teotihuacana y maya es más antigua de lo pensado, informó este viernes el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) mexicano.
En el marco del ciclo de conferencias «La arqueología hoy», la antropóloga Nawa Sugiyama, de la Universidad de California-Riverside, detalló cuatro hallazgos que demuestran que las élites mayas participaron en grandes eventos públicos en la Plaza de las Columnas de Teotihuacan antes de «La Entrada», evento relatado por el epigrafista Davis Stuart a partir de su estudio de la Estela 31 de la ciudad maya de Tikal, en Guatemala.
El primer descubrimiento se trata del descubrimiento de más de 2.400 restos de esqueletos humanos, desarticulados, probablemente desmembrados, localizados en lo que llamaron Ofrenda A1, ubicada al extremo este de la Plaza 50, una sección de la Plaza de la Columnas.
La mayoría de las osamentas eran de personas adultas, muchos de ellos presentaban huellas de cortes, algunos huesos fueron tallados como herramientas; también hay presencia de dientes con incrustaciones, otros con la corona dental limada y afilada intencionalmente.
De acuerdo con la experta, al menos tres cráneos muestran una deformación de tipo tabla recta, algo muy significativo ya que este tipo de alteración y las mutilaciones dentales no eran comunes en Teotihuacan, sino en la maya.
El segundo hallazgo es un gran depósito de cerámica denominado Ofrenda D1, posiblemente los restos de un gran festejo.
Como parte de este descubrimiento, se registraron 3.500 huesos, la mayoría de animales y más de 10.000 vasijas cerámicas rotas, probablemente destruidas como parte de un ritual.
Se identificaron diversos tipos de loza foránea con distintos elementos iconográficos, entre ellos los relacionados con la cultura maya.
Además, se halló una concentración de fragmentos de muros con pintura mural de estilo maya, demolidos intencionalmente, de los cuales se recuperaron más de 1.000 fragmentos que aún están en proceso de limpieza, restauración, escaneo y documentación.
En tanto, la Ofrenda D4 incluye piezas lícitas asociadas a elementos marinos y restos de animales sacrificados, entre ellos un mono araña, especie que no es nativa de la región centro de Mesoamérica y cuyo hábitat natural está ubicado más hacia el sur.
«Los datos de fechamiento por radiocarbono de la Plaza de las Columnas requiere de una cronología refinada de las interacciones entre Teotihuacan y los mayas, marcada por dos periodos: el Temprano, con el que fechamos la Ofrenda A1, entre 300 y 350 d.C. y otro, que es el Tardío, cuando destruyeron los murales mayas, que fue en algún momento entre 350 y 450 d.C.», agregó Sugiyama.
Finalmente, la especialista expuso que no es coincidencia que este periodo iconoclasta corresponde estrechamente con eventos principales: la ubicación, en 2004, de los tres individuos de alta élite maya, posiblemente de la realeza y que quizás fueron sacrificados, en entierro 5 de la Pirámide de la Luna, fechada en el 350 d.C. (XINHUA)
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