La derecha mexicana y los excesos de libertad
El gran político, politólogo e historiador francés del S. XIX, Alexis de Tocqueville, alguna vez afirmó: “Para vivir en libertad uno debe de acostumbrarse a una vida llena de agitación, cambio y peligro”. De no ser así, advertía, podemos pasar rápidamente del ansia de ilimitada libertad al ansia de ilimitado despotismo. La libertad es un concepto básico en la ideología de derecha, como la igualdad lo es en aquella de izquierda. Sin embargo, existen importantes diferencias dentro de la derecha en torno a la libertad, observables en las corrientes del libertarismo y la democracia-cristiana. Estas diferencias las podemos encontrar asimismo al interior del partido tradicional de la derecha mexicana, el Partido Acción Nacional (PAN), las cuales resultan finalmente importantes ya que en alguna medida explican la historia del panismo, sus dos administraciones federales y algunos de los actuales acontecimientos políticos nacionales.
El libertarismo es una corriente de pensamiento asociada al mundo anglosajón y se encuentra fuertemente incorporada en los partidos conservador británico y republicano estadounidense. Busca básicamente maximizar la libertad individual y minimizar la intervención del Estado, lo que ha traído como consecuencia que los países anglosajones tengan algunos de los estados de bienestar más pequeños del mundo desarrollado. Por otra parte, la democracia-cristiana nace en la Europa continental y se encuentra muy vinculada a los partidos conservadores europeos y latinoamericanos. Aunque también tiene un componente individualista, éste es complementado por un fuerte ingrediente comunitario observado en conceptos como el “bien común” y la “subsidiariedad”, así como en la creación de algunos de los estados de bienestar europeos. Tanto conservadores anglosajones como europeos y latinoamericanos tienen fuertes componentes morales de inspiración religiosa, lo que ha ocasionado su oposición a matrimonios homoparentales, aborto y legalización de las drogas. Sin embargo, el punto central para efectos de este artículo es que mientras que el libertarismo anglosajón ponen énfasis en la libertad personal y rehúye del Estado y de conceptos como la igualdad, la democracia-cristiana creen necesario complementar esa libertad individual con un Estado subsidiario y mayor igualdad social.
El Partido Acción Nacional (PAN) ha vivido en su interior una larga tensión entre ambas corrientes. Aunque el panismo afirma ser un partido demócrata-cristiano y forma parte de dicha coalición internacional, el inescapable libertarismo estadounidense ha jugado un importante papel en sus filas. Manuel Clouthier, así como Vicente Fox, formaron parte del fenómeno conocido como los “bárbaros del norte”, donde empresarios de corte libertario, con escaso o nula experiencia política y menos conocimiento aún de la historia e ideología de la democracia-cristiana tomaron en gran medida control del partido. En este sentido, Felipe Calderón prometía ser su antítesis: discípulo del intelectual demócrata-cristiano Carlos Castillo Peraza, ex-presidente nacional del PAN y quien se había rodeado de perfiles afines, como en el caso de Germán Martínez Cázares. Sin embargo, ambas administraciones no se distinguieron mucho la una de la otra, y ambas dejaron mucho qué desear.
El día de hoy Vicente Fox, Felipe Calderón y Germán Martínez han salido del PAN. El primero sigue vociferando ocurrencias y desea ser un empresario comercializador de marihuana. El segundo insiste en seguir en la arena política y se encuentra formando un partido político bajo el nombre de “México Libre”. Y Germán Martínez ha tratado de enmendar su obsesión con la libertad (solo bastaba leer sus columnas para darse cuenta de ello) al entrar a una administración que ha hecho de la redistribución de la riqueza y la igualdad su columna vertebral, al menos en teoría. A los tres se les olvidó que la libertad solo es sostenible cuando los ciudadanos tienen apoyos para afrontar la “…agitación, cambio y peligro” que la libertad entraña. El libertarismo no lo entiende, la democracia-cristiana sí. Tal vez algo tarde: ahora tenemos una significativa ansia por el cesarismo.
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Autor
- Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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