El inesperado cierre de todas sus sucursales en México debe ser tomado como un preocupante síntoma de que las cosas no marchan nada bien en la economía del país
En los años 80’s del siglo pasado, quienes vivíamos en Saltillo sabíamos que, si se quería adquirir un auto nuevo, sólo había cinco opciones: Chevrolet, Ford, Nissan, Chrysler y VW; que las casi únicas hamburguesas eran las del Astroburguer; y que para ir al súper las opciones eran Soriana, Gigante, Gumosa y De Las Fuentes.
Todo eso cambió con la llegada de los gobiernos neoliberales, particularmente el encabezado por Carlos Salinas de Gortari, en cuyo sexenio se llevó a cabo la firma del tratado de libre comercio.
De pronto las calles y las principales avenidas de Saltillo comenzaron a llenarse con negocios y franquicias llegadas de los Estados Unidos. McDonald´s, Burguer King, Carl´s Jr, vinieron a hacerle competencia a Astroburguer, hasta casi desaparecerlo; Wal Mart, HEB, Sam´s y Cotsco decretaron la muerte de De Las Fuentes, Gumosa y Gigante; Lincoln, BMW, Mercedes, Cadillac, Audi y muchas otras más se unieron a la legión de agencias de automóviles que hoy se asientan en nuestra ciudad.
Lo mismo pasó con las ferreterías. Ara, la Sieber y la Juárez pronto resintieron la competencia de Home Depot primero, y Lowe´s después. El neoliberalismo le cambio –para bien- la cara a nuestra ciudad.
Pero por alguna razón que no queda muy clara, el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, odia con todo su corazón a todo lo que tenga que ver con lo neoliberal. Traumas de juventud, complejos mal atendidos, o vaya a saber usted cuales son las razones por las que AMLO odia tanto a ese sistema político, y a la modernidad que representa.
En cambio, su gobierno bien puede ser calificado como neo-populista, copiando y exacerbando las prácticas populistas de un pasado al cual no tendríamos por qué regresar. Un claro intento de regresar a las épocas de gobiernos asistencialistas como el de Luís Echeverría y el de José López Portillo, parece ser la consigna y la meta de López Obrador. Y para ello, él considera necesario destruir todo lo que hicieron y lograron los gobiernos posteriores a los de éstos.
El odio de López Obrador está centrado primordialmente en las figuras de Salinas de Gortari, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. A Ernesto Zedillo no lo toma en cuenta, ni para bien, ni para mal.
Pero, -tal como reportó el INEGI al anunciar que el primer trimestre del año el crecimiento del PIB en México fue negativo por primera vez en un arranque de sexenio desde tiempos de Zedillo; y tal como señalan las principales instituciones financieras y empresas calificadoras del mundo, las que coinciden en que el crecimiento de México será mucho menor a lo esperado éste y el próximo año-, la economía de nuestro país está completamente frenada por las decisiones tomadas por el gobierno de AMLO, aunque él asegura que “tiene otros datos”.
Y este brusco frenón al crecimiento, a la primera industria que afectó es a la de la construcción, en la cual laboran millones de mexicanos de los estratos más bajos de la sociedad. Irónicamente, los que en su inmensa mayoría votaron por AMLO.
La construcción de obras –tanto públicas como privadas- está prácticamente detenida. Y a los negocios que, como Lowe´s, se dedican a la venta de materiales de construcción, la situación les afecta directamente.
Por eso no es extraño que sea precisamente Lowe´s, uno de esos negocios que llegaron a México debido a la apertura que generaron los gobiernos de corte neo liberal, el primero en anunciar el cierre de todas sus tiendas en nuestro país. Sus directivos concluyeron que en este sexenio, la situación en México va a ir de mal en peor, y prefirieron salir ahora del mercado, antes de que las pérdidas sean mucho mayores.
Ojala que sea el único. Ojala que no tengamos que estar anunciando pronto el cierre de Wal-Mart, Cotsco, McDonald´s o cualquier otro negocio. Ojala que las consecuencias de la llegada del neo-populismo no sean tan graves como los expertos en economía y finanzas pronostican que serán. Pero por lo pronto, el panorama no luce nada bien para el país, y no se ve tampoco que en un futuro cercano las cosas pudieran mejorar. (FRANCISCO J. DE LA PEÑA)