Focos rojos en la economía de Coahuila
En una reciente intervención del gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme, dijo no saber “cuánto resista la economía del estado algunas decisiones tomadas en el orden federal de gobierno”, entre ellas la reducción de los recursos económicos etiquetados en forma de participaciones federales. Pues bien, junto a las presiones financieras, una serie de fatores como el entorno nacional e internacional incierto y una política económica local fragmentada y vetusta, han comprometido a la baja el crecimiento económico de Coahuila.
Una vez que a finales del pasado mes de abril el INEGI dio a conocer el crecimiento del PIB de Coahuila para el último trimestre de 2018, el cuadro económico de la entidad resulta incierto: una tasa de crecimiento del PIB negativa por el orden del – 0.3% ha venido a ratificar la desaceleración económica iniciada en la entidad a partir del primer trimestre de ese año.
En comparación con los trimestres de 2017, en donde se logró una tasa del 5.1 % en el primero, 6.6 % en el segundo, 5.4% para el tercero y 3.9% en el cuarto, ubicando a Coahuila como una de las entidades con mayor dinamismo económico del país, en 2018 las tasas para dichos trimestres fueron de 1.9, 1.4, 0.6 y – 0.3 %, respectivamente.
Al tenor de estos datos, consideramos que Coahuila debe, desde ya, favorecer una política económica local más agresiva y efectiva para que en 2019 se haga realidad al menos, más allá de las acciones económicas retóricas y apegadas al pasado, la meta que se establece en el Plan Estatal de Desarrollo de la presente administración: crecer a un ritmo del 3.5% anual.
En el actual momento económico, en donde, según datos del INEGI, la economía nacional ha iniciado 2019 con una tasa de crecimiento del PIB negativa, estimo altamente conservador y probablemente improductivo que los funcionarios del área económica del Gobierno del Estado continúen hablando de una solitaria acción como si ésta fuera una estrategia integral para promover el crecimiento: giras a los países asiáticos para la atracción de inversión extranjera directa.
El drama no es la caída en el PIB. La mayor calamidad de la economía coahuilense sigue siendo la falta de un horizonte, un rumbo, una nueva estrategia económica integral que promueva el desarrollo de la industria local, la micro y pequeña empresa, la empresa social, el campo y la diversificación productiva de aquellas regiones cuya economía se sostiene en la producción y comercialización de un bien, tal es el caso de la región Carbonífera que en el producto lleva su nombre.
Hay que recordar, sin embargo, que ningún gobernador había iniciado en una situación tan difícil como Miguel Riquelme. El sobreendeudamiento y las francamente penosas administraciones financieras, son apenas algunos indicadores que logran describir la envergadura de las ruinas en que las anteriores administraciones dejaron la hacienda pública estatal. En estas condiciones, impulsar esquemas de crecimiento, sustentados en programas ambiciosos de infraestructura, educación, apoyo financiero para la pequeña empresa y finanzas sanas que permitan el diseño de incentivos fiscales, se antoja como una labor prácticamente imposible.
La reivindicación del Gobernador Riquelme surge más de mantener la estabilidad política en el estado, continuar con la estrategia de seguridad que probó sus resultados en la segunda parte de la administración pasada y, al menos hasta el momento, apagar los fuegos encendidos con los escándalos de corrupción y malos manejos financieros de las administraciones que lo antecedieron. Pero en lo que se refiere a la economía, las cifras nos indican que Miguel Riquelme no ha encontrado el camino.
Así como el Gobernador advirtiera que Coahuila no podría soportar más el olvido de la federación, también habrá que precisar que la entidad, caracterizada por presentar envidiables niveles educativos, poseedora de ciudades con una inmejorable calidad de vida, pero a la vez sorprendida por el rápido crecimiento urbano y una acelerada inmigración, tampoco podrá soportar más años con un crecimiento económico tenue.
La política pública tendiente a promover el crecimiento es un asunto estratégico para el desarrollo y estabilidad del estado. Más cuando algunos organismos de análisis económico consideran que Coahuila tendría que crecer al 4.5% anual para cumplir con las metas de generación de empleo y creación de riqueza que demanda la entidad. Segundo aviso.
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