“Las niñas bien”, para disfrutar, técnica y artísticamente
He de confesar que la literatura de Guadalupe Loaeza me parece poco atractiva, por el enfoque despectivo y hasta cierto punto discriminante de sus personajes, sin embargo, la historia que le da vida a “Las niñas bien” es bastante buena y la adaptación y dirección de Alejandra Márquez (“Semana Santa”, 2015), simplemente fenomenal.
Es un retrato de la clase media alta, integrada por Sofía y su esposo Fernando, pero comencemos con la dama. Sofía de Garay (Ilse Salas), es la protagonista de la cinta y líder de un grupo de amigas de sociedad, que por sus lujos y pequeñas, pero notorias excentricidades, como comprar su ropa fuera de México, es admirada por las demás.
“Las niñas bien”, se reúnen en un exclusivo club deportivo, donde tienen charlas triviales y sin sentido, pero le permiten a Sofía seguir siendo la poderosa del club, hasta que llega el año de 1982 y viene una devaluación, que deja en la calle a su familia, haciéndola perder hasta la ropa de marca.
En este sentido, el filme nos habla de las tremendas desigualdades sociales que existen en México y de todo cuanto pierde la elite al acabarse sus privilegios, tan acorde con el momento que vivimos desde diciembre de 2018, al menos en apariencia.
Cabe destacar la parte técnica, donde se cuidó de manera muy estricta el diseño de arte, y sobre todo la gran fotografía. Los muebles, los autos, los vestidos, nos remontan sin lugar a dudas a los años ochenta y los planos cerrados nos permiten observar los elementos que de apoco abonan al argumento. No es una fotografía preciosista, más bien es utilitaria, apropiándose de cada ángulo y reflejo que le puede aportar en parte artística y técnica a la vez.
Por otro lado, la cinta tiene una severa carga de racismo y clasismo indispensable para cumplir con su propósito descriptivo, desde la mención de términos crudos y desacreditadores como los nacos, hasta la repulsión por el uso de simples modismos empleados por las clases de menor poder adquisitivo.
“Las niñas bien”, basada en el libro homónimo de Guadalupe Loaeza de 1987, resulta una gran película, llena de símbolos económicos y parteaguas históricos, que además de entretener invade al espectador de un sinfín de emociones, que van de odiar a la protagonista por su petulancia, hasta sentir una inmensa pena por su caída intempestiva. En suma un filme sumamente recomendable.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita.
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Autor
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Periodista, escritor y catedrático. Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM y actualmente maestrante en Comunicación por la UACH.
Titular de columna "Cinematógrafo 04". Imparto Taller de Micrometrajes Documentales, así como el Diplomado en Cine y Cultura Popular Mexicana.
Ganador del premio a la investigación Ana María Agüero Melnyczuk 2016, que otorga la Editorial argentina Limaclara
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