VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ
Este remake del original noruego “En orden de desaparición”, está realizado en clave de comedia negra, con secuencias que son casi surrealistas en su apego al absurdo y lo demencial de su trama. Por lo mismo, alcanza un buen nivel y entretiene cuando el espectador descubre que esto no es un thriller policial típico, sino una película que alude a “Fargo” de los Coen y tiene desde asesinos a sueldo gay hasta indígenas traficantes en un alucinante escenario nevado rodado en Canadá, pero que se supone es Denver.
La presencia de Liam Neeson, en su rol de padre vengador, el temprano asesinato de su único hijo por parte de un grupo de criminales y el quiebre de su matrimonio, hacen presuponer que este filme es un thriller policial típico, siguiendo la receta de los estudios de Hollywood.
Pero -grata sorpresa- la película se desmarca de este esquema y se sumerge en el espíritu de la comedia negra, siguiendo la línea que trazaron de manera magistral los hermanos Coen, especialmente en su modélica “Fargo”.
Y muy pronto, ese estilo de comedia se tiñe con el absurdo desaforado, a medida que nos vamos dando cuenta que todos los personajes, más que caricaturas, son tipos que representan y exageran al cubo las bondades y defectos de los seres humanos.
Así, Coxman (Neeson) es el padre ejemplar que hasta es premiado por la comunidad en la que vive; su mujer (una desaprovechada Laura Dern, sí, la musa de David Lynch) no alcanza a soportar el dolor de la pérdida del hijo y el resto de personajes son hilarantes, descabellados, ridículos e insólitos, alcanzando cuotas extremas con dos asesinos a sueldo que son amantes y planean viajar de luna de miel a Alemania y un grupo de indígenas adictos a las drogas duras.
Derechamente, “Venganza” es una estupenda comedia negra antes que película de acción hecha y derecha, lo que obliga a los espectadores a asumir esta situación, so pena de perderse en el camino y disfrutar con este humor extraño, disparatado y a ratos adolescente.
Hay chistes directos y otros sutiles en este remake. En el original, del mismo director Hans Petter Moland, el protagonista se apellidaba Dickman, con toda la consabida alusión al órgano genital masculino que supone en el inglés, mientras que en esta versión se cambió a Coxman.
Luego, cada una de las muertes, violentas y sin filtro alguno, se asocian siempre a situaciones ilógicas, absurdas y crueles y se van enumerando cada una de ellas con una cruz blanca con el nombre correspondiente del fallecido sobre una pantalla en negro, acentuando la lectura surreal del asunto. Cabe destacar que algunas de las muertes sirven como remates y chistes en sí mismos.
“Venganza” es un remake, cierto, de una película que el mismo realizador hizo en Noruega, en 2014, con el título de “En Orden de Desaparición”, y que le significó a su director nada menos que una nominación al Oso de Oro en el Festival de Berlín, con lo que se acentúa un dato no menor: Hans Petter Moland es un creador que se aleja del gusto de Hollywood, porque su sensibilidad va por el lado del surrealismo y la comedia negra, revisitando ese camino que tan bien pavimentaron los Coen en el cine contemporáneo.
Acá hay muchísimos aciertos: partiendo por el humor negro y el notable escenario nevado en que transcurre el filme, gran parte de los acontecimientos que se muestran o se insinúan están ambientados en una atmósfera siniestra y fría, como si se tratara de una pesadilla.
Otro gran acierto lo constituyen los personajes antagonistas. Vikingo, el jefe de la pandilla de criminales está separado de una india, sus guardaespaldas son dos asesinos gay despiadados que son amantes y una serie de errores y datos incompletos, provocan que todos se equivoquen al buscar quién es el causante directo de la desaparición de dos matones de Vikingo, situación que hará entrar en escena a una pandilla conformada por indígenas adictos a las drogas duras y cuyo líder sigue rememorando los lejanos días en que ellos eran dueños de ese paisaje siempre nevado.
Uno de los elementos más interesantes que trata este filme es el tema de los caminos tomados y los dejados atrás y si bien no está totalmente desarrollado, le aporta una carga de densidad extra a este filme que también funciona como un simple vehículo de aventuras desquiciadas.
El brutal enfrentamiento entre pandillas en uno de los escenarios más fríos de Estados Unidos, está filmado con elegancia, sin desbordes y casi siempre con un humor incómodo, como el que sucede en el motel donde uno de los criminales juega a cubrir sus genitales solo con un billete de veinte dólares.
De esta manera, el director se ríe de los estereotipos gringos, alude a la pugna entre los nativos y los colonizadores que sigue presente en el ambiente frío y hasta la policía se presenta aquí como una humorada más.
A nivel actoral, Liam Neeson demuestra su madurez en este rol, hace un buen trabajo, elegante y contenido, demostrando de paso que puede seguir ostentando el rol de vengador anónimo por mucho tiempo más.
Lo que sí es lamentable es que el director no haya sabido aprovechar la presencia de una actriz notable como Laura Dern, pues desaparece casi al comienzo, sin tener un peso sustancial en el desarrollo del filme, situación que se repite con Emmy Rossum.
En descargo, los desconocidos que encarnan a los criminales se ganan su lugar en el recuento de logros, especialmente el elegante y despiadado Vikingo (Tom Bateman), cuyas apariciones y comportamientos son un verdadero deleite.
Lo que sí no se logra descartar en este filme es ese híbrido de filme europeo, elegante, bien filmado y concentrado en el paisaje, que a ratos choca con la tendencia tan estadounidense de reducir todo al movimiento, a las persecuciones y los balazos.
Pero de todos modos, “Venganza” es un filme destinado a ser una pieza de culto, que ganará mucho con un segundo visionado y que para los espectadores aficionados al buen cine de acción made in Europe será una delicia, qué duda cabe.
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