Hacer política es entender que la forma es fondo, es prever que no hay coincidencias, es entender que nuestra actuación, imagen y discurso encierra más que acciones, objetivos.
Reflexionemos sobre el significado de la estrategia de conferencias matutinas que ha llevado a cabo el Presidente López Obrador, se da una imagen de trabajo mayor a cualquier otra, porque en nuestra cultura madrugador es sinónimo de trabajador, independientemente de los resultados que se tengan. Esta acción, tan simple, no persigue en sí una estrategia de comunicación, sino una estrategia de posicionamiento. Se está validando diariamente el bono popular del presidente, se determina la agenda pública y sobretodo se evitan las declaraciones urgentes que se han convertido ahora en programadas.
El presidente López Obrador está siendo astuto para acoplar la agenda pública a sus requerimientos. Ya no se espera un presidente presente en un lugar, sino un presidente que refiera o traduzca lo acontecido.
El contenido de esas conferencias aun es momentáneo, responde a lo ocurrido no a lo esperado. Un balance objetivo de los resultados obtenidos sería muy escaso y quizá también sería injusto realizarlo, los detractores políticos se desviven esperando ver ya cumplidas las promesas. Pero la mayoría de los países han adoptado la importancia de los 100 primeros días, en ellos ya deben verse resultados. Es un periodo perentorio que representa el enjuiciamiento de la política y la operación
El país ha soportado embates económicos, una cancelación empresarial, una interrupción del suministro del combustible, el fantasma de las huelgas que ya ha revivido en Tamaulipas y que sigue desplazándose en otras ciudades, una parálisis de la línea ferroviaria en Michoacán, todos esos embates que resultan catastróficos no han pegado económicamente, como muchos otros lo han estimado, pero su efecto aún no ha concluido. México enfrenta un momento económico pujante, pero en una economía mundial cambiante. Y ante esos embates sigue creciendo la expectativa de los triunfos, que pesa sobre el nuevo gobierno, recordemos que la brecha existente entre las expectativas y las realidades es el tamaño de la decepción.
Un político debe basarse siempre en las tres “p” esto es; los problemas públicos, las políticas y la política. La gran crisis que vive la democracia actualmente es el enfoque exagerado en la política y no en los problemas, en una sociedad que busca trascender y servir lastima la soberbia de una clase que ha ostentado un estilo de comportarse y solo se conduce por la política.
Tengamos cuidado de construir las soluciones solo desde la política si estamos dejando pasar el sentido de urgencia, el sentido de objetivo y el sentido directivo. El sentido de urgencia lo da el tiempo, la reacción inmediata o mediata según se exija, el sentido de objetivo lo da la comunicación, lo que nos llama y nos atrae, lo cerca o lejano que nos encontramos de lo buscado y el sentido directivo lo expresa el equipo, la alineación, la delegación y la construcción de acciones que nos permiten ver que los resultados se obtienen a través de las personas y no a pesar de ellas.
Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.
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