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Comentamos la semana anterior que algunos personajes de MORENA y la Cuarta Transformación no correspondían a la cortesía política y tacto con el que se maneja Miguel Ángel Riquelme, y se dieron por estos días nuevos episodios que muestran la clara intención de incluso demeritar el trabajo del gobernador.

Precisamente cuando se conoció de la reunión de Riquelme con Manuel Bartlett para buscar la reanudación de las compras de carbón por parte de CFE, en Nueva Rosita, Osvaldo Garza Polendo, yerno de José Luis Guadiana estuvo manejando con los productores mineros la versión de que mientras el gobernador se reunía con Bartlett, el senador Armando Guadiana lo hacía con el Director de Operaciones de la Comisión «y ese es el que toma las decisiones».

Un empeño en llevarse el mérito y disputar capital político, cuando ahorita lo que le urge a la Carbonífera son soluciones para algo que va mucho más allá de cuestiones partidistas, cuotas de poder y egos personales: está en juego la viabilidad económica de la región.

La dimensión del problema y la trascendencia de hacer frente común si la ha entendido por ejemplo Marcelo Torres Cofiño, Presidente de la Junta de Gobierno del Congreso, quien esta semana se pronunció, con todo y su filiación panista, a cerrar filas en las gestiones que está encabezando el gobernador.

Y Riquelme avanzó con Bartlett en el tema de las compras de carbón, con dos vías de solución, una inmediata para una reanudación provisional de los contratos que vencieron en diciembre anterior, y otra de largo plazo buscando un esquema de compras multianuales que les darían certeza a los productores.

Pero no únicamente puso el gobernador ese tema sobre la mesa, también está gestionando una revisión de las tarifas que cobra CFE a los sistemas de agua potable, que tuvieron un incremento desproporcionado el año anterior al grado que compromete su operación y los deja sin posibilidad de invertir en mantenimiento y nueva infraestructura.

También llevó lo relacionado con las tarifas al sector industrial, que le restan competitividad, y en este punto se está sumando a la tarea que por su parte vienen haciendo los dirigentes empresariales.

Si el senador Guadiana se suma, pues excelente, pero no se vale que su pariente Garza Polendo intente socavar el trabajo del gobernador.

Y por cierto que ese pariente suena para quedarse con la coordinación del gobierno federal para la región Carbonífera, sería uno de los brazos de Reyes Flores Hurtado.

Ese tipo de designaciones, en las que pesan más parentesco y amiguismo, desplazando capacidades y méritos de lucha política, son las que tienen molestos a quienes a lo largo de los años, y en las condiciones más adversas, se la jugaron y se mantuvieron fieles al proyecto de Andrés Manuel López Obrador.

Muchos de ellos no están aspirando a los primeros cargos, no pretenden delegaciones ni direcciones, pero no logran que los contraten ni siquiera para atender la recepción de una dependencia.

Otros que estando en instancias oficiales hicieron talacha para AMLO y por ser en ese momento opositores fueron tratados como perros del mal, hoy enfrentan la paradoja de que su plaza laboral peligra, no perdieron el empleo en la disidencia, y hoy que son gobierno los quieren echar para afuera.

Hay que aclararlo, para que no se preste a confusiones, el anterior no es el caso de Arnoldo Solís Covarrubias, director del Tecnológico de Saltillo, quien aún se duele porque no logró ser director del Sistema Nacional de Tecnológicos pese a todo lo que, asegura, hizo por «la causa».

Sí, Solís Covarrubias acosó y reprimió a todo empleado o maestro del Tec que tuviera otras simpatías políticas, pero si no logró su anhelado cargo no fue por ingratitud, sino por los problemas que tiene latentes en la institución y no tardan en detonar problemas más graves.

Además de los conflictos en meses anteriores con grupos estudiantiles, a Solís se le hacen señalamientos de malos manejos financieros, relacionados al parecer con la obra de la Unidad Académica en Arteaga.

Con todo y ello, el nivel y la buena fama del Tec se mantienen a salvo. Dentro y fuera del país sus egresados se colocan sin problema alguno en las mejores oportunidades laborales en el sector productivo.

Pero retomando el punto de los lastres que trae MORENA, uno muy pesado es el diputado federal Diego del Bosque, quien durante la semana se dio vuelo alentando el bloqueo de carreteras por los grupos que se oponen a la operación de un confinamiento de residuos industriales en General Cepeda. ¿No ve el daño que está haciendo al país ese tipo de expresiones en Michoacán y Tamaulipas?

Es cierto, queremos ver a los diputados abanderando el sentir ciudadano, pero ni pueden comprar todas las banderas, ni pueden ser quienes, teniendo un cargo desde el que pueden gestionar soluciones, encabecen medidas de presión que están al margen de la ley, vulneran la estabilidad política y económica, y además son delictuosas.

Tendría que ejercer el supuesto liderazgo que tiene, y encauzar la inquietud ciudadana a construir una solución de fondo en esta añeja controversia, antes de alentar estas conductas.

Que por cierto en el bloqueo del miércoles a las carreteras participó el ex alcalde Luis Ernesto Zamora Alemán, «La Chopita», quiso pasar desapercibido, pero finalmente ahí lo vieron llevando comida y dinero a los manifestantes. Sospechoso.

Autor

Eduardo De la Peña de León