La economía carbonizada de la Región Carbonífera
Ninguna región económica de Coahuila se presenta tan vulnerable a los cambios económicos nacionales e internacionales ni tan alejada de las prioridades gubernamentales, como la Región Carbonífera.
En un mundo globalizado, competitivo y cambiante, la preponderancia de una actividad productiva para sostener la economía de la región condujo a un alto porcentaje de los más de 180 mil habitantes de los municipios de Sabinas, San Juan de Sabinas, Múzquiz, Juárez y Progreso, a quedar atrapados en lo que podríamos denominar una economía «carbonizada”.
Al hablar de una economía «carbonizada” me refiero a que, durante décadas, el empleo y los ingresos de los habitantes de la Región Carbonífera de Coahuila han dependido, casi en su totalidad, de la extracción de mineral de carbón y de su comercialización prácticamente en dos grandes empresas: la Comisión Federal de Electricidad y el Grupo Acerero del Norte, la primera para la generación de electricidad, y la segunda para la producción siderúrgica.
En cambio, la industria manufacturera no extractiva, el turismo, la agricultura y la ganadería, y la pequeña y mediana empresa, prácticamente no existen o no son significativas para la generación de empleo e ingreso. Por lo que cualquier cambio en la demanda del carbón, ya sea al alza o a la baja, afectará positiva o negativamente a la economía de la región en su conjunto.
Como es común, las economías locales mono-productoras, presentan signos de vulnerabilidad frente a los cambios estructurales, choques externos y nuevas regulaciones, considerablemente más significativos que aquellas regiones cuyas economías se han diversificado y en donde la capacidad técnica y experiencia de su mano de obra les permite a sus habitantes ocuparse en actividades económicas alternativas o emprender proyectos productivos propios.
Al mismo tiempo, tal y como sucedió cuando se presentó la bonanza petrolera en el país, o la «fiebre por el acero” de la Región Centro de Coahuila, lo mismo que la opulencia automotriz en la Región Sureste del estado, con cada año de «bonanza carbonera”, las autoridades estatales y nacionales dejaron pasar la oportunidad para desarrollar distintas actividades productivas, capaces de soportar las afectaciones en el empleo e ingreso que se presentarán ante la pérdida de mercado del carbón o peor aún, frente a la eliminación total de la extracción de este mineral para el 2030, ya que así quedó establecido en un acuerdo internacional firmado en 2018 por México y 22 países más en Bonn, Alemania.
Al paso del tiempo, la economía «carbonizada” puede traer consecuencias críticas para el desarrollo de la región. Por ejemplo, la irrupción de energías limpias en el mercado y el advenimiento del gas como un combustible menos contaminante y más eficiente para la generación de energía, ha conducido a establecer compromisos internacionales y nacionales para disminuir considerablemente el uso de carbón como la fuente principal de generación de energía eléctrica, razón por la cual la CFE ha reducido la adquisición del mineral a los productores de la región; se espera incluso que llegue el momento en que la empresa productiva del estado suspenda totalmente y en forma definitiva la compra de carbón.
Al grado que, desde el pasado mes de diciembre, las termoeléctricas a carbón ubicadas en el municipio de Nava suspendieron la compra del energético. Y no sólo eso, desde hace años la CFE se ha enfocado a la conversión de plantas termoeléctricas que funcionan a base de carbón hacia centrales que pueden utilizar el gas natural, tal es el caso de la central ubicada en Escobedo, Nuevo León, cuya producción, se dice, será tan vasta y eficiente que la CFE completará su consumo con la producción de esta unidad productiva.
Pero no adelantemos vísperas. Recientemente el senador coahuilense por Morena, Armando Guadiana, ha insistido en que la nueva administración federal considera la reactivación de la economía del carbón a través de la instalación de nuevas centrales termoeléctricas que compitan e incluso que sustituyan a aquellas que vienen utilizando el gas importado de Estados Unidos, entre ellas la de Escobedo, Nuevo León. Refiere el senador que en Coahuila existe el suficiente carbón y que concurren nuevas tecnologías más amigables con el medio ambiente, por lo que, junto a la voluntad del Presidente, la economía de la Región Carbonífera pudiera sostenerse por muchos años más.
Como sea, la situación económica crítica de la Región Carbonífera, emérita la intervención creativa y estratégica de las autoridades estatales y municipales de Coahuila. Tal vez habría que recordarles que en el pasado centros enteros de población han desaparecido cuando las unidades productivas mineras dejan de producir.
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