TERESA GURZA
México se está acostumbrando a resolver problemas, solo cuando hay chantaje previo.
Maestros, campesinos y descontentos con cualquier cosa, toman calles, paran trenes, impiden construir carreteras y pasar por las casetas de pago para conseguir sus propósitos; y lo peor es que solo haciéndolo, consiguen ser oídos.
Como la sección XVIII de la CNTE, que al bloquear la red ferroviaria de Michoacán causa mil 500 millones de pérdidas al día y para liberarla exige, cinco mil plazas de base y cinco mil millones de pesos.
Y el INE aprendió el caminito y como recortaron 950 millones de pesos a su abultadísimo presupuesto anunció que si no le dan 619 más, no pagará a Hacienda los 761 millones de pesos correspondientes al Impuesto Sobre la Renta de sus trabajadores.
Toco de pasadita esos temas, pero esta semana escribiré sobre las difíciles condiciones en las que el Papa Francisco iniciará su séptimo año de Pontificado, que se cumple el próximo marzo.
Deberá enfrentar a los 82 años de edad, los escándalos por los abusos sexuales cometidos por religiosos y las complicidades de la jerarquía que los ocultó durante décadas, sin compasión por los niños y jóvenes involucrados.
Como los casos a diario se acumulan, citó en el Vaticano del 21 al 24 de febrero a todos los presidentes de las comisiones episcopales, para juntos buscar soluciones.
Y tendrá que hacerlo, en medio de golpes bajos de los miembros más conservadores de la Curia Romana a la que no ha podido transformar y del bajón sufrido los últimos años por el catolicismo.
Que, en opinión de los investigadores, se debe a la desconfianza general que hay actualmente ante todas las instituciones; pero también, a los escándalos sexuales y a que los jóvenes se sienten ajenos a lo que la Iglesia predica.
Hace algunos años no hubiera yo creído, que muchos de mis familiares y amigos dejarían de ir los domingos a misa y que cada vez sean menos, los que quieren casarse por la Iglesia.
Y ni hablar de la virginidad de las novias, que los curas siguen considerando pecado grave y ya a nadie interesa, porque me dijo una sobrina es “algo arcaico” sin ninguna relación con lo que sucede.
De acuerdo con datos de fuentes diversas, el catolicismo la religión que registra la caída más alta en los últimos 20 años y la juventud se ha alejado no sólo de la práctica religiosa, sino de Dios; y aunque muchos de los que no van a templos siguen creyendo en un ser superior, declaran que prefieren comunicarse «directamente» con él.
Entre otras causas para la disminución en el número de creyentes y practicantes están la imposición en la infancia de creencias y ritos; el descrédito en la santidad sacerdotal por los abusos sexuales que a cuenta gotas se han ido reconociendo; la manipulación de los textos bíblicos, que ha hecho la jerarquía; la falta de interés en lo religioso y el pensamiento que a muchos obispos no les interesa difundir el Evangelio, sino hacer negocio.
El fenómeno creciente del laicismo de las sociedades, aumenta a la par que disminuyen las vocaciones religiosas; y en contraste, se incrementan los divorcios, segundos matrimonios y reconocimientos de homosexualidad y lesbianismo, situaciones sociales que la religión católica condena o en el mejor de los casos, no aprueba.
Y aunque suene raro, muchos han cambiado su fe religiosa por creencias como el mal de ojo, los decretos, las cartas astrales; y es curioso, que en los países que eran llamados «comunistas» la religiosidad haya aumentado o al menos, no mermado.
Se habla incluso, de una ultraderecha europea que quiere usar la identidad cristiana, para oponerla al creciente islamismo.
De acuerdo con las cifras, España es el tercer país con un mayor abandono del cristianismo de Europa; casi 12 millones de españoles que fueron católicos de niños, no lo son en la actualidad.
Y en Italia, Portugal, Suecia, Dinamarca, Bélgica, Países Bajos, Reino Unido, Francia, Alemania, se han cerrado conventos por falta de novicios, monjas y sacerdotes.
En Chile, dónde han proliferado los abusos sacerdotales contra niños y jóvenes y la investigación sobre ellos, el diario La Tercera entrevistó esta semana sobre el bajón católico, al jesuita Felipe Berríos.
Que lo atribuye a que “la gente requiere una religión más madura, no basada en la amenaza del infierno… y que muestre el camino para encontrarse con el Evangelio; porque hasta ahora, ha sido un estorbo para llegar él».
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