ARIADNE H
Si se trata de hablar de educación pareciera que casi todo mundo cuenta con una opinión, ya sea que ésta es imprescindible en un mundo tan globalizado o que es innecesaria. Pero incluso si todo mundo cuenta con una opinión, pocas veces éstas cuestionan con tino el sistema educativo sin caer en el frecuente discurso que va contra el sistema. Este 24 de enero, día internacional de la educación, debería ser mera excusa para leer sobre la educación y cuestionarse cosas que a menudo se dan por sentadas.
Noah Chomsky, militante de la izquierda intelectual de Estados Unidos, escribe en su libro “La (des)educación” un importante discurso que critica la educación de su país y, aunque el libro cuestiona el sistema de Estados Unidos, esto no quita la posibilidad de que sea un importante instrumento para debatir sobre la realidad en México. La lectura debe servir como detonador de verdades, como un motivo más para hacer las preguntas correctas y cuestionarse todo aquello que se disfraza de verdades incuestionables. Chomsky parece tomar esto como uno de los móviles de su libro y, con prosa agradable, invita a sus lectores a cuestionarse todo esto.
Por ejemplo, dice Chomsky, si la escuela fuese de verdad democrática, ¿Por qué es necesario bombardear a los estudiantes una y otra vez con tópicos sobre la democracia? ¿Por qué es necesario forzar a los estudiantes a aprender y cantar el himno nacional? ¿No resulta esto horriblemente familiar para el mexicano?
Chomsky toma un hecho de la vida cotidiana, uno que pasa por los ojos de la sociedad sin armar mucho escándalo sobre él, y lo convierte en una pregunta incómoda para el sistema.
¿Por qué? Es la pregunta que Chomsky repite incesantemente a lo largo del libro, tal vez esperando que las personas despierten y se atrevan, aunque sea, a preguntar el porqué de las cosas
Noam Chomsky se vale en su libro de la historia para criticar lo enseñado en las aulas y crítica, sobre todo, la historia oficial que hacen memorizar a los estudiantes. Pone como ejemplo la guerra de Vietnam, y dice que una gran parte de los estadounidenses estaba moralmente en contra. Sin embargo, la historia oficial les hizo creer que la guerra de Vietnam fue solo un desafortunado error, uno que fue inevitable evitar.
Chomsky, sobre todo, invita a la reflexión y felicita los cuestionamientos que, aunque incomoden al sistema, son imprescindibles de realizar.
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