ENTRE DOS FUEGOS

 

HÉCTOR A. GIL MÜLLER

Maurice Duverger estableció un interesante principio; “el sistema electoral mayoritario conduce a un sistema bipartidista”, este fenómeno que se observa en muchas democracias se ha elevado incluso a ley, llamada la ley Duverger. Pero la formación de dos coaliciones que resulten antagónicas en la participación política parece que hoy se traslada al plano de la opinión pública.

En México estamos viendo un presidente que está siendo profundamente atacado, exagerando sus acciones e incluso desfigurando sus razones, y al mismo tiempo encontramos quienes apoyan fervientemente, desestimando sus errores e incluso configurando y redefiniendo sus razones. Ambos extremos están dejando de lado la objetividad que nutre al buen juicio.

En un escenario así, algún tuerto será rey, y las voces que comiencen a mesurarse tratando de definir la realidad como es, sin los odios ni los amores, porque la realidad así es, se llevará la atención.

Los extremos son peligrosos dan pie a la especulación, es decir, ver entre reflejos lo que ocurre. No es saludable, para la toma de decisiones o la cultura política de un país que en cada acción se observe una reacción igual, pero en sentido contrario, parece que no se ha levantado una oposición mesurada y analítica que sea un verdadero contrapeso, es decir, un equilibrio.

Estamos viviendo la política en tiempos de odio, donde se buscan emociones y no razones. Debemos observar el país, la imagen del futuro que queremos alcanzar y juzgar en atención a esa imagen. En algún lugar leí que la manera en que vemos el problema es el problema.

El desarrollo cotidiano de un país debe ser impulsado por muchas instituciones y cada una de ellas responsabilizarse sobre su acción, pero observo que esas instituciones no están siendo escuchadas, sino que todos los ojos, reflectores, defensores y atacantes voltean al presidente.

No podemos permitirnos continuar en una campaña eterna, pero este fenómeno lo estimo consecuencia de dos frentes, una social y la otra individual. Socialmente hemos polarizado la opinión, entre quienes defienden y otros que atacan, pero por otro lado el Presidente ha iniciado una estrategia de comunicación unipersonal, su manejo mediático, su comunicación sencilla buscando mantener el tono de una campaña política evita la percepción de delegación y por ende la responsabilidad de otros actores.

Empoderar va más allá que el solo traslado de una tarea, conlleva a hacer responsable y permitir la toma de decisiones a quienes les corresponden. Existiendo temas que interesan y atraen al país y deben ser resueltos desde lo técnico, se han politizado y se busca responder desde el bono político.

El Presidente debe enfocarse en la Política, pero también en las políticas y en los problemas. La política habla de congruencia, de cuidado a la opinión, de entendimiento que se es figura pública y que cualquier dicho tiene un mayor peso, pero también atender los problemas, en los cuales la respuesta inmediata es prioritaria y enfrentar esos retos se alcanza desde los equipos, no desde una persona. Por más eficiente que sea uno alcanzará menos que muchos.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.

 

Autor

El Heraldo de Saltillo
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