UN SANO Y FELIZ, 2019

TERESA GURZA 

Pasó Navidad, acaba de iniciar el año nuevo y pronto llegarán los Reyes Magos, que supuestamente fueron guiados a Belén por una Estrella que lleva siglos causando controversia.

Aunque no se sabe con exactitud la fecha del nacimiento de Cristo, se asegura ocurrió cuando regía el Calendario Juliano instaurado por el emperador Julio César; que llamó al primer mes Jano, dios de los comienzos, con sus dos caras para ver adelante y atrás.

Resulta ahora muy curioso saber, que el primer día del año no fue siempre en enero; hasta 1582, cuando el papa Gregorio XIII estableció el Calendario Gregoriano,  empezaba el uno de marzo.

Pero como Inglaterra no reconocía la autoridad del papado, continuó festejando el 25 de marzo hasta 1752, que se alineó al resto de Europa.

Antes de eso, el año 525 a petición de otro papa, el monje Dionisio el Exiguo decidió la fecha del nacimiento de Cristo; pero dicen que se equivocó en unos siete años.

De cualquier modo, él estableció el año del inicio de la Era Cristiana; que no fue aceptado por los gobiernos europeos hasta el siglo XIII y por el resto del mundo, hasta el XVI.

Seguramente entonces, a la gente no le preocupaban tanto las fechas y no llegaba a ellas con el estrés que nosotros; porque a la tristeza de ver que la mayoría se frustra al no tener para festejar, hay que añadir el personal balance de logros y fracasos; por lo que no es raro, sentirnos cansados, deprimidos, poco tolerantes y hasta griposos.

La buena noticia es que el estrés ayuda a enfrentar cambios y disminuye durmiendo ocho horas diarias, haciendo ejercicio, leyendo, compartiendo con amigos y mascotas, escuchando música, meditando y dejando de compararnos con los demás.

Los científicos han buscado durante siglos, algún fenómeno astronómico que sostenga las palabras de Los Magos en el Evangelio de San Mateo “su estrella hemos visto en el Oriente, y venimos a adorarle”.

Y lo han atribuido a novas, supernovas, cometas o conjunciones de varios planetas; pero no hay unanimidad sobre qué fue eso tan bello, que impulsó a Los Magos a dirigirse a Belén.

Viajar no era fácil y no pudieron haber llegado a los pocos días del Nacimiento, como se ve en las imágenes sino cuando el Niño tenía ya, entre cinco y ocho años.

Pero los datos históricos no registran, la aparición en esas fechas de una supernova; como se llama a la explosión de una estrella grande cuando al agotarse el combustible que la sostiene, deja una densa y luminosa estrella de neutrones.

En el curso de la Historia, la Astronomía ha identificado solo tres supernovas; la más conocida en 1054, nos dejó la Nebulosa del Cangrejo.

La de Belén no fue de este tipo y tampoco se trató de alguna estrella enana blanca; porque esas, no tienen mucho brillo.

Algunos astrónomos han pensado que ese bello astro pudo ser Sirio, que además de ser el más notable y brillante del firmamento, era reverenciado por los sumerios tres mil años antes de Cristo, marcaba a los egipcios el inicio de las inundaciones del río Nilo con la promesa de buenas cosechas y ha sido parte importante de relatos y mitos, en prácticamente todas las culturas.

Otros especialistas, como el astrónomo inglés Hughes, sostienen que lo que vieron los Magos no fue una estrella, sino la conjunción de dos objetos brillantes; y que ese mensaje fue para ellos tan suficientemente claro que decidieron seguirlo.

Y que pudo tratarse de la triple conjunción de Júpiter y Saturno, que en esa época se acercaron uno al otro tres veces en poco tiempo.

Por su parte, Helen Jacobus, del University College de Londres, explica que hace tres mil años que en Mesopotamia empezaron a relacionarse los eventos celestiales con asuntos terrenales; que los astrólogos reportaban a los reyes, cualquier cosa rara que veían en el firmamento y buscaban inmediatamente, interpretar su significado.

Y que había en Babilonia personas dedicadas a crear «cartas de natividad», basadas en la posición que tenían planetas y estrellas al momento de nacer un bebé; que luego analizaban, para predecir su vida.

Lo que la hace pensar, que como los sabios de Oriente eran astrólogos, pudieron haber leído una carta astral «en reversa» y al enterarse que anticipaba el nacimiento de un rey, fueron a buscarlo.

Los conocimientos astronómicos estaban entonces muy avanzados: hace dos mil años, los griegos trazaron los signos del Zodíaco y los convirtieron en horóscopos; y astrónomos chinos, dejaron constancia de un cometa de apariencia espectacular y etérea, que apareció en la constelación de Capricornio el año cinco antes de Cristo.

Se duda, sin embargo, que ese cometa o el Halley, hayan sido los que guiaron a los Magos a Belén; porque los cometas ni se ven como estrellas ni «caminan» por el firmamento.

En fin, tal vez los potentes aparatos que hay ahora y el avance de la Ciencia, puedan darnos alguna sorpresa; mientras tanto, bienvenidos sean los Santos Reyes.

A los que pido nos traigan salud y amor, prosperidad y tranquilidad, un México más justo y menos desigualdad, con mayor educación, amabilidad, civilidad, tolerancia y respeto; sin violencia ni asesinatos.

Y que hagan entender al nuevo presidente, que haber ganado las elecciones no lo hizo dueño del país ni de sus instituciones.

Que es incongruente que pase los días insultando adversarios, para luego llamarlos a la conciliación y los abrazos.

Y que no es normal denunciar a todas horas la corrupción, para a diestra y siniestra repartir perdones que no son suyos.

Ruego lo convenzan de cumplir el juramento hecho al rendir protesta, de respetar la ley; y de que denuncie penalmente lo chueco que encuentre; porque seguir como va, es solo muestra de complicidad y cobardía.

 

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Teresa Gurza
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