A LA BÁSCULA

Pese a todo, feliz Navidad

Diciembre, el último mes del año, suele ser el tiempo en el que no solamente acostumbramos a hacer un recuento de lo logrado durante los 12 meses anteriores, sino también el espacio en el que en medio de un ambiente navideño y de encuentros familiares, acostumbramos a proyectar nuestras metas, nuestros deseos, nuestras ilusiones para el año que está muy próximo a iniciar. Es tiempo de ilusiones, de hacer planes de manera optimista en espera de que el que llega sea mucho mejor que el año que estamos terminando.

Este diciembre sin embargo -al menos para los mexicanos-, es muy diferente a muchos de los que nos han tocado vivir. Es el arranque de un nuevo gobierno federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador, ex priista, ex perredista y ahora representando los colores de su propio partido, Morena. Aunque la cuestión de las ideologías políticas en los tiempos modernos en todo el mundo han ido diluyéndose y mezclándose unas con otras, teóricamente es la primera vez que llega al poder un candidato de izquierda.

López Obrador a lo largo de 12 años de campaña se fue convirtiendo en el receptor del enojo, la irritación, el ‘mal humor social’ al que se refirió en su momento el ahora ex presidente Enrique Peña Nieto. Enarboló la bandera del combate a la corrupción y la impunidad, personificados ante el imaginario colectivo por los gobernantes del PRI y del PAN, cuyas sucesivas administraciones provocaron la desilusión de la mayoría de los mexicanos que encontraron en el ‘Rayito de esperanza’ la posibilidad de un cambio largamente anhelado, y por el que ya antes se habían votado en el 2000 pero cuyo representante, Vicente Fox, decepcionó de manera lamentable y dolorosa al pueblo mexicano.

La figura de López Obrador emergió y fue creciendo alimentado por la decepción por los gobiernos panistas y priistas, y ante la irritación porque sumieron al país en la peor crisis de violencia, corrupción gubernamental e impunidad en la historia del México moderno, los ciudadanos encontraron en el abanderado de Morena en la única posibilidad real de lograr un verdadero cambio.

En las urnas, la mayoría de los mexicanos que ejercieron su voto, le dieron a Andrés Manuel con una confianza casi ciega, no solamente el apoyo para que llegara a la Presidencia de la República, sino que le respondieron al llamado de que se requería tener la mayoría en las cámaras de senadores y diputados, pero también le dieron esa mayoría en 23 de los congresos estatales. La mayoría de los electores que fueron a las urnas le entregaron un apoyo total que -como se lo dijo un ciudadano el día de su toma de posesión, y el propio AMLO lio repitió en su primer mensaje como Presidente-, no le dejan ningún espacio ni resquicio para fallarle a México.

El arranque de este nuevo gobierno, sin embargo, empieza a dejar sembrados signos de interrogación por donde va pasando, entre ‘errores de dedo’ -que más bien son por fortuna frustrados intentos de que el mexicano se chupe el dedo-, la reducción de recursos a áreas tan sensibles como las mujeres, el ataque a la corrupción, el servicio exterior mexicano, la cultura, el campo, el medio ambiente, etcétera; así como las confrontaciones con diferentes sectores -como con los integrantes del Poder Judicial-, que han sido llevadas ya de manera cotidiana al Congreso de la Unión, tienen a muchos -entre ellos a los mercados y a los inversionistas- a la expectativa, porque nadie tiene la certeza de qué se va a hacer o decir el día de mañana que pueda alterar todo.

En el fondo, quizá algunas de las propuestas de Presidente no son tan negativas, pero ha fallado en las formas. Pareciera que no tiene –o le han fallado terriblemente en menos de 15 días en el poder-, un equipo de cabilderos que le ayude a ‘planchar’ sus propuestas ante los distintos actores para que llegado el momento de lanzarlas no encuentre la oposición tan férrea que han encontrado.

Son, dirían los antiguos, ‘demasiadas ollas en la lumbre’ y en tan poco tiempo, lo que de pronto ha sembrado de dudas el camino hacia el nuevo año, y los que vienen. Contra todo, como mexicanos no nos queda otra que esperar a que las aguas vuelvan a su cauce, que el presidente y amigos que lo acompañan se ‘serenen’ y que le vaya bien a su gobierno para que a México le vaya bien.

Por ello y a pesar de que el escenario no pareciera resultar muy optimista, deseamos para México, para los mexicanos, para la gente de nuestros estados de Coahuila y Durango –nuestra área de influencia-, de nuestra querida Comarca Lagunera, ¡Feliz Navidad y Año Nuevo!

 

laotraplana@gmail.com

 

@JulianParraIba

 

Autor

El Heraldo de Saltillo
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