La nueva estrategia de Movimiento Ciudadano
Cada que escucho del partido Movimiento Ciudadano (MC) no puedo dejar de recordar aquel estribillo que durante la pasada campaña presidencial hiciera famoso Yuawi. Sin embargo, frente a la crisis institucional que padecen todos los partidos distintos a Morena y sus aliados, me doy cuenta que pensar en alternativas opositoras emergentes con el potencial para levantar una bandera que advierta de los posibles excesos de la presente administración, es un asunto más serio de lo que imaginamos.
Luego caigo en la cuenta que para MC llegó un momento clave en su historia. Tendrá que elegir de entre dos opciones. La primera, promovida y llevada a la práctica por los liderazgos que ya se van. La otra opción comienza a perfilarse con el arribo de nuevos rostros a la dirigencia del partido.
MC se encuentra ante un disyuntiva clara y precisa: o continúa bajo la sombra de un candidato presidencial ajeno a sus siglas, pactando alianzas lo mismo con partidos de izquierda que de derecha, situación que apenas le alcanzó para obtener el 4% y 4.4% de la votación nacional para diputados y senadores en 2012 y 2018, respectivamente, o decide, de una vez por todas, construir una identidad propia y perfilar un candidato emanado de sus filas, olvidándose de las alianzas y coaliciones, rumbo a las elecciones de 2024 en México.
Quizás esa tranquilidad que brindaba la estrategia aliancista promovida en 2012 por el guerrerense Luis Walton, y recientemente cultivada por el maestro de las alianzas y coaliciones Dante Delgado Rannauro, llegó a su fin con los triunfos, sin necesidad de acompañantes o uniones, de Enrique Alfaro como gobernador en Jalisco, y de Samuel García como senador de mayoría en Nuevo León.
No me atrevo a especular respecto a que Alfaro construirá desde Jalisco una candidatura presidencial. Pueden pasar muchas y sorpresivas cosas de aquí al 2024. No obstante, esa sensación de que MC tomará distancia del actual gobierno y del resto de los partidos opositores como estrategia para cimentar un proyecto nacional con la marca jalisciense, comienza a materializarse con la llegada del senador por Jalisco, José Clemente Castañeda, a la coordinación nacional de MC.
El politólogo Castañeda es un hombre cercano a Enrique Alfaro. Es hechura del próximo gobernador de Jalisco. En su discurso inicial, a diferencia de su antecesor en la dirigencia nacional, el joven político pintó su raya frente a lo que él describe como las «ocurrencias” del actual Presidente, además se autonombró como «la oposición que México necesita”.
Poco que destacar en la presentación del novel dirigente partidista, salvo que comienza a replicar y expandir el mismo discurso que Enrique Alfaro ha enarbolado en Jalisco, quien por cierto ha sido el gobernador (tomará posesión el 6 de diciembre) más contundente al oponerse a la figura de los «superdelegados” impulsados por AMLO.
Más allá de que el grupo de Enrique Alfaro ha decidido tomar las riendas de MC, me parece destacable que ambos personajes estén dando una lectura correcta del momento político actual en donde los resultados de las pasadas elecciones y el arribo de Morena al poder crearon una serie de huérfanos políticos opositores al nuevo régimen quienes, decepcionados de las ofertas políticas tradicionales que ya tuvieron la oportunidad de gobernar en el país, han iniciado una búsqueda tratando de encontrar de entre las fuerzas opositoras a quién escuchar, confiar y depositar su voto en las próximas elecciones.
Una vez que MC planea abandonar la estrategia «acomodaticia” que durante las últimas elecciones presidenciales practicaron sus dirigentes, lo que tendría que concebir es que para ganar la arena electoral primero hay que dominar el discurso político. En este sentido, las ideas de cambio y transformación ya tienen propietarios: Morena y López Obrador, por lo que la marca electoral que podría adoptar el nuevo dirigente de MC es aquella que se relaciona con la defensa del federalismo y el fortalecimiento del municipio.
La justificación pragmática del discurso de MC está definida: al perfilar a los nuevos «superdelegados”, el electorado percibe que Morena apuesta por la centralización, en cambio, para un gobernador como Enrique Alfaro, ex alcalde de un municipio pujante como lo es Guadalajara, la estrategia discursiva que le permitirá construir una realidad política disruptiva que aglutine a un sector amplio de la población es, naturalmente, la descentralización y el respeto a la autonomía de los estados y municipios.
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