No es casual la relación que se ha dado entre pueblos indígenas y López Obrador. Los pueblos indígenas son la víctima número uno del neoliberalismo y el neoliberalismo es el enemigo número uno de López Obrador. Por ello, no es fortuito que el enemigo y las victimas hayan sido señaladas y reconocidas en los actos de toma de posesión.
A pesar de que en su discurso de López obrador dijo textualmente que la cuarta transformación consiste en convertir la honestidad y la fraternidad en forma de vida y de gobierno, se lee entre líneas que está transformación tendría como objetivo real la eliminación del neoliberalismo como forma de Gobierno en México y como efecto colateral inmediato el reposicionamiento de los pueblos indígenas.
En cuanto a la política económica que ha regido al país, López Obrador afirmó sin tapujos lo siguiente: “Lo digo con realismo y sin prejuicios ideológicos: la política económica neoliberal ha sido un desastre, una calamidad para la vida pública del país”. Ahora bien, para entender el alcance de la expresión Neoliberalismo, en unas cuantas líneas y con los riesgos que puede acarrear una explicación poco técnica, se puede visualizar de la siguiente manera: dos grandes ideologías dominaron el mundo de la economía: el capitalismo (o teoría liberal en términos económicos) y el socialismo. Para la primera el Estado debe intervenir poco en la economía y liberar el mercado a sus propias leyes. Para la segunda, el Estado debe intervenir activamente para impedir que las violentas leyes del mercado creen desigualdad y pobreza. El modelo neoliberal (expresión creada por Alexander Rüstow en 1938), es aparentemente un sistema mixto pero que se inclina mayoritariamente por dejar al mercado en sus reglas y solo intervenir en lo “notoriamente” indispensable[1]. En situaciones concretas esto se puede ejemplificar así: para el socialismo, los Bancos son del Estado; para el capitalismo los Bancos son de la iniciativa privada. Para el neoliberalismo los bancos son de la iniciativa privada pero cuando estén en riesgo el Estado tiene que ayudarlos para que no se pierdan (piénsese en FOBRAPOA). Este modelo hibrido, ha sido criticado por todos; incluso por los propios liberales que no reconocen filiación alguna entre lo que ellos propusieron y lo que surgió. Entonces ¿Qué propuestas se sugieren? La respuesta es compleja, pero todo parece generar unanimidad: se debe abandonar al neoliberalismo y sustituirlo por modelos de economía progresivas.
Por otro lado, y por lo que se refiere a los pueblos indígenas, el presidente mexicano se refirió a un programa de modernidad forjada y cuyo punto número 1 será el siguiente: “vamos a darle atención especial a los pueblos indígenas de México; es una ignominia que nuestros pueblos originarios vivan desde hace siglos bajo la opresión y el racismo, con la pobreza y la marginación a cuestas. Todos los programas del gobierno tendrán como población preferente a los pueblos indígenas de las diversas culturas del país”.
Los pueblos indígenas también tienen como enemigo al neoliberalismo. Hace ya algunos años el reconocido profesor Alemán Joachim Hirsch explicó sobre el EZLN que este “movimiento de liberación formula conceptos verdaderamente nuevos de emancipación y cambio social, que claramente reflejan intuiciones (insights) de una teoría crítica del Estado”[2] y cuyo enemigo a derrotar es el neoliberalismo.
Por ello la alianza parece más que natural. Sin embargo, tampoco es tan fácil. El tener un enemigo en común, no siempre significa apuntar al mismo sentido. Los reclamos que en los últimos meses le ha hecho el EZLN, al presidente mexicano, a través de sus voceros los subcomandantes Galeano y Moisés o las peticiones para la consulta a los pueblos indígenas sobre el tren maya, son reclamos que aún siguen en el escenario. Sin embargo, en este escenario la llave clave que abrirá la puerta para el acercamiento lo será el INPI. La cámara de diputados y senadores han aprobado su creación. La esperanza ahora está puesta sobre dicho instituto. En primer lugar, para lograr la mejoría de nuestros pueblos indígenas, pero también, y en según lugar, para instaurar una alianza permanente entre pueblos indígenas y el gobierno federal, cuyo enemigo en común lo es el neoliberalismo.
[1] Para mayor precisión de esta distinciones puede consultarle el siguiente material: Neoliberalismo de Ángel Muñoz en el El Mirador, ISSN 2444-7900, Nº. 5, 1998, págs. 26-36.
[2] Vid. Alternativas al Neoliberalismo: ¿De qué tipo y por quiénes? P. 8
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