Decidí participar en la convocatoria emitida para ocupar uno de los dos lugares vacantes de la Comisión de Selección encargada de nombrar al Consejo de Participación Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción del Estado de Coahuila de Zaragoza. Siguiendo el protocolo definido en la convocatoria, comparecí el 28 de noviembre ante los diputados integrantes de la Comisión de Gobernación, Puntos Constitucionales y Justicia de la Sexagésima Primera Legislatura del Congreso del Estado. Aplaudo y festejo que cada vez sean más los espacios de participación en cuestiones de lo público, no porque pierda la calidad de ciudadano quien nos representa, sino porque da cabida a que quienes pretendemos construir un mejor futuro, tengamos espacios en que contribuyamos poco o mucho según el talento de cada quien. Transcribo y extiendo algunas de las ideas que expuse, en el entendido que es la tinta la que más juzga.
Me queda claro que el futuro de cualquier orden político, así como el presente, se determina en la participación ciudadana, son los ciudadanos quienes demuestran la madurez de cualquier sistema democrático, el interés por lo público no debe ser una mención sino una acción. Esto significa que la participación encierra el germen de la propia perpetuidad de lo político, mostramos lo que nos preocupa, pero también demostramos lo que nos convence.
En la antigua Grecia los ciudadanos libres que podían ostentarse como tales debían reunir virtudes que no se enunciaban sin mantener relación con comportamientos evidentes que la misma sociedad juzgaba. Esas virtudes: sabiduría, justicia, piedad, valentía y fortaleza, le permitían al ciudadano la responsabilidad plena de participar en actos políticos. Es decir, la libertad exige la participación, así como la salud exige el resguardo y la recompensa exige el esfuerzo. Hoy la ciudadanía debe participar más, retomar lo propio, el equilibrio real reside en la responsabilidad.
Mencioné que actualmente la política, citando al Gabo, parece estar en tiempos de odio, tiempos ingratos donde abandonamos las razones y nos basamos en las emociones, y estas son buenas para impulsar, pero nunca para definir. Dejarse llevar por las emociones es buscar venganza en lugar de la justicia, es buscar igualarnos perdiendo la individualidad en lugar de defender la tolerancia con independencia de las ideas.
Creo en el valor del ser y su capacidad. En el conocimiento que es la piedra angular de cualquier institución en su afán de crear. Creo también que cualquier elección debe ser resultado de una decisión contenida en lo intelectual. La seducción no ha sido nunca una buena aliada, porque abandona con la misma rapidez con la que llega.
Participo porque todos debemos hacerlo, no debemos permitirnos faltar al juramento como lo hicieron los Efebos, de no morir hasta no ver la patria más grande de lo que la vieron al nacer. La participación ciudadana implica que los temas que nos preocupen, nos apasiones y nos sintamos capaces levantemos la mano para participar. La corrupción es acción, pero también omisión, el propio sistema ha sido creado para prevenir y sancionar las faltas administrativas y los hechos de corrupción, alcanzarlo es trabajo de todos.
Soy Héctor Gil Müller, y estoy a tus órdenes.
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