Miguel Riquelme, ‘entre dos tierras’
El gobierno de Miguel Riquelme ha ingresado rápidamente al final de su primer año. En pocas semanas estará presentando su primer informe. Es por ello que la inminente transición y la efervescencia política nacional no deberían distraernos de los problemas de casa, dificultades que el lagunero tendrá que sortear para garantizar la gobernabilidad y una buena administración en el estado.
En una reciente encuesta de percepción, el Consejo Cívico de las Instituciones Laguna le otorga una calificación reprobatoria de 5.0.
La renegociación de la deuda no parece compensar el enorme hueco financiero que dejaron sus antecesores. Lo mismo que la mejora en los indicadores de seguridad, no hace olvidar a los cientos de personas desaparecidas o a los sucesos trágicos como el acaecido en 2011 en Allende.
Al mismo tiempo, el imaginario colectivo refiere que la estrategia de seguridad implementada por Miguel Riquelme fue en realidad diseñada por su antecesor, por lo que el actual gobernador meramente cosecha lo sembrado.
Por otra parte, mientras las autoridades no logren atraer otra gran empresa de transformación o una armadora automotriz para instalarse en alguna región del estado, sobre todo en la Carbonífera, a la que buena falta le hace una fuente de empleo distinta a la que ofrece el sector minero; o entre tanto la estrategia económica que impulsa el estado no asegure mayores tasas de crecimiento del PIB, las intensas giras de promoción económica que el gobierno de Coahuila ha realizado en China y Canadá, tendrán poco o nulo efecto en la percepción ciudadana de que la economía de la entidad está mejorando.
Asimismo, ni la visita a Coahuila del presidente electo —calificada como exitosa, salvo que acudió a Coahuila para enterrar el fracking, el cual días antes el gobernador de Coahuila, con cierto aislamiento político, defendió— ni los resultados que obtuvo el PRI de Coahuila en la pasada elección federal en la que a pesar de la debacle nacional, las huestes de Fuentes Ávila se revelaron como la segunda entidad más priísta del país; como tampoco el debilitamiento y las divisiones internas de Acción Nacional o el gradual, pero efectivo, deslinde de Riquelme del régimen de los Moreira, remedian el hecho de que el gobierno priísta de Coahuila se debilitó con la llegada de López Obrador a la Presidencia y con el fortalecimiento de Morena y sus aliados en Coahuila.
Comparto sólo algunos nombres de personajes que perfilan el peso político que tendrá Morena en Coahuila, y con quienes Miguel Riquelme tendrá que establecer acuerdos: el senador Armando Guadiana a la cabeza; el próximo alcalde de Piedras Negras, Claudio Bres, convenciendo a los electores de la frontera; la más reciente adquisición de Morena, el diputado federal Luis Fernando Salazar, que junto a José Ángel Pérez, diputado federal por el PT, constituyen una presencia considerable entre los votantes de Torreón y de otros municipios de La Laguna.
No olvidemos a Reyes Flores Hurtado, el «superdelegado” que tendrá presencia territorial y política en todo el estado. Además, asumirá el poder del presupuesto, y encontrándose Coahuila en una situación de crisis financiera, dicho poder se multiplica; se dice que algunos alcaldes ya tienden puentes de comunicación directa y de gestión con Guadiana y Flores Hurtado.
Consideremos también a Javier Guerrero, el ex candidato independiente a la gubernatura que, con su experiencia y formación académica, y bajo ciertas circunstancias políticas, podría convertirse en un interesante estratega de Morena en Coahuila.
Un sexteto con la fuerza para intentar imponer condiciones sobre las decisiones que tome o intente tomar Miguel Riquelme.
En términos políticos y de gobierno, el nuevo contexto le señala al gobernador de Coahuila algunas amenazas: primera, la crisis financiera e insuficiencia de recursos para cumplir compromisos y dar un nuevo impulso a la infraestructura del estado. Segunda, si bien la seguridad mejora o se mantiene, todavía faltan por resolver y dejar en claro algunos asuntos del pasado. Tercera, queda la impresión que la estrategia económica que implementa la actual administración es también una extensión de las pasadas administraciones, las cuales no se distinguieron por lograr altas tasas de crecimiento en el PIB.
Por último, pero no menos importantes, incluso determinantes, están los temas políticos, los cuales, debido al triunfo y constante fortalecimiento de Morena, constriñen el margen de acción de Miguel Riquelme. Sobre todo, porque al interior el lagunero no termina por consolidar un grupo político propio, con liderazgos que fortalezcan su presencia tanto en el ámbito federal como en las distintas regiones y sectores sociales y económicos del estado.
Tu Opinión: olveraruben@hotmail.com
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