CALAVERITAS 2018 

POR TERESA GURZA

 

 AMLO

 Como López Obrador quería

gobernar con los pirrurris,

morenistas agraviados

lo tundieron a sillazos.

 

Y más tarde dos fifís,

lo mataron a balazos

cuando no salió Texcoco

y quedó Santa Lucía;

porque él quiso dejar claro

los chicharrones de quien

serían los que tronarían.

 

Y hoy yace pálido y yerto,

en cajón color de rosa

porque HOLA le dio descuento,

y le pagó el camposanto.


PEÑA NIETO

 Hace ya bastante tiempo

que se murió Peña Nieto

de un artero zapatazo,

que una mujer le asestó.

 

Todos nos dábamos cuenta

que había tirado la toalla,

pero nadie se enteraba

que en casablanca apestaba,

hasta que llegó la Parca

a ordenar que lo fundieran

para siempre en el infierno

por haber sido blandito,

con el vecino maldito;

y habernos harto jodido.


MUÑOZ LEDO

Por fin murió Muñoz Ledo

y en trasnochado panteón,

rinde tributo a un patrón

y pasa luego al siguiente.

 

Muy congruente nunca fue,

pero mirarlo insepulto

dio a los pejes compasión,

y le compraron cajón.


DONALD TRUMP

 No pudo ser enterrado

ese imbécil copetón,

porque la tierra rehuía

su pelaje amarillento

de buitre depredador.

 

Ridículo y desalmado

inculto y desarraigado,

embustero y pendenciero,

racista farandulero,

provocador indecente,

se lo cenan carroñeros.


CARDENAL RIVERA

 Por tapadera y rastrero,

hasta la muerte le huyó;

y cuando la Parca quiso

llevárselo tiroteado,

los balazos lo esquivaron.

 

Y hoy espera viejo y tieso,

y con el pelo pintado

bajo el gorro colorado,

que el negocio millonario

de tanto changarro santo

que en la Basílica ideó,

le alcance para el sudario.


JAIR BOLSONARO

 Por brindar más de la cuenta

tras ganar esa elección,

en Brasil chupó ayer faros

el fascista Bolsonaro.

 

Con su muerte repentina,

se salvó la Amazonía

que iba a deforestar;

en las favelas y calles

hay otra vez alegría,

pues huyó su policía;

y las cariocas celebran,

porque humillarlas quería.


ORTEGA Y MADURO

 Estos tipos criminales

cuyos actos indignaron

a nuestra América entera,

murieron de dos patadas

que se dieron uno al otro,

al confundirse las caras.

 

Sus sucios restos mortales,

esperan a ser cremados;

pero hicieron ya el milagro,

de que no corra más sangre

en la linda Nicaragua,

y tampoco en Venezuela.

 

Autor

El Heraldo de Saltillo
El Heraldo de Saltillo
El periódico con mayor tradición en Saltillo.

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