LA HISTORIA CREÍDA

La historia creída siempre es más poderosa que la historia real, que frase tan lapidaria, pero retrata la realidad de la humanidad, nos gusta lo que creemos y resulta más potente que lo que en verdad ocurrió. Pareciera, por más absurdo que esto suene, que la gente prefiere ser engañada a escuchar que está siendo engañada.

Cada actor de este escenario que llamamos la historia busca construir su discurso, el mismo que permite que veamos la realidad creída, en la cual se ha de construir. Pero cada discurso puede inspirarse en lo real pero también en lo creído.

El Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador está cambiando de un discurso propagandístico a un discurso oficial. Al menos he observado tres francos cambios en su discurso que reflejan que los comportamientos exigidos son diferentes desde el plano de la propaganda y la atracción del voto, al de la toma de decisiones de un país.

El Estado en bancarrota, esta declaración del mes de septiembre no cimbró los mercados económicos, lo cual da la tranquilidad suficiente al entender que ahora los actores económicos atienden a los indicadores y no a las declaraciones. Creer que estamos en bancarrota es diferente a la historia real, a la historia que nos habla del compromiso y manejo de las finanzas, de la autonomía de nuestras instituciones económicas y también de la existencia pujante de diversos sectores económicos que han alcanzado alturas internacionales en sus áreas.

Las reformas estructurales, que se habían constituido en acérrimos enemigos del progreso y en la imagen más repudiada de la mala toma de decisiones, ahora se han matizado sus modificaciones y su seguimiento. Sin lugar a duda, las decisiones no pueden ser emocionales, deben ser racionales. Tengamos cuidado de tomar decisiones basados en historias que creemos y no en la realidad. Me gusta mucho el concepto de reformar algo, implica que entendemos que cualquier construcción humana debe estar relacionada con el entorno y si este cambia debemos prepararnos para hacerlo también. En el entorno natural, el ser vivo que más está dispuesto al cambio es el único que sobrevive. Pero una reforma debe ser inteligente y con visión. AMLO ha modificado su rigor y ha comenzado a predicar de elementos positivos de las reformas realizadas.

La Gasolina, el precio de la gasolina verdaderamente frena el desarrollo, no es un bien suntuoso y determina con su costo los valores de toda una cadena de producción. Entiendo, con mis escasos conocimientos de la materia, que no existe un producto comerciado que no se vea afectado por el precio de este combustible. Pero también lo cierto que el paternalismo del estado no puede continuar, el modelo económico al cual hemos jurado con nuestro estilo de vida nos enseña que la libre competencia, el libre mercado encierra la justicia, en el concepto que hemos creído como mejor aún y cuando quizá no lo sea, lo cierto es que quienes tienen satisfactores económicos difícilmente desearían volverlos comunes. Frenar los gasolinazos es un buen lema, pero es imposible ante una económica de competencia, bajo unas leyes de oferta y demanda. AMLO ya ha suavizado su postura y ha reconocido que diversos factores intervienen en la determinación del precio.

 

Yo Soy Héctor Gil Müller, y estoy a tus órdenes.

 

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El Heraldo de Saltillo
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