INDICADOR POLÍTICO

El 68 (6). Nadie quiere investigar porque todos son corresponsables

A cincuenta años de distancia del movimiento estudiantil del 22 de julio al 4 de diciembre de 1968 sólo existe una certeza: los responsables de la crisis de violencia institucional fueron el sistema político, el régimen de gobierno y el Estado constitucional.

Tlatelolco no fue una crisis de circunstancias sino una acumulación de contradicciones sistémicas y sociales. A lo largo de los sesenta los gobiernos de López Mateos y Díaz Ordaz usaron a las fuerzas armadas contra estudiantes y ocuparon instalaciones educativas y en el 68 se repitió la dosis. Los estudiantes y sus protestas ideológicas ponían en riesgo la legitimidad del PRI y sus aliados en el poder.

Por eso todos han sido responsables y por eso medio siglo después funciona la coartada más sencilla: nadie sabe, nadie supo y todos lo lamentan. Pero el factor central del movimiento aparece claro sin que nadie quiera indagarlo porque caerían muchas caretas falsas: la lucha por la candidatura presidencial del PRI, con el involucramiento de autoridades universitarias.

Algunos datos relevantes:

1.- En 1969 Gastón García Cantú, director de difusión cultural de la UNAM y confidente del rector Barros Sierra, participó en un grupo de la Academia Mexicana de Ciencias Humanas para publicar el folleto El dilema del desarrollo, democracia o autoritarismo, como apoyo directo y abierto a la precandidatura del secretario de la Presidencia, Emilio Martínez Manautou. Entre otros, firmó también Víctor Flores Olea, profesor radical de izquierda marxista en Ciencias Políticas de la UNAM; y luego director 1970-1975 y finalmente embajador de Echeverría en la URSS y más tarde académico del sistema priista. El propio Barros Sierra había perdido la sucesión priísta de 1964 ante Díaz Ordaz.

2.- El regente Alfonso Corona del Rosal tenía un grupo secreto que lo apoyaba y que se dedicó a confrontar a Luis Echeverría, secretario de Gobernación. Pero la sucesión de 1970 estaba cantada: Echeverría. La alianza Díaz Ordaz-Echeverría se tejió desde 1956 cuando se configuró el grupo de poder para enfrentar la disidencia magisterial: Díaz Ordaz como oficial mayor de Gobernación, Echeverría como oficial mayor de la SEP y el triángulo se cerró con Fernando Gutiérrez Barrios, jefe de control político de la Federal de Seguridad. Esta troika de fuerza funcionó de 1956 a 1968.

3.- Díaz Ordaz era un hombre de poder y de fuerza. El 68 estudiantil tuvo su antecedente en 1964: el movimiento médico estalló en plena campaña y elecciones de 1964 y su exigencia era un diálogo público con el nuevo presidente. Díaz Ordaz les concedió una audiencia sólo para dejarles claro que el Estado no se dejaba doblegar, que los médicos debían de someterse al orden y que el Estado tenía la fuerza para aplastar cualquier insurrección. Los médicos deshicieron su movimiento y muchos se exiliaron. Díaz Ordaz manejó el 68 estudiantil con el mismo método.

4.- Los cincuenta años del 68 se recordaron con homenajes, frases vacías, Díaz Ordaz como el único responsable y ninguna investigación real para desentrañar el misterio. La razón es sencilla: en 1968 todos fueron responsables porque se trató de una represión de sistema/régimen/Estado. Varios de los que estaban en el PRI o trabajaban en el gobierno se pasaron a la oposición sin aclarar sus responsabilidades históricas con el 68. A todos ellos les conviene que el 68 sea sólo un día de guardar; a nadie le conviene que se investiguen corresponsabilidades directas o morales o políticas.

5.- La lista de corresponsables es larga: funcionarios del gabinete, grupos políticos del PRI y de la UNAM, académicos priístas, la estructura del PRI, la gran prensa de Excélsior, El Universal, La Prensa, El Sol de México, la prensa disidente pero sistémica: Política y La Cultura en México, todos los diputados y senadores de todos los partidos, todos los partidos registrados, todos los gobernadores, casi todos los intelectuales (con la excepción no reconocida de Octavio Paz), todo el poder empresarial (Coparmex, la Asociación de Banqueros, las Cámaras), los directores de Ciencias Políticas (Enrique González Pedrero) y Economía (Ifigenia Martínez), los jilgueros como Muñoz Ledo, todo el sistema judicial, la Suprema Corte y el juez de consigna Eduardo Ferrer MacGregor y la línea dura del Consejo Nacional de Huelga que llevaron al movimiento al abismo. Muchos de ellos ahora estuvieron al lado del movimiento.

Por eso el 68 ha quedado sólo en un lamento.

 

 

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Agencias

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