Hermosillo, Sonora.- Es común encontrar diversos productos frescos en el supermercado, envueltos en un material transparente para prolongar su vida de anaquel. Sin embargo, algunas marcas de esos materiales o películas clean film presentan altos niveles de compuestos tóxicos.
Esos fueron los resultados de la investigación realizada por expertos del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), en Hermosillo, Sonora, liderados por la responsable del Laboratorio de Envases de esa institución, Herlinda Soto Valdez.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, la nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) señaló que fueron 15 diferentes marcas las estudiadas y encontraron niveles de toxicidad en tres de ellas.
“Es uno de los últimos proyectos de migración que tuvimos. Estudiamos la migración de plastificantes. Esas películas que usamos, por ejemplo, para envolver un trozo de queso que no queremos que se deshidrate, o para tapar algunos alimentos cuando los metemos al microondas”, ejemplificó Soto Valdez.
Ese estudio se publicará este año en el Journal Food Additives and Contaminants y señala los niveles de toxicidad presentes en esas películas que se venden también de manera industrial a los supermercados, pues con estos envuelven quesos, salchichas, jamones y demás productos frescos, para que sean comercializados en dosis o porciones más pequeñas.
“La presencia es en cantidades muy altas, de manera que sí puede haber algún tipo de migración para quienes están usando esas marcas en específico”, advirtió.
El inicio
Señaló que en 2016, su entonces estudiante de maestría, Yubia Berenice de Anda, realizó su tesis con ese trabajo. Comenzaron muestreando en los supermercados de Hermosillo 15 marcas diferentes de películas.
Explicó que las películas o productos para emplayar alimentos generalmente son de cloruro de polivinilo, conocido comúnmente como PVC.
“Los conocemos como materiales muy rígidos, utilizados en persianas, tuberías, algunos muebles son de PVC. Para poder procesarlos como películas delgadas y flexibles, hay que agregar plastificantes, de manera que a veces se tiene que agregar 30 por ciento o más de plastificante para obtener esas películas que nosotros compramos en esas cajitas”.
La migración
Una vez que los investigadores encontraron concentraciones altas en esas tres muestras de películas, realizaron estudios de migración. Para ello utilizaron simulantes de alimentos acuosos, de alimentos grasos y simulantes de alimentos ácidos.
Hallaron altos niveles de migración en los simulantes de alimentos grasos, superando hasta en seis veces los límites.
“Encontramos que migra principalmente a alimentos grasos. Ahí sí hay límites de migración en envases de alimentos en general. Se simuló en queso, que es donde se utiliza con mucha frecuencia estas películas y vimos que podría migrar al queso o a carne molida que tenga grasa. Donde no encontramos migración es en alimentos acuosos”.
El equipo encontró preocupante que ciertas películas contengan el compuesto y, por otro lado, calificó como aspecto positivo que solo tres de las 15 marcas analizadas presentaran el compuesto.
Las marcas estudiadas
La investigadora señaló que de las 15 películas analizadas, una no era a base de PVC. Del resto, tres tenían altas concentraciones de ese compuesto. Una tenía 25 por ciento, otra 18 y la tercera 16 por ciento de presencia.
Indicó que la actividad de ese compuesto es estrogénica. Recordó que en los años 70, trabajadores en Japón, en contacto directo con bisfenol, comenzaron a desarrollar características secundarias femeninas. Estas implicaron el crecimiento de las glándulas mamarias a los hombres.
“Estos hombres se encontraban todo el día en contacto con este polvo, y no sé en qué condiciones trabajarían en esa época, pero a partir de entonces comenzaron a ponerle atención al bisfenol. No solamente se produce de él estas resinas, también del policarbonato”, argumentó.
En México, dijo, estudiosos han encontrado ftalatos en mujeres embarazadas, niños y algunos otros grupos de la sociedad.
“Hay una investigadora, cuyo apellido es Bustamante. Ella ha hecho estudios en la Ciudad de México y en algunas otras ciudades. Ha encontrado niveles de ftalatos en la sangre de mujeres embarazadas. Hizo estudios en mujeres embarazadas y niños, también se han hecho estudios en Estados Unidos, y se ha encontrado que estamos en contacto constantemente con el compuesto porque lo tenemos en el cuerpo”.
Sin legislación en México
Para el caso de las películas, su presentación omite la información acerca del producto, es decir, el consumidor desconoce los compuestos que contiene el material.
“No viene, necesitamos identificarlas, analizarlas y cuantificarlas”, dijo.
Para la especialista, esto evidencia la falta de legislación que existe en México para el control de este tipo de productos, pues generalmente se legisla en alimentos y bebidas, pero no para fuentes de toxicidad como esa.
El equipo de investigadores ya contaba con información previa de algunos ftalatos prohibidos a nivel internacional desde hace años; sin embargo, se siguen utilizando en México.
“Se trata de ftalato de 2-etilhexilo, mejor conocido en el mundo de los plásticos como DEHP, compuesto utilizado por décadas en Europa, pero que luego de su estudio y de encontrarse que era tóxico, se limitó su uso. Se permiten este tipo de películas máximo con una presencia de 0.1 por ciento. Si pasa de ahí, se pasa de la legislación europea”, señaló.
Dijo que el hecho de que las empresas informen o no la presencia del compuesto en los empaques del producto, no representa un engaño para el consumidor, pues no existe una legislación en ese sentido.
“Es que si en México no hay una legislación, las empresas no están obligadas a cumplir nada. Más bien, es la ausencia de legislación lo que provoca esto. Si ellos (empresarios) lo utilizan y se encuentran valores altos, no pasa nada, porque no tienen una legislación que cumplir”.
Otras fuentes del compuesto, añadió, pueden ser algunos cosméticos que son absorbidos por la piel; sin embargo, tampoco se encuentran regulados en México.
Las empresas
El equipo de investigadores adquirió las películas, las analizó y posteriormente se acercó a las empresas para dar a conocer los resultados. Algunas de ellas son mexicanas y otras de origen estadounidense, pero que producen en México.
“Fue muy difícil que las empresas nos respondieran. Algunas nos dijeron: ‘qué bueno que nos dicen, vamos a cambiar’, y no volvimos a encontrar una de ellas en el mercado. Creemos que, o cambiaron la cajita o algo pasó. Sí nos comunicamos con las empresas, pero aparentemente ni estas tienen conocimiento de que este plastificante pueda causar problemas de salud”.
Soto Valdez indicó que el equipo de investigadores del CIAD Hermosillo compró películas en Estados Unidos, específicamente en Arizona y Texas. Aunque no formó parte de la tesis, encontraron que esos productos no tenían presencia de PVC.
“No necesitan agregar plastificantes a esas películas”, comentó.
Otros productos para reflectores
La investigadora indicó que a la falta de legislación en productos con compuestos con algún nivel de toxicidad se añaden otros como mamilas para bebés. Recordó que existe una recomendación de la Cofepris para esos chupones, que son de un hule muy blando y que requieren de ese plastificante para lograr flexibilidad en ese material.
“Debe además haber una legislación para los tubos que se utilizan en las transfusiones de sangre, cuyo material es de PVC, lo mismo para las bolsas donde se almacena la sangre, también están hechas a base de PVC”, advirtió.
Aunque no hay estudios sobre el tema, indicó que existen múltiples reportes. Señaló que las autoridades deben poner énfasis en el análisis de compuestos, pues la población se encuentra altamente expuesta a compuestos tóxicos.
“Todo esto nos muestra la importancia de que un estado o un gobierno tenga control sobre lo que los alimentamos, no solamente en cuanto a alimentos o ingredientes, sino en todos estos contaminantes silenciosos. No parece que estemos comiendo algo que pueda estar contaminado con componente de los envases o de otras fuentes, y finalmente sí pueden ser un riesgo para la salud”, enfatizó la doctora Herlinda Soto Valdez. (CONACYT)
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