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 EDUARDO J. DE LA PEÑA

            Jesús Berino Granados, dirigente sindical de CINSA y hoy diputado local, promovió ante el Congreso local un exhorto a las secretarías del Trabajo, la federal y la de Coahuila, para que impulsen acciones que mejoren las condiciones de los trabajadores agrícolas y realicen inspecciones para garantizar que se les respeten sus derechos, además de que se avance en la erradicación del trabajo infantil.

A nadie se puede cuestionar cuando pugna por mejores condiciones para los trabajadores del campo y se pronuncia contra el trabajo infantil, pero en el caso de Berino no se puede dejar de señalar que su pronunciamiento se da desde una posición muy cómoda  y aborda de manera tan superficial un tema de esa trascendencia, que pareciera ser más una cuestión de trámite, de marcar presencia en la tribuna, y no un auténtico compromiso.

Y es que el priista evita entrar a cuestiones de fondo que son necesarias para entender la realidad que se vive actualmente en el mercado laboral, tanto el agrícola como el industrial, comercial y de servicios, donde urge una redefinición de estrategias para sacar a flote un sistema que está colapsado.

Si en los campos agrícolas de Coahuila ha tomado auge la contratación de jornaleros provenientes de otras entidades,  a los que se aloja por temporadas en galerones y bodegas que en muchos de los casos no reúnen las condiciones mínimas para una vida digna, es porque a los originarios de nuestras comunidades rurales se les está llevando a las ciudades, y no necesariamente a mejorar su calidad de vida.

Es más, el hacinamiento que tanto se cuestiona en las bodegas de los ranchos, se está repitiendo ya en ciudades como Saltillo, y hay casos específicos de casas y departamentos en pleno centro de la ciudad donde viven trabajadores que fueron traídos de comunidades del sur del país, y se aloja a grupos que superan por mucho la capacidad de esas viviendas.

En la esquina de Victoria y Obregón, en Saltillo, se tiene uno de esos casos. Hay otros en casas de la colonia República, donde se aloja incluso a extranjeros.

Ahí también tendría que pugnar Berino por la intervención de las autoridades, y no únicamente las del trabajo, también las de Salud y las de Protección Civil.

Y esta situación saca a relucir otro aspecto del problema que están generando el desordenado crecimiento y la indiferencia oficial para regular la instalación de nuevas empresas. Un gran número de los mexicanos que llegan del sur del país a ocupar esas miles de vacantes que se abren en Saltillo, se incorporan por primera vez a un empleo formal, es decir que llegan sin vivienda y sin derecho a ella, pues para solicitar un crédito del Infonavit deben cotizar primero durante tres años.

Además, y eso lo han señalado comerciantes locales, la mayor parte del ingreso de estos trabajadores foráneos no se queda en Saltillo, pues envían el dinero a sus familias. En nuestras ciudades se quedan los problemas y la derrama se va a otras regiones.

Hoy en las ciudades los hospitales están saturados, la vialidad colapsada, y las empresas sin personal suficiente. Cifras oficiales reconocen cerca de diez mil vacantes en la industria únicamente en Saltillo, y es evidente que farmacias y tiendas de conveniencia no encuentran tampoco trabajadores.

Pero en las comunidades agrícolas la situación no es diferente, hombres y mujeres de los ejidos prefieren jornadas laborales de nueve horas en la industria, y hasta tres horas diarias de traslado y su ingreso no es mayor al que recibirían en el campo.

Todos los que hoy se trasladan de los ranchos a los parques industriales terminarán por dejar sus lugares de origen, pues ahí no podrán tener nunca una casa del Infonavit ni los atenderá el Seguro Social.

Hoy que Berino se dice preocupado por los derechos de los trabajadores agrícolas, tendría que plantear reformas legales y del esquema de seguridad social, pues de poco sirve que los patrones cubran con sus cuotas si los jornaleros no recibirán servicio médico ni vivienda, por ejemplo.

El diputado Jesús Berino cumple este 14 de septiembre treinta años como representante obrero ante el Consejo del IMSS, desde esa posición podría también pugnar porque la institución cumpla con sus derechohabientes en las comunidades rurales.

Probablemente lo que hoy ocurre en el mercado laboral en Coahuila no es muy diferente a la realidad de otros estados e incluso de muchos países del mundo, pero de seguro también en otras partes hay casos exitosos de planeación y orden; claridad en la diferencia entre crecimiento y desarrollo; esquemas más eficientes de seguridad social. Tendrían que conocerse, estudiarse y aplicar los que sean viables.

Podrá parecer insensato cuestionar que se siga fomentando la llegada de nuevos empleos, sobre todo no lo aceptarán quienes se favorecen rentando y vendiendo naves industriales, locales para establecimientos comerciales, viviendas y terrenos, así como los que pretenden medir la eficiencia de su gobierno con la llegadada de nuevas inversiones, pero si continuamos a este ritmo seguiremos creando pueblos fantasma y ciudades saturadas, generando condiciones de vida de poca calidad, con una falsa ilusión de progreso.

Hay pues mucho en lo que diputados, académicos, empresarios, pueden entrar a un análisis de fondo para llegar a un diagnóstico serio y a la definición de estrategias y acciones de largo alcance que nos pongan en la ruta de un mejor futuro.

 

Autor

Eduardo De la Peña de León

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